Medallas y distinciones, ¿motiva o desmotiva a los alumnos?

jueves, 15 de diciembre de 2022

 

15/12/22- “No se trata de no ser competitivos ni de bajar el nivel. Se trata de saber qué funciona para motivar a los chicos y qué no”, dijo la especialista en educación y crianza Laura Lewin, en el programa “Acortando Distancias”.

 

¿Qué significa ser “el mejor alumno”?

“La competencia entre alumnos no desarrolla el amor por el aprendizaje. Al contrario, genera una sensación amarga para muchos chicos que no lo logran ese reconocimiento. Pareciera ser que la entrega de medallas fuese más para los adultos que para los chicos”, dijo Lewin.

En la escuela, las recompensas externas como las medallas, aniquilan la creatividad y atentan contra la motivación intrínseca. Por el otro lado, ¿qué sucede cuando son siempre los mismos alumnos lo que terminan premiados? Tal vez se genera una duda colectiva acerca de qué parámetros se utilizan para elegir a los ganadores.

 

No es la mejor nota lo que debe primar, sino el esfuerzo y la perseverancia

Si desde la escuela realmente creemos que todos los chicos pueden mejorar y aprender, entonces, tal vez debiéramos repensar las prácticas de reconocimiento.

El mejor alumno debiera ser el que ayuda, el que se adapta, el que ha podido desarrollar su resiliencia emocional, el solidario, el que se esfuerza y persevera a pesar de los desafíos u obstáculos, el que avanza a su ritmo, pero avanza, el que pide ayuda cuando la necesita. Es el que aunque se equivoque, lo intenta, participa, y se compromete. Por otro lado, ya sabemos que aprobar no siempre es sinónimo de aprender. Pueden estudiar, rendir y aprobar con un diez, pero si a los tres días se olvidan de todo, o si se copiaron, o si se saca un diez en inglés el alumno que vivió en Estados Unidos cinco años, aprobar no habrá servido como aprendizaje.

 

El foco en la motivación

Debemos cambiar el foco de la motivación. Lo que buscamos como educadores es que los chicos quieran aprender porque les gusta a prender, no que lo hagan por un premio. El premio debiera ser el aprendizaje. Los chicos necesitan llegar a su mayor potencial por ellos, no por una medalla a fin de año. Este es el cambio que debemos generar. Al alentar a los chicos a recibir una medalla, o ser abanderado, lo que reforzamos es la búsqueda del reconocimiento, y no del placer por aprender.

 

Algunas ideas para trabajar en casa

1. Esto que ocurre en las escuelas es un reflejo de lo que pasa en la vida real. Muchas veces, a pesar de que esfuercen, van a ver desfilar por delante de sus ojos a algunas personas que con menos esfuerzo, tienen mayores beneficios. Lo que debemos hacer, tal vez, es transmitirles que el esfuerzo, las ganas de superación y el kilómetro extra que deberán recorrer, es para ellos, no para el de afuera.

2. Antes de una premiación, conversen acerca de la posibilidad de no ganar o no ser premiado. De esta forma, los ayudamos a prepararse mentalmente en caso de no ganar.

3. Validemos sus sentimientos. Tienen derecho a sentir enojo, frustración, vergüenza y hasta angustia por no haber recibido un reconocimiento. La idea será la de ayudarlos a autogestionar estas emociones y a separar el resultado de su autoestima.

4. Enseñémosles a transformar los obstáculos en oportunidades: “¿te hubiese gustado ganar la competencia? Bueno, pensemos qué tenés que hacer el próximo año para ganar”. En la vida, a veces se gana, y a veces se aprende.

5. Acompañémoslos en el manejo de la frustración; esto es, enseñarles a fracasar con dignidad. Sí, debemos enseñarles a los chicos a tolerar el malestar que genera no lograr lo que uno quiere y poder capitalizar la enseñanza que eso nos deja.

6. Reforcemos que ellos son responsables de su esfuerzo, no del resultado.

7. Lo interesante es que aprendan a no depender de las medallas que alguien les pueda poner. Que sean ellos quienes puedan medir su esfuerzo y su perseverancia para lograr lo que quieran. Es decir, que sean ellos quienes se cuelguen sus propias medallas.

“La resiliencia emocional es una de las habilidades más importantes que deben desarrollar los niños. Es la capacidad que tiene una persona de recuperarse frente a la adversidad y seguir adelante. Como adultos, debemos preparar a nuestros hijos para la vida. No ganar una medalla o un premio puede ser una experiencia en la cual nuestros hijos ensayen la resiliencia emocional. Esto implica capitalizar los desafíos y los obstáculos para volverse más fuerte y estar mejor preparado para una vida llena de sorpresas. Sin embargo, como educadores, debemos pensar qué practicas funcionan y cuáles no. La escuela debe ser un lugar para aprender y para hacerse de amigos, no para generar una rivalidad que nada tiene que ver con la motivación”, finalizó la especialista.

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