Los sueños, donde Dios habla

miércoles, 18 de diciembre de 2013

16/12/2013 – El sueño es una actividad mental involuntaria que se produce mientras dormimos.

Todas las culturas han buscado alguna forma de interpretar los sueños, por medio de profetas, videntes, oráculos, etc. A la interpretación de sueños se le llama oniromancia. Los griegos le atribuían gran importancia a esta práctica, y se conserva un manual de interpretación del siglo II a. C. En nuestros tiempos, cabe señalar la obra “La interpretación de los sueños” de Sigmund Freud que planteó la interpretación psicológica.

 

En la Biblia

 

“¿No son de Dios los sentidos ocultos? Contadme el sueño.(José en Gn 40,8)

 

En la Biblia se destaca que el sueño es un estado en cual el ser humano no puede ofrecer resistencia, y por eso Dios usa el sueño como un vehículo de comunicación, tanto a integrantes de su pueblo como a algunos paganos.

 

 

Por ej: Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor (Dn. 2) y José interpreta el sueño de Faraón.

 

Nombre José, en hebreo Iosef: Yavé quiere añadir

 

14 El Faraón mandó llamar a José, que sin pérdida de tiempo fue sacado de la prisión. Este se afeitó, se cambió de ropa y compareció ante el Faraón. 15 El Faraón dijo a José: “He tenido un sueño que nadie puede interpretar. Pero me han informado que te basta oír un sueño para interpretarlo”. 16 José respondió al Faraón: “No soy yo, sino Dios, el que dará al Faraón la respuesta conveniente”.

17 Entonces el Faraón dijo a José: “Soñé que estaba parado a orilla del Nilo, 18 y de pronto subían del río siete vacas robustas y hermosas, que se pusieron a pastar entre los juncos. 19 Detrás de ellas subieron otras siete vacas, escuálidas, de aspecto horrible y esqueléticas, como nunca había visto en todo el territorio de Egipto. 20 Y las vacas escuálidas y feas devoraron a las otras siete vacas robustas. 21 Pero una vez que las comieron, nadie hubiera dicho que las tenían en su vientre, porque seguían tan horribles como antes. En seguida me desperté. 22 En el otro sueño, vi siete espigas hermosas y cargadas de granos, que brotaban de un mismo tallo. 23 Después de ellas brotaron otras siete espigas, marchitas, delgadas y quemadas por el viento del este, 24 que devoraron a las siete espigas hermosas. Yo he contado todo esto a los adivinos, pero ninguno me ha dado una explicación”. 25 José dijo al Faraón: “El Faraón ha soñado una sola cosa, y así Dios le ha anunciado lo que está a punto de realizar. 26 Las siete vacas hermosas y las siete espigas lozanas representan siete años. Los dos sueños se tratan de lo mismo. 27 Y las siete vacas escuálidas y feas que subieron después de ellas son siete años, lo mismo que las siete espigas sin grano y quemadas por el viento del este. Estos serán siete años de hambre. 28 Es como lo acabo de decir al Faraón: Dios ha querido mostrarle lo que está a punto de realizar. 29 En los próximos siete años habrá en todo Egipto una gran abundancia. 30 Pero inmediatamente después, sobrevendrán siete años de hambre, durante los cuales en Egipto no quedará ni el recuerdo de aquella abundancia, porque el hambre asolará al país. 31 Entonces nadie sabrá lo que es la abundancia, a causa del hambre, que será muy intensa. 32 El hecho de que el Faraón haya tenido dos veces el mismo sueño, significa que este asunto ya está resuelto de parte de Dios y que él lo va a ejecutar de inmediato.

33 Por eso, es necesario que el Faraón busque un hombre prudente y sabio, y lo ponga al frente de todo Egipto. 34 Además, el Faraón deberá establecer inspectores en todo el país y exigir a los egipcios la quinta parte de las cosechas durante los siete años de abundancia. 35 Ellos reunirán los víveres que se cosechen en estos próximos siete años de prosperidad, y almacenarán el grano bajo la supervisión del Faraón, para tenerlo guardado en las ciudades. 36 Así el país tendrá una reserva de alimentos para los siete años de hambre que vendrán sobre Egipto, y no morirá de inanición”. (Gén cap. 41)

 

El anuncio en sueños a San José

 El sueño aparece en el Antiguo Testamento como el momento de la visita de Dios. Si tomamos por ej. el sueño de José (Gn 37,2-11) o las tradiciones rabínicas extrabíblicas sobre el nacimiento de Moisés, observamos que a través del sueño se revela el futuro y la misión de un personaje que será de­cisivo en la vida del pueblo. En el texto de Gn, la misión la llevará adelante José, que es quien tiene el sueño. En el sueño del padre de Moisés, la misión la realizará el niño que le va a nacer.

La perícopa que nos ocupa presenta una combinación de los dos elementos:

a. Misión del personaje que tiene el sueño

En esta escena (al igual que en las otras dos donde aparece José), las palabras del ángel le revelan a José algo que él debe hacer:

1ra escena   v. 20 no temas tomar contigo a tu mujer

v. 21 tú le pondrás por nombre Jesús

3ra. escena  v. 13 levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye
a Egipto

5ta. escena  v. 20 levántate, toma contigo al niño y a su madre y ponte en
camino…

b. Misión del niño que nacerá

Esta misión queda indicada por su nombre: Jesús, en hebreo  Yeoshuá: Yavé es ayuda, Yavé salva.

El texto traduce etimológi­camente para sus lectores de habla griega: porque el salvará. Esta explicación etimológica no tiene paralelos en la anunciación a María, ni en ningún otro texto del Nuevo Testamento. Pero Mt, siguiendo con la cuestión planteada en 1,1 sobre quién es Jesucristo, contesta a la pregunta desde la misión que Jesús llevará adelante. El título sotér (salvador) es un reconocimiento post-pascual de la comu­nidad, que Mt incluye como revelado ya desde la concepción del niño.

Como se puede observar en la estructura de las tres escenas, la reacción de José ante el mensaje del ángel es siempre un obrar. Aunque no sigan exactamente el mismo orden, en las tres escenas se dan estos elemen­tos:

Dios habla

José obra

La Escritura se cumple

Hay que notar que José no habla una sola vez. Sólo escucha y hace.

Nos encontramos entonces con una catequesis para estos judíos lectores de Ma­teo. También ellos se encontraban frente al dilema de cómo debían cumplir la ley, o, dicho de otro modo, como seguir siendo varones justos en su nueva con­dición. Mt les presenta la figura de José, el varón justo, que obra para que se cumpla la Escritura y el plan de Dios, porque no ha cumplido con la letra de la ley.

Esta reflexión ayudaría a descubrir mejor toda la hondura de José, un hombre justo que escucha la Palabra de Dios sin poner resistencia (siempre en sueños), y que, una vez escuchada la Palabra, obra, actúa y colabora para que la Escritura (el plan de Dios) se cumpla.

Como iglesia, invocamos a San José en su advocación de “patrono de la buena muerte”, pidiéndole nos asista para morir bien. La reflexión sobre estos pasajes de la Escritura, nos motiva a invocarlo para vivir bien, en conformidad con el plan de Dios. Así responderemos a lo que la Palabra nos propone, presentándonos a José, el hombre justo, y diciéndonos “levántate y ponte en camino”.