PF: Cuando el amor es verdadero y no pasajero, cuando el amor es de Dios realmente, trae consigo 4 extraordinarios dones: elevación, irradiación, paternidad y sanación. Hoy vamos a hablar de este tercer don: la PATERNIDAD. Es el más maravilloso de los dones del amor de pareja: el de poder ser dadores de vida. Cuando una madre o un padre se quedan observando a su hijo, pueden surgir sin duda muy fuertes sentimientos, junto con pensamientos de cómo el hecho de haber transmitido la vida a otro ser es algo más grande que ellos, algo que los sobrepasa. Pero es también maravilloso cuando se mira la paternidad y maternidad desde la creencia en Dios. El mismo Dios, que todo lo puede hacer, ha querido necesitar de ese padre y esa madre para comunicar algo tan fundamental como es la vida, El quiso que fuera de esa manera. Sin ellos nunca existiría esa persona. El, que nos había pensado desde siempre, necesitó de nuestros padres para comunicarnos la vida. Maravilla y responsabilidad a la vez: ser dadores de vida con Dios. Ser colaboradores de Dios. San Pablo nos lo dice en Ef 3,15 “toda paternidad procede de Dios” Y decimos que se es padre ya desde el momento en que se engendra. Y ¡qué importante para la vida de un hijo haber sido engendrado con amor. Aunque haya sido con todas las limitaciones imaginables, sin esas personas y esas circunstancias no se hubiera engendrado la vida. Desde el comienzo de esa vida, comienza su formación y lo primero que experimenta la persona desde el momento de la concepción es que Dios la ama: fue proyecto de Dios, y Dios se alegró de que esa vida que siempre había pensado se hiciera realidad. Es cierto que también desde ese primer momento traemos toda una carga genética, heredada de nuestros padres y a su vez de nuestros abuelos y más aún (dicen que nuestras generación tiene de 12 a 15 millones de antepasados) ¡Si habrá herencia en nosotros!
GL: Decía Sergio Sinay en una conversación que manteníamos tiempo atrás, que lo biológico en lo humano es solo un dato, como dando una relevancia muy grande a todo lo que hacemos con lo biológico. Es como ‘la tinta con la que escribimos la biografía de la vida’. Sin ella no se puede escribir. Los conceptos, las narrativas que cada uno haga, todo lo que uno quiera hacer con su vida, corresponde al pensamiento y a la mano que la escribe, pero la tinta está presente en todos lados. Y eso es un misterio de la vida que nos desborda. Uno se arrima a él y siente que es hasta ‘tremendo’ Es mucho más que un dato. Lo que en el momento de la concepción recibimos como herencia, como riqueza, como capital, es enorme
PF: Y qué maravilla que Dios haya querido que sea así. Y no pudo ser de otra manera
GL: Y pienso en los que por un motivo u otro no se les permite el acceso a su fuente genética ¡qué carencia esa! Aún cuando Dios mismo nos dice “aunque tu padre y tu madre te abandonaran, Yo no te abandonaré”, aún en la peor de las circunstancias, esa paternidad que nos llega a través de los genes de otros, ocupa un lugar insustituible en el alma
PF: Y yo digo que a los ‘derechos de los niños’ debiéramos añadir otro, y es que ‘todo niño tiene derecho a conocer la verdad de su vida desde su concepción’
GL: Decíamos lo importante que es que toda vida haya sido engendrada con amor. Y esta es una frase problemática. No podemos dejar afuera a los que hayan sido engendrado en situaciones incestuosas, o violentas, o inconcientes sea por estado de drogas u otros. No es mi intención idealizar la vida ni mucho menos. Pero sí pensar en cómo incluirlos. Francoise Dolteau aseguraba en base a su larguísima experiencia de vida y como investigadora, que “cuando un hijo no es deseado, no nace”. Es decir, puede que no te desee tu mamá, o tu papá, pero en algún punto, en ellos la vida te desea. Y tus propias células, las del embrión –decía ella-, también desearon vivir. Lo dicen los psicólogos!
PF: Y yo digo que sí: el que me deseó siempre es Dios. Dios me amaba intensamente aún cuando mi mamá no tenía noticias de mí. Creo yo que la fe nos abre un panorama hermoso a este dato de la biología: Dios me amó primero, desde siempre, y antes de que fuera concebido en el seno materno. Ese deseo de Dios refuerza esta idea de los psicólogos. Soy un proyecto eterno de Dios. Y esta es una verdad, no una teoría ni una imaginación. Es un amor real y grande que invadió mi ser. Y aunque después hayan venido limitaciones, para entender mi valoración personal tengo que partir de ahí: mi historia no comienza desde el día que nací. Ni siquiera el día en que fui engendrado. Mi historia comienza en el proyecto de Dios que soy desde toda la eternidad. Entonces, todos tenemos una eternidad por delante y otra eternidad por detrás: Jesús nos dijo “voy a prepararles un lugar para que donde Yo estoy estén también ustedes”
GL: Hay que llegar a la experiencia sensible de ese amor, para que no sea teórico. Incluso que llegue a nuestro inconciente donde hay a veces algunos ‘fantasmas’
PF: Hay que hacer que la fe inunde todo nuestro ser
GL: Y el amor de Dios es personalizante y exclusivo: tiene nombre y apellido tal como incluso está revelado en la Biblia. Y a veces los padres, los esposos, no somos concientes de esa unicidad que es cada ser humano como proyecto de Dios.
PF: Dicen que los padres siempre quieren lo mejor para un hijo. Yo digo: no siempre. No siempre lo damos, o damos lo que creemos es mejor y tal vez no lo es. Cuando yo converso con personas siempre les hago la pregunta de cuántos hermanos son y qué numero dentro de ellos. Una vez una persona me dijo: soy el mayor, pero no soy el mayor porque tuve un hermano mayor que falleció a los 9 meses. Enseguida me buscaron a mi, en cambio los otros hermanos se llevan 4 años cada uno. Pero a mi me pusieron los mismos nombres que a mi hermano, entonces cuando voy al cementerio veo en la lápida mis nombres. Entonces ahí, tal vez su identidad está sufriendo. Pero qué bueno saber que él estaba en los planes de Dios, aunque sus padres lo hayan buscado para cubrir un puesto dejó su hermano.
GL: Hay una película muy bella donde se plantea lo mismo. Una hija nace con un problema para cuya solución necesita un transplante, pero tiene que ser de un hermano. Entonces los padres engendran otra para tal fin. Y ella encuentra en esa misión de salvar a la hermana, pero al mismo tiempo en su propia identidad, en su propia vida, su propio proyecto. Esas cosas que uno puede ver como ‘idealidades’, se ven como posibilidades de salvar
PF: Y como ayuda esto de ver que tales circunstancias fueron necesarias para que yo naciera. Uno no se cansa de ver allí cómo la mano de Dios actúa a través de las limitaciones nuestras, porque El siempre me quiso. Cuando doy charlas a adolescentes, siempre trato de llevarlos a un momento donde puedan concentrarse y dar un grito dando gracias por la vida Yo quiero ser, Señor, amado. Como el barro en manos del alfarero *Toma mi vida, hazla de nuevo. Yo quiero ser un vaso nuevo (bis)
GL: Voy a leer un testimonio que está en el librito del Padre. “Yo viví la maternidad al principio con mucho miedo y también con alegría. Ser padres ha sido para nosotros la tarea más difícil, la que más nos cuesta y por la que nos sentimos muchas veces incapacitados. Pero a la vez es la tarea más maravillosa y la que mas disfrutamos. Es más: no concibo nuestras vidas sin nuestros tres hijos. Es lo más maravilloso que nos ha pasado y nos pasa, sobre todo cuando los vemos como un gran regalo de Dios. En mi caso personal comencé a ser madre con grandes exigencias hacia ellos. Por momentos soñaba que se iban a destacar en todo. Para mí era seguro que mis hijos tenían todo lo que yo no tuve. Ellos debían ser muy brillantes. Pero Dios, como un gran Alfarero me fue modelando desde el dolor. De mi hijo mayor, ya desde la guardería me decían que tenía problemas, que no se integraba. Con mucho esfuerzo pudo hacer 1º y 2º grado, desde ya, con psicóloga de por medio. Ahí comenzó a aparecer todo mi sentimiento de culpa por las opiniones negativas de afuera sobre mi hijo. Por ese entonces contrajo papera, enfermedad común a su edad. Y como su pediatra de cabecera estaba de vacaciones decidimos consultar a un pediatra que estaba a la vuelta de casa. Ella fue la que descubrió que nuestro hijo tenía un problema grave del corazón, y de pronto me encontré en el Hospital Garrahan, allá en el año 94. Cuando despierto de toda esa bendita pesadilla es cuando descubro que a mi hijo le va a costar mas llegar a ser brillante como yo quería que fuera, que no aprendía la lección. Comenzó entonces mi gran carrera con médicos, psicólogos, psicopedagogos, neurólogos, maestros particulares. Y comenzaron mis exigencias hasta sobrehumanas hacia él. No pudo completar todos sus estudios, y generé en él una autoestima tan baja que hasta el día de hoy nos cuesta mucho sacarlo adelante. Después aprendí que los hijos no son un producto a fabricar, que no me corresponde a mi imponerles o fabricarles una vida. Entonces me di cuenta que lo mas importante es acompañarlos, orientarlos, alentarlos, no para que lleguen a ser exitosos, sino simplemente para que sean ellos mismos, para que sean felices. Cuando descubrimos ese camino en ‘Hogares Sanos y Apacibles’ vivimos nuestra paternidad y maternidad con más libertad porque aprendimos a conocer mejor a cada uno de nuestros hijos, a saber sus límites, admirar sus capacidades, compartir con ellos lo bueno y lo malo. Nos pudimos abrir a un diálogo más sencillo y a la vez más profundo. Hablamos las cosas importantes. Y también jugamos”
Cada uno podemos contactar con las frustraciones que los hijos traen a veces para modelarnos en nuestras ambiciones, expectativas y en esto que el padre va a desarrollar sobre la paternidad
Contanos, padre, estas características que seguramente habrás encontrado en muchas oportunidades, de proyectar sobre nuestros hijos tantas ambiciones.
PF: ‘Lo que yo no logré, en mis hijos al menos sí se va a lograr’. Muchos padres piensan que eso es lo mejor para sus hijos, y no se dan cuenta de que están proyectando sus frustraciones pretendiendo que los hijos sean exitosos y que no parte de la realidad que hay que ir descubriendo en cada uno y a qué es llamado cada uno: esa vocación que a veces los padres quieren dar a los hijos, cuando en realidad la vocación la pone Dios. Y quiero agregar esto: la paternidad es para toda la vida. No hay ‘ex – padres’. Claro que se vive de distintas maneras según la edad y las situaciones de los hijos. Pero Dios también quiere que le llamemos Padre. Y ha querido que algo tan grande como es ese amor pase por la imagen que tenemos de nuestro padre y de nuestra madre para descubrir a Dios. Por eso a veces, cuando alguien me dice ‘no creo en Dios’, yo le pregunto ‘¿cómo es la relación con tus padres?’. A veces, cuando la relación con el padre es muy tensa, cuando a Dios le decimos Padre nuestro, la palabra ‘padre’ entra en corto circuito. Qué importante entonces: tus hijos van a recibir la imagen de Dios a través de tu paternidad y tu maternidad. El papá es lo más grande, el que todo lo sabe, el que todo lo puede. Y ese es Dios. La mamá es la que siempre me recibe, es la otra parte de Dios: la misericordia. Es la que siempre va a estar pase lo que pase.
GL: Yo invito a las personas a que hagan el esfuerzo de comunicarse con Dios como ‘madre’. Es muy fuerte la resonancia psicológica, afectiva que tiene en el corazón cuando la experiencia con el padre ha sido frustrante o traumatizante por diversas razones. He tenido la experiencia de trabajar con niños con padres casi ausentes por ser ‘trabajadores golondrina’ o por volver tarde a la casa y borrachos, y golpear a todo el mundo. Y en cambio las madres eran consideradas por ellos como lo máximo. Dios es Padre y Madre. Digamos también al rezar, dirigiéndonos a Dios, ‘Madre nuestra’
PF: eso pasa también en las cárceles: la madre no puede fallar en las visitas. Vemos entonces la importancia de la paternidad y maternidad para transmitir la imagen de Dios. Una persona con la que estuve también en contacto me decía ‘yo no me preparé para ser padre. En el comienzo de mi matrimonio yo me preocupaba más por mis problemas personales, mis miedos, las inseguridades propias de mi personalidad que por la responsabilidad de ser padre. Al año de casados vino el primer hijo. Todos en mi familia me toman el pelo porque yo estaba tan nervioso en el hospital que cuando salió el doctor a preguntar ¿dónde está el padre? Yo salí corriendo a buscar a mi padre’ Desde que comencé con esto de ‘Hogares sanos y apacibles’ y gracias a la presión positiva que mi esposa ha ejercido sobre mi y a la relación Copn mis hijos, he ido tomando más conciencia de la grandeza de mi paternidad. Puedo decir que mis hijos me enseñaron y me enseñan cada día a ser padre’. Se aprende también a ser padre a través de los hijos.
– Yo necesito ayuda con mi hija: perdió la fe por un amigo que falleció. Y ahora chocamos mucho. Somos las dos de carácter fuerte GL: ahí también se nos pueden jugar algunas proyecciones PF: cuando esta oyente dice ‘somos de carácter fuerte’, es una forma de decir. Pero para mí no es carácter fuerte, es ‘carácter herido’: son personas heridas, y cuando le tocan la herida saltan. No puedo hablar de ‘carácter fuerte’ porque no tengo dominio de mi. La fortaleza es dominio de uno mismo
GL: ¿qué consejo darías a los padres cuando sus hijos pierden la fe –o creen que perdió la fe-, porque ¿con qué parámetro medimos la fe de nuestros hijos? PF: a veces lo que pierden es la práctica religiosa. Yo creo que el parámetro es la parábola del hijo pródigo. Creo que uno sigue viviendo sus valores y transmitiéndolos serenamente pero no echándole en cara todo el día al otro lo que no hace o que sería mejor de otra manera, porque el joven necesita descubrir las cosas por sí mismo. Es cierto que cuando era chico iba guiado de la mano de los padres. Cuando es adolescente, el grupo pone las normas. Y mas adelante, en la juventud, quiere ser él. Y le parece que hacer lo que hicieron los padres o lo que le enseñaron los padres, no es la mejor manera de ser él. Después lo irá descubriendo, irá matizando y viendo lo que debe asumir de sus padres como algo muy bueno y otras cosas en que tal vez tiene que ser distinto para no caer en los mismos errores. Pero tiene que ir haciendo su propio proyecto: tiene que ir descubriendo la fe desde él. No debemos pensar que la fe es algo que se transmite, digamos, ‘genéticamente’. Tiene que tener su propio proceso de descubrir a Dios.
GL: Estamos hablando del don de la paternidad en el matrimonio, pero yo estoy dele llamarte ‘padre’. La paternidad no es un don exclusivo del matrimonio. Hay padre y madres que no tienen hijos biológicos. ¿en qué consiste la paternidad en sí misma entonces?
PF: Creo que ser padre es ser dador de vida. Entonces toda actitud que sea dadora de vida es una paternidad. Yo puedo decir por ejemplo ‘gracias a mi compañero de trabajo descubrí esto, sentí su cercanía y ahí descubrí a Dios’. Entonces, ese compañero de trabajo, con esa actitud de cercanía, fue dador de vida. En cambio todo lo que me hunde, o me deprime, o me aísla, o me pone violento, no es paternidad.
GL: pienso en los científicos que han dedicado horas y vidas a favor de un adelanto científico que proteja la vida. Cuántos grandes padres hay en científicos, en artistas, en docentes, en políticos, ha tenido la humanidad! ¡cuánta paternidad espiritual, que también es un don de Dios para los hombres!
PF: también hay paternidad en jueces, que se han jugado la vida por la justicia. Y esos son dadores de vida.
GL: hemos vivenciado ahora la beatificación de alguien que ha sido vivenciado por muchos como ‘padre’. En Juan Pablo II había una figura paterna muy importante. Así como materna en Teresa de Calcuta. Una conductora de un programa, cuando murió Teresa de Calcuta, decía: ‘todos, hoy, somos un poco huérfanos. Se nos ha muerto una gran mamá’.
PF: ¿cómo vivir ese don de la paternidad? ¿cómo descubrir ya en el noviazgo si se da o no este don en mi pareja? Porque si no se da porque en la relación se excluye toda posibilidad de maternidad o paternidad porque no quieren pensar nunca en hijos, incluso hasta ven al hijo como un enemigo, con facilidad acuden al aborto, todas esas actitudes egoístas y materialistas que hay hoy son todas muy contrarias a la paternidad.
GL: Yo diría: nunca hagas un proyecto de vida con una persona que no se proyecta desde esa entrega, desde esa generosidad, porque va a estar amenazada también la vida de la pareja. Es como ‘declararse estéril en el alma’. Y en la humanidad ya hemos vivenciado que un amor así, estéril, que no se proyecta, que no se abre a la trascendencia, al más allá, termina muriendo de aburrimiento.
PF: Una sociedad así, sin una valoración de la paternidad y la maternidad, se vuelve muy encerrada, muy egoísta
GL: Y se percibe una surte de tristeza, de melancolía que ha adoptado la sociedad –especialmente la europea- justamente porque se ha encerrado en ella misma Hay una diferencia entre el hijo “deseado, buscado” y el hijo “amado”. Buscado tiene que ver con el deseo de que venga este hijo, y hoy se le da mucha importancia al hijo deseado. Y yo creo que lo que hay que rescatar el hijo amado –por Dios y también por los padres- . Está bien buscar al hijo. Pero nadie se enferma por no ser ‘buscado’ o ‘deseado’. Sí nos enfermamos por no ser ‘amados’. ¿Coincidís?
PF: Coincido, pero también influye lo otro, sobre todo porque puede haber heridas. Uno ve a veces que hay personas que en seguida sienten rechazo: cualquiera que les contradice, ya para ellos es un dolor. Entonces hay que ver si no viene de ahí. A veces, cuando una noticia de embarazo no es bien recibida hay en principio una falta de aceptación que se convierte en herida. Pero esa herida se sana sabiendo que Dios siempre nos quiso.
GL: hurgando un poquito más adentro, toda mamá en algún momento no desea al hijo en este sentido: desde el momento en que uno concibe un hijo, hay un ego que muere: mueren las noches durmiendo en total tranquilidad, muere ese espacio en el que se va formando esa nueva vida, hay una parte de nuestro ego que muere cuando nuestro cuerpo se ‘deforma’ definitivamente, cuando se debe resignar nuestro tiempo libre… entonces de alguna manera hay una vivencia en cada uno de nosotros en esa muerte que da vida de ‘no lo quiero’. Y es dolor, ese pequeño sacrificio, también se transparenta, también se registra en los hijos. Todos de alguna manera no queremos morir
PF: pero también es esa la oportunidad para que experimentemos que “Dios es mi salvador”, porque si viniéramos perfectos, no necesitaríamos salvación. Así somos más concientes de que la salvación de Dios llega a mi porque a pesar de esto, el Señor me liberó, me sanó
– Yo no pude tener hijos, y a veces me pregunto por qué Dios no me los dio. Yo soy hija adoptada, pero mi marido no quiere adoptar. Dios me regaló muchas cosas, pero siento cierta angustia, nostalgia. Necesito una palabra de consuelo
PF: el don de ser dadores de vida, es de a dos aunque uno de los dos lo tenga mas claro. De a dos en todo: para buscarlos, para tener hijos adoptivos. También en el crecimiento. Y lo mejor para transmitir a los hijos los valores, el amor, es que vean que papá y mamá se quieren. La mejor manera para ese hijo de ser amado, no es que ‘papá lo ama’ y ‘mamá lo ama’, sino que ‘papá y mamá se aman’.
GL: el don de la paternidad-maternidad, nos dilata el corazón y nos hace padres-madres mucho más allá de los hijos biológicos. Uno ve un hijo en cada niño
– ¿siempre se siente el don de ser padre? ¿uno de los puede querer no ser padre? PF: Yo creo que si hay una negación muy grande a la paternidad habrá que revisar qué clase de amor es ese. La negativa de ser dador de vida puede ser causa de nulidad
– En cada acto sexual, aún con anticonceptivos, he deseado ser fecundada ¿es el instinto? PF: Parece como que la naturaleza se lo pide, y los principios que tenga o las dificultades que tenga coartan lo que pide su naturaleza. GL: eso es lo que nunca tendría que terminar de ahogarse si preocupa mucho. Sobre todo en estas sociedades que se avejentan porque pierden este don: terminan por no escuchar ese deseo profundo de ser fecundados o de ser fecundos PF: que está impreso en la naturaleza
PF: se ha hablado mucho de la paternidad responsable. Pero creo que las mas de las veces se habla de esto como ‘control de la natalidad’ mas que como ‘responsabilidad de colaborar con Dios en la transmisión de la vida’. La paternidad responsable es ser responsable del don de la vida que Dios puso en cada papá y en cada mamá. Por eso el Concilio Vaticano II felicita a las familias numerosas como señal de vida. Y también los sacerdotes podemos ser dadores de vida cuando experimentamos como Dios nos usa como instrumentos suyos para comunicar la vida a tantas personas a través del perdón, de una homilía, de una charla personal esclarecedora o del afecto. Y cuántas veces los sacerdotes también nos perdemos esa oportunidad de dar vida si nos perdemos en lo burocrático de la parroquia, si nos ponemos más exigentes con las personas en vez de comprender el momento por el que pueden estar pasando, al pensar que nos las sabemos todas y no escuchar con atención a la gente. Bibliografía: “Vivir en el amor” : los 4 dones del amor matrimonial de Pablo José Fuentes OMI