Lo que creció tras las rejas: testimonio de una ex presidiaria

miércoles, 31 de agosto de 2011
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SENTIMIENTOS

Aunque yo les cuente todo lo que siento

sólo lo entendería el que estuvo preso,

el que transita por estos pasillos,

soportando el ruido de pesadas rejas.

Tantos de esos hombres, impolutos, rectos

miran lo de afuera y no lo de adentro,

en verdad, no miran, son ciegos que juzgan,

condenan y piensan que no hay castigo

digno de los presos.

Aunque yo les cuente, ni imaginarían

lo que acá se siente.

Se siente la angustia, la soledad tremenda

el pánico enorme de tanta violencia,

y el miedo terrible que nos da el encierro.

Soportamos todo, el frío que duele,

a veces el hambre, y hasta cuando llueve

dormir empapadas sin frazadas secas.

Soportamos todo apretando dientes,

para no caernos y seguir enteras,

aunque por dentro nos sintamos muertas.

Tragamos las lágrimas, pensamos en silencio

en los hijos nuestros, lamentando

el tiempo que no los tenemos.

Cuántas Navidades, y los chicos crecen,

cuántos cumpleaños sin estar con ellos,

soñamos que vuelve atrás el tiempo

borrando aquello que nos puso presas,

pero no se puede, lo hecho, está hecho,

pero es inhumano lo que sufre el preso.

Todos estos muros nunca estarán secos

porque se humedecen con lágrimas nuestras,

no se imaginan lo que es ser interna,

respirar cerrojos, no ver las estrellas

porque a las ventanas las tapan las rejas.

Morimos un poco cada día, presas,

el alma está libre, el cuerpo doliente…

JESÚS, tú has muerto entre delincuentes,

y ese es mi consuelo, porque allá en el cielo,

no va a importarte si un día estuvimos presas.

Ana María Mochó – Penal Correccional de Mujeres

Circunvalación y French S/N –1804 – Ezeiza – Bs. As.