Marta, María y el encuentro con Jesús

miércoles, 11 de octubre de 2023
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11/10/2023 – El padre Juan Ignacio Liébana, párroco en la ciudad santiagueña de Campo Gallo y rector del santuario de Huachana, reflexionó sobre el pasaje bíblico del capítulo 10 Lucas, en los versículos del 38 al 42, donde Jesús visita la casa de las hermanas Marta y María en Betania. “Jesús no le reprocha a Marta su hacer cosas, sino su modo de hacerlas, de manera inquieta, ansiosa, preocupada, tal vez con algo de prisa, como sacándoselas de encima, tal vez con algo de búsqueda de sí misma, con el deseo de lucirse, destacarse, en comparación con los demás, con cierta agitación, con cierta autoexigencia”, aseveró el sacerdote porteño.

“Para no perder de vista a las personas, nos puede venir bien detenernos en cada servicio, introducir pausas para que no se nos desdibuje el sentido de nuestro servicio. En definitiva, el mejor aporte que podemos brindar es el de estar atentos y disponibles con amorosa atención a Dios y a cada hermano, sabiendo acoger al que viene, con nuestros gestos serenos, anclados en el presente, en el aquí y ahora, creando un ambiente cálido y hospitalario, para atender, lo mejor posible, al que viene de lejos, cansado, buscando un hogar, una casa, un ambiente materno y acogedor, de modo especial, después de dos años tan difíciles para todos”, dijo el padre Juani.

“En Huachana somos servidores de un santuario mariano, es decir, que servimos a María y deseamos, adoptar actitudes marianas, maternales y tiernas, como el acoger, el esperar, el abrazar, el mirar, el escuchar, el atender, el nutrir, el consolar, el sentir con el otro y desde el otro. Actitudes como mirar, escuchar, silenciarnos, detener el paso, contemplar, disfrutar nuestro estar en “tierra santa”, orar en silencio, interceder por cada persona que vamos sirviendo, rezando con y por ella, pueden ayudarnos a vivir mejor cada servicio”, indicó Liébana.

“María tal vez quedó envuelta en sí misma y no se centró en el Señor. Tenemos que ir a la oración para encontrarnos con Dios y quedarnos relamiendo nuestras propias heridas. El desafío de la oración y de la acción es salirnos de nosotros mismos para encontrarnos con alguien. Eso nos ayuda a superar nuestro narcicismo. Que nuestra acción tenga un carácter receptivo, que ese hacer también nos nutra el alma”, agregó.