Los primeros discípulos de Jesús

martes, 10 de febrero de 2009
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Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea, encontró a Felipe y le dijo:  “Sígueme”.  Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.  Felipe encontró a Natanael y le dijo:  “Hemos hallado a aquel de quién se habla en la ley de Moisés y en los profetas.  Es Jesús, el hijo de José de Nazaret”.  Natanael le preguntó:  “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?”.  “Ven y verás”, le dijo Felipe.  Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo  “Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez”.  “¿De dónde me conoces?”, le preguntó Natanael.  Jesús le respondió:  “Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera”.  Natanael le respondió:  “Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”.  Jesús continuó:  “Porque te dije:  “Te vi debajo de la higuera”, crees.  Verás cosas más grandes todavía”.  Y agregó:  “Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el hijo del hombre”.

Juan 1, 43 – 51

En la catequesis de la semana pasada, habíamos comenzado el año, haciendo una mención del discipulado, que nos viene bien para comenzar este año de camino en nuestro trabajo, vida personal, apostólica y también iluminados por la palabra de Dios, de los textos de la semana pasada, habíamos comenzado a hablar de lo que significa hoy ser discípulo, y para ello habíamos tomado el texto de Aparecida del documento de los obispos latinoamericanos, sobre lo que significa ser discípulo, y la características decíamos en esa oportunidad, una característica que el discípulo tiene que tener como prioritario en este deseo de seguirlo a Cristo, es el encuentro con Cristo.

Los obispos nos decían que el acontecimiento del cristiano para ser discípulo, no comienza por una decisión ética o por una gran idea, sino con un encuentro, con un acontecimiento y con una persona que da un nuevo horizonte a la vida, y una orientación decisiva. Esta PERSONA, este ALGUIEN con quien nosotros nos encontramos, es Cristo, nuestro Señor. En aquel momento hablábamos de lo que significa este encuentro con Cristo, que nos ofrece, nos hace una llamada que espera libremente nuestra decisión, la apertura de nuestro corazón.

Este evangelio de hoy nos habla de los primeros llamados que Jesús hace a aquellos hombres, a Felipe y a Natanael, que eran hermanos, para que lo sigan.

Nuestro encuentro con Cristo reclama una invitación de su parte. Ser discípulo no es recibir por imposición o por obligación esa llamada para seguirlo, sino que es una invitación que Cristo, nuestro Señor nos hace para que podamos seguirlo, dando una respuesta libre. Dios no se mete nunca de prepo en nuestra vida, ni nos arrebata una respuesta sino que Él espera esa respuesta libre de todo nuestro ser, de toda nuestra persona, para querer seguirlo.

Hoy nosotros nos hacemos eco de este evangelio. Cuando curiosamente aquellos hombres se acercan a Cristo, uno puede pensar que aspecto, que rasgo, que gesto, que palabra, que actitud de la vida de Jesús cautivó a aquellos hombres que no sólo se sintieron invitado a seguirlo a Cristo, sino que no dudaron de dejar todo lo que estaban haciendo y todo lo que tenían para poder seguirlo a Jesús.

A lo largo de nuestras vidas, para que se provoque este encuentro con Cristo, nosotros hemos recibido alguna llamada, una invitación a través de una actitud, de un gesto, de una palabra, de nuestro Señor, de un acontecimiento o un hecho en nuestras vidas, a veces de dolor o de alegría, de una persona que hizo de intermediaria para que nos encontráramos con Cristo.

Una realidad que cada uno lo ha vividote forma personal, porque Dios siempre utiliza un mensaje y un lenguaje totalmente personalizado con sus hijos, con sus amigos que somos nosotros para darnos esa llamada. Hoy nosotros también podemos pensar en esto. Así como Felipe y Natanael se encontraron con Cristo y uno le dijo al otro, he encontrado al Mesías, el Salvador de quien se nos habla y cautivó la curiosidad del otro para que pudiera ir a conocerlo a Cristo.

También en nuestra vida puede pasar, que hecho, que acontecimiento nos ha cautivado para que nosotros pudiéramos acercarnos al misterio de Dios revelado en Cristo para nuestra salvación. Jesús vuelve a decirnos lo que el evangelio de hoy nos relata, cuando Felipe y Natanael se acercan a Jesús y le preguntan si Él era el Mesías, el Salvador, el Esperado de los tiempos.

Jesús se limita a dar una respuesta, cautivante, “ven y verás”. El documento de Aparecida, nos presenta distintos lugares de dónde se da este encuentro con Cristo. Hoy vamos a detenernos a pensar en estos lugares que los obispos en el documento de Aparecida, van dándonos como pautas para que nosotros como discípulos, al querer ser discípulos y seguidores de Cristo podamos ir viendo si en estos lugares los tenemos aceptado, incorporado en nuestra vida o de pronto podemos encontrar en estos lugares, formas nuevas, sorprendentes en las que el espíritu nos hace encontrar con Cristo, nuestro salvador.

Podemos preguntarnos, a lo largo de mi vida, ¿en que lugares, de que forma yo me he podido encontrar con Cristo? Ya sea a través de personas, de hechos, de acontecimientos que han sucedido en mi vida, de alegría o de gozo, pero que han servido para que yo me pueda encontrar con este Cristo salvador que viene a traerme la paz y el amor de Dios a toda nuestra vida.

Este texto del evangelio va ha permanecer en la historia como una síntesis única del método cristiano. Siempre el Señor nos realiza una invitación, a lo largo de nuestras vidas para poder experimentar su persona, experimentar su gracia, el amor de Dios.

Esta pregunta llena de expectativa, dónde nosotros también le decimos, ¿Maestro, dónde vives?, ¿dónde te encontramos de manera adecuada para abrir un auténtico proceso de conversión en nuestra vida, de comunión, de solidaridad? Queremos ser esos discípulos que en este comienzo de milenio, testimonio claro, contundente, de apertura para que la gracia de Dios llegue a nosotros y a través nuestro a todos los que nos rodean.

El documento de Aparecida va ha traernos lugares de este encuentro con Jesús, frente a la pregunta que le hacemos, nos presenta varios lugares, vamos ha ir reflexionando cinco o seis en estos días. Lugares dónde se realiza este encuentro con Cristo y lugares dónde este encuentro con Cristo, gracias a la acción invisible del Espíritu Santo se realiza a través de la fe recibida y vivida en la iglesia. Hace poco el Papa Benedicto XVI, nos dio un lugar de encuentro que el documento lo cita, podríamos tomarlo como este primer lugar de encuentro con Cristo, que es la iglesia, que es nuestra casa, ahí tenemos todo lo que es bueno, seguridad y consuelo.

Quién acepta a Cristo, camino, verdad y vida, en su totalidad, tiene garantizada la paz y la felicidad, en esta y en la otra vida, este lugar ha sido motivo también para tantas reflexiones de nuestro tiempo, ya sea de documentos de los obispos argentinos, de cartas pastorales, que se realizan en Argentina desde hace un tiempo, como lo es el de las líneas pastorales para la nueva evangelización, o el documento Navega Mar Adentro, que van diciéndonos que tenemos que hacer de la iglesia una casa y escuela de comunión.

Hacer y experimentar que la iglesia es nuestra casa, que nosotros somos hijos, hermanos, que a través de la iglesia Cristo nos ofrece su corazón abierto para darnos todos los caminos de la gracia que necesitamos para nuestro crecimiento en la fe y para nuestra salvación. Esto tiene que ser una urgencia, un desafío continuo, esto de hacer de la iglesia una casa y escuela de comunión. El documento Navega Mar Adentro, va ha decirnos porqué la iglesia es casa y escuela de comunión.

Es casa porque es el lugar dónde hemos nacido por el bautismo. Se ha encargado de pedirles a nuestros padres que cultiven nuestra fe, que hagan crecer nuestra vida cristiana. Es escuela porque allí es dónde nosotros aprendemos, es el lugar nato dónde uno ama, aprende, se alimenta, comparte las cosas buenas y también las difíciles, siempre en la vida de convivencia y en la vida de comunidad hay cosas lindas, que nos agradan, pero también hay aristas para limar, hay situaciones que por allí uno tiene que arrancar, que convertir, que transformar, que corregir, es la vida de la convivencia humana.

Por eso es escuela, allí aprendemos. Y no nos podemos cortar solo en esto. Primer lugar de encuentro con Cristo es la iglesia, lo dice con énfasis los obispos en el documento de Aparecida, y hacen que uno se sacuda y se despierte a esta realidad, tan cercana y que a veces por allí, uno corre el peligro de querer prescindirla para cortarnos solos, cuando decimos tengo fe pero sólo, por mi cuenta, y esa fe corre peligro de que se corte y en el fondo se seque en ese aislamiento y soledad. La fe si no se vive en comunidad y enganchado en una realidad de familia, corre peligro. Por eso hay un pedido y un reclamo, es el primer modo en el que yo me puedo encontrar con Cristo. La iglesia es nuestra casa, en ella experimentamos que estamos en casa. Tenemos todo lo que es bueno y es motivo de seguridad y de consuelo.

Un segundo lugar de encuentro con Cristo, que aparece en el documento de Aparecida, es en la Sagrada Escritura, leída en la iglesia, palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo, es fuente de vida para la iglesia y alma de su acción evangelizadora. Desconocer la Escritura, es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo.

Por eso también el Papa nos invita al iniciar esta nueva etapa que la iglesia misionera tiene realizar en América Latina, que es una condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la palabra de Dios. Por esto nos tenemos que educar como pueblo en forma personal en la lectura y en la meditación de la palabra, porque ella se va ha transformar en alimento de nuestra fe. Va ha hacernos vivir una propia experiencia. Las palabras de Jesús que son espíritu y vida, van a transmitirnos una propia experiencia en este encuentro con Cristo, porque la palabra de Dios es viva y eficaz. ¿Cómo a través de hechos o de personas nos hemos encontrado con Cristo?

Que bien que nos hace experimentar desde lo concreto de nuestra vida, que el Señor nos sigue diciendo vengan y vean.

Realmente cada día necesitamos un momento y un motivo de encuentro con Cristo, lo vamos a necesitar siempre porque así es nuestro camino de conversión, San Agustín decía: “estamos en este estado de caminantes” y el estado de caminantes hace que por allí muchas veces tengamos que sentarnos a la vera del camino por que estamos cansados, que vayamos cargando con el polvo del camino cuando se hace largo, que tengamos a veces ayudar a quienes están a nuestro lado y se están cansando y uno tiene un poco mas de fuerza y lo carga, ese es el estado de caminantes, mientras vamos hacia Dios, hasta que el sea todo en todos y este plenamente en nosotros y mientras compartimos esto, compartimos los distintos modos de este encuentro con el Señor.

Cada día tenemos que experimentar que el Señor se hace presente para que podamos encontrarnos con El.

En este día, hemos visto la iglesia como nuestra casa, como lugar de encuentro y este encuentro con la palabra de Dios, que a veces uno tiene que ser conciente, a veces los católicos lo tenemos un poco olvidado o nos cuesta tener la Biblia a mano y tenerla en nuestro hogar, no como un libro que está en la biblioteca, sino en un lugar destacado, junto con una imagen bendita y poner una vela y tener esa palabra de Dios que es la luz de nuestra existencia.

Este encuentro con la palabra de Dios se hace necesario como una propuesta que hoy nos tenemos que hacer unos a otros, sin miedo, porque es un don que Dios nos da, su palabra es un don, asi como Cristo, la palabra eterna de Dios hecho hombre y se ha hecho don para nosotros los hombres, la palabra de Dios escrita es un camino de autentica conversión y de renovada comunión y solidaridad.

Esta propuesta será mediación de encuentro con el Señor, si se nos presenta la palabra revelada, contenida en la escritura, como fuente de evangelización, porque los discípulos de Jesús, que se nutren de este pan de la palabra, no solamente la utilizamos o la vivimos para cada uno de nosotros, sino que también la damos a conocer, la interpretamos adecuada y equilibradamente, bajo la influencia y la luz del Espíritu Santo, con la ayuda del magisterio de la iglesia.

Pero también la tenemos que dar a conocer, la damos como propuesta, en este camino de encuentro con esa palabra viva, San Pablo va a decir “una palabra que es viva y eficaz, que es como una espada de doble filo, aquello que toca lo hiere y entra a lo mas profundo de nuestra vida”.

Uno se da cuenta de esto, cuantas veces participamos en la liturgia, o en textos, cursos de pastoral bíblica y uno dice: “esta palabra, la han dicho por mí”, la han expresado porque yo lo necesitaba y por eso es palabra de Dios, porque es viva y eficaz, porque hoy nos ayuda a discernir aquello que nos toca vivir.

Y nos ayuda a sentirnos interpelados continuamente por Dios que quiere para nosotros este camino de hijos y de bienaventuranzas que como Padre desea para nosotros los hijos.

Que lindo que hoy nos podamos quedar con estos dos lugares de encuentro, en la iglesia que es nuestra casa, es nuestra escuela y en la palabra de Dios que es viva y eficaz y que siempre está a nuestro alcance, para que nosotros podamos escuchar lo que Dios quiere decirnos y para que experimentemos que Cristo esta vivo y esta vivo en su palabra y que cuando se leen las sagradas escrituras es Cristo el que me esta hablando y es Cristo el que esta invitándome para que venga y vea lo hermoso, lo maravilloso que es la vida, no excepta de cruces, de dificultades, pero si con sentido y ese sentido que solo Dios puede dar a la vida del hombre, ese sentido que solo puede tener el hombre, cuando experimenta que su vida tiene un rumbo y allí esta Cristo guiándolos.

Este encuentro quiere ser siempre una invitación.

Hace poco el Papa Benedicto XVI decía: “la certeza de que Cristo está conmigo, de que en Cristo el mundo futuro ya ha comenzado, también da certeza a la esperanza. El futuro no es una oscuridad en la que nadie se orienta, sin Cristo el futuro, es oscuro para el mundo.

Hay mucho miedo al futuro, el cristiano sabe que la luz de Cristo es más fuerte y por eso vive en una esperanza que da certeza y valor para enfrentar el futuro.

Queremos que acabe este mundo injusto, queremos que el mundo cambie profundamente, que comience la civilización del amor, que llegue un mundo de justicia y de paz, sin violencia, sin hambre, queremos todo esto, pero como podría suceder todo sin la presencia de Cristo.

Sin la presencia de Cristo nunca llegará un mundo justo y renovado.

Por eso este tema del discipulado de Cristo y de experimentar estos lugares de encuentro con Cristo, se hacen tan necesarios, porque es el modo en el que nosotros no solo vamos a contar con la certeza de esta presencia de Cristo, sino que también nosotros vamos a ser presencia de Cristo en el mundo.

Porque el documento de aparecida larga esta misión continental y nos dice hay que ser discípulos misioneros, porque es el modo en que en este tiempo concreto de nuestra historia, de nuestra vida como nación, como continente, Cristo se hace presente en este mundo convulsionado que necesita de El para ser transformado.

Y también cuando nosotros nos encontramos con Cristo lo hacemos presente en el mundo, a través de nuestros gestos, de nuestras palabras, de nuestras obras.

Cuando recién compartíamos el mensaje de tantos hermanos, tan bonitos, cuando nos decían me encuentro con Cristo en la pastoral con los enfermos, me encuentro con Cristo en la eucaristía o un encuentro con Cristo de otra formas que cada uno personalmente va cultivando, estamos viviendo este espíritu de ser discípulos, porque Cristo se hace presente en nuestra vida y a través nuestro después de esa experiencia lo hacemos presente ante los demás.

Y en el fondo es lo que hemos escuchado en el evangelio de hoy, Felipe que le dice a Natanael, su hermano, ven y veras, yo lo he encontrado a Cristo, ven y experiméntalo.

Y cuando Jesús los ve llegar, tiene una frase muy bonita de Natanael, este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez.

Porque Jesús nos conoce, conoce lo que cada uno de nosotros somos y nos ama como nosotros somos y porque nos conoce como nosotros somos, el mismo se hace lugar de encuentro y el mismo provoca, de acuerdo a nuestras necesidades, experiencias, situaciones, ese lugar para encontrarse con nosotros y darnos la fuerza de un evangelizador.

Terminamos con una oración que el Papa Benedicto decía con esta catequesis, que hacía en el pasado mes de Noviembre y esa oración la hacemos nuestra en el día en que visto estos dos lugares de encuentro, de acuerdo al documento de aparecida, la iglesia como casa y escuela y la palabra de Dios que es viva y eficaz.

“Ven Señor, ven donde hay injusticia y violencia, ven a los campos de refugiados, ven donde domina la droga, ven también entre los ricos que te han olvidado, que viven solo para si mismos, ven donde eres desconocido, ven y renueva el mundo de hoy, ven también a nuestro corazón, ven y renueva nuestra vida, ven a nuestro corazón para que nosotros mismos podamos ser luz de Dios, presencia tuya.

Oramos par que Cristo este presente hoy en nuestro mundo y lo renueve, que así podamos vivir este día concientes que el Señor sale a nuestro encuentro, que también a través nuestro quiere que le digamos a otros ven y ve, ven y experimenta, ven y veraz, como nos ha dicho el evangelio de hoy.