14/07/2025 – El miércoles 9 de julio a las 22.30 hs. iniciamos un nuevo programa dedicado a los mártires riojanos, con la conducción de la religiosa Silvia Somaré, de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, de la familia de Madre Catalina de María Rodríguez. Todos los miércoles de julio y agosto recorreremos la vida de estas cuatro personas que dieron la vida por Jesús.
Bajo el nombre de “Memoria viva de los mártires riojanos”, el programa busca hablar de ellos, cuatro personas de diferentes vocaciones, un sacerdote diocesano, un sacerdote franciscano religioso, el obispo Angelelli, y un laico, sería como una comunidad sinodal, que dieron su vida por Jesús, por el evangelio, y por sus hermanos. La hermana Silvia expresó al comienzo del programa: “Tuvieron un quién, por quien dar la vida, más que por un por qué. Y bueno, vamos a aprender a vivir como bautizados a tope, como vivieron ellos. Al menos escucharemos testimonios de eso”.
En el primer programa, para conocer el contexto social en el cual vivieron. ¿Por qué los mataron? ¿Qué pasaba en la Argentina, y particularmente en La Rioja en esa época? ¿Qué ocurría con la iglesia argentina y universal también? La Hermana Silvia entrevistó a la historiadora y escritora Gabriela Peña: “Bueno, aquí contanos un poquito, y para eso te hemos citado, porque has estudiado, has conversado con mucha gente en la Rioja, has escrito libros, desde tu ser historiadora contaron cómo era la Iglesia, cómo era la sociedad riojana en la época de Angelelli, en la época de Murias, Longueville y Wenceslao”, compartió la Hna. Silvia.
Gabriela expresó: “Angelelli fue obispo entre 1968 y 1976. Esa es la época en la que estamos. La sociedad riojana es una sociedad en esa época muy conservadora. Hay una población en la provincia de la Rioja con una enorme mayoría de población rural, pero tenemos que pensar en el pequeño productor rural, la persona que tiene algunas cabras, un pequeño terreno donde tiene algún cultivo de nogal, de olivo. Y hay también una explotación minera donde hay mucha mano de obra que se dedica a la minería. Entre las mujeres, la mayor parte de las que trabajan, trabajan en servicio doméstico y un detalle no menor es que la falta de oportunidades económicas hacía que mucha gente se fuera de la provincia. Por otro lado, la tierra en la provincia estaba concentrada en muy pocas manos. O sea, pocas familias propietarias de la mayor parte de la tierra. Y también estas familias eran las que concentraban el acceso al agua. Hay que recordar que la Rioja es una provincia muy seca donde hay pocos cursos de agua en relación al terreno disponible y donde la posibilidad de hacer llegar el riego era bastante difícil y por supuesto era muy costosa. La gente de la Rioja que estaba en esa época dice que era mucho más caro tener agua que comprar tierra. Entonces esta situación era una situación de bastante desigualdad social. Una desigualdad que se había mantenido por siglos. Era heredada. De algún modo unos nacieron pobres y son pobres y otros nacieron ricos y son ricos. La verdad es que la iglesia hasta entonces no había sido un factor de cambio o de cuestionamiento en la sociedad riojana. Más bien al contrario, había sido un factor como de conservación del status quo. Sí se enseñaba por supuesto el que es rico tiene que ser bondadoso, caritativo, tiene que compartir con los demás, pero un compartir que fuera comparto lo que yo quiero hasta donde yo quiero, lo que a mí me parece, y siempre que no pierda yo mis privilegios, ¿no? Está todo bien con que los otros puedan vivir, pero que no me toquen a mí (…) Una sociedad muy desigual donde nadie se cuestionaba la desigualdad.
Y ahí llega Angelelli a La Rioja, como obispo. Venía de ser obispo auxiliar en Córdoba. Formador del seminario y demás que había hecho un poquito de lío ahí, había tenido sus diferencias con los obispos y con algunas familias influyentes también. Angelelli llega a la Rioja en el año sesenta y ocho. Hay que recordar que el concilio terminó en el sesenta y cinco. Y el participó del concilio como obispo auxiliar de Córdoba. Él es uno de los firmantes del Pacto de las Catacumbas. Un acuerdo, un documento que escribieron algunos padres conciliares donde hacían como más profundo el compromiso de la iglesia con los pobres. Al mismo tiempo que llega Angelelli a La Rioja es cuando se hace la conferencia de Medellín (…) Y paralelamente, había democracias muy frágiles y fuertes dictaduras. En este escenario político que se vive en Latinoamérica y también en Argentina, donde muchos intentan hacer este movimiento de lucha por mejorar las condiciones de los pobres. Donde muchos participan de lo que es la movida colectiva, donde se enseña que lo comunitario es el modo de salir adelante. Para los que se han formado en esta doctrina que decíamos recién de la seguridad nacional, todo lo que hable de comunitario tiende a comunismo. Aunque no tenga nada que ver con la doctrina marxista, comunista, pero lo ven así, todo lo que tiene que ver con que la gente se organice y quiera cambiar la situación que se vive se ve como subversivo comunista, peligroso para el orden establecido, porque quiere un cambio. En ese contexto socio-político aparece Angelelli, que llega con todas las ideas del Concilio que precisamente son esas, las ideas de lo comunitario, las ideas de la dignidad de la persona, de que no se puede uno resignar a que algunos vivan en la miseria y otros vivan en la opulencia (…) ¿Qué sucede? Angelelli llega y pone a toda la iglesia riojana en estado como de asamblea. Dice, todos tienen lugar, pero los viejos y tradicionales movimientos, grupos, tienen que pararse a pensar cómo van a vivir su misión en esta iglesia nueva, donde se vive la comunión y la participación de todos en igualdad, donde todos son parte, los pobres no son destinatarios del anuncio del Evangelio, son protagonistas del anuncio del Evangelio. Todos son parte, pero además Angelelli hace otra cosa, además de pedir que todo el mundo revise su manera de entenderse a sí mismo, que es lo que había hecho la iglesia, revisar su propia manera de entenderse a sí misma, eso había hecho en el concilio. Iglesia, ¿qué dices de ti misma? Claro, entonces, además de pedir eso, Angelelli plantea otro tema que había salido en el concilio y que había salido en Medellín, que es la dignidad humana, es parte de la voluntad de Dios, que los hombres vivan bien hoy, ahora, aquí, en la tierra, en este mundo, no solo en la vida eterna”.
En diálogo con la hermana Silvia, Gabriela contó que Angelelli promueve que las personas se organicen, ya sea en cooperativas, en sindicatos, en agrupaciones de diversos tipos, que permitan vivir mejor. “Por eso la Iglesia riojana, en esa época, empezó esta movida de, bueno, ir como organizando a la gente, y fue un compromiso de la Iglesia (…) Eso hizo que mucha gente de las familias tradicionales, que veían que todos estos movimientos tocaban sus intereses económicos, y más que económicos, su posición social, su posición dominante, su espacio de poder. Todos los que veían que esto se veía alterado, empezaron a ver en Angelelli y en la Iglesia que él tenía a cargo, un enemigo. Porque veían que la Iglesia, vamos a decirlo en un lenguaje muy llano, (4:19) avivaba a la gente, ¿no? Le daba elementos, les daba instrumentos, los formaba, les enseñaba a pararse de otro modo. Es importante destacar que cuando la gente se siente tan afectada, incluso llegan a denunciarlo en la Santa Sede, diciendo que estaba enseñando comunismo. El Papa manda a Monseñor Saspe como su delegado, y Monseñor Saspe dice con toda claridad lo que sucede en la Iglesia de la Rioja, es lo que dice el Concilio y es el Evangelio de Jesús. ¿Qué pasa? ¿Cómo se traduce esto? Empieza una persecución total contra a Angelelli y contra la Iglesia. Ponen presos a los curas, a las religiosas, a los catequistas, los torturan, los golpean, los amedrentan de todos los modos posibles. La calumnia contra a Angelelli en unos cuantos diarios son impresionantes. Y, por otro lado, la dictadura ve que esta iglesia que les molesta, hay que acabar con ella. ¿Por qué? Porque en la dictadura, todo lo que oliera a comunismo, como dije recién, en un sentido de lo comunitario, participación popular, todo era tachado de comunista y subversivo. Todo lo que proponía un cambio se llamaba subversivo y se lo veía mal. El asunto es que, en ese contexto, vivimos en la época postconciliar, toda la iglesia universal estuvo dividida entre los que entendían de un modo y de otro modo el concilio. Entonces, una época muy conflictiva para la iglesia. Fue una opción radical la de Angelelli por ser fiel a la iglesia y al evangelio de Jesús, aunque algunos creyeran que no era fiel a la iglesia, ¿no? Porque muchos decían, no, bueno, se aparta de la enseñanza de la iglesia, pero la iglesia había hecho un proceso de cambio, estaba haciendo un proceso de cambio que muchos no podían ver, o no querían verlo, eso no sabemos, ¿no? Por eso es que hay que ponerlo en contexto”.
Palabras de Monseñor Marcelo Colombo
La segunda persona que participó en el primer programa de los mártires riojanos, fue Monseñor Marcelo Colombo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, arzobispo de Mendoza. Fue obispo de la Rioja en el periodo en que se hizo todo el juicio de beatificación de los cuatro mártires.
Y esto expreso Monseñor Colombo: “Al llegar a diócesis de la Rioja, en el mes de septiembre del 2013, me enteré que en pocos días comenzaban las audiencias por la causa de la muerte de Monseñor Angelelli. No se me había dicho nada al respecto y claramente la diócesis era querellante en esa causa, lo cual significaba un involucramiento pleno de parte del obispo y de sus colaboradores en la prosecución de esa causa, en el esclarecimiento de los hechos que llevaron a la muerte de Monseñor Angelelli. Por otra parte, también se me avisó que mi predecesor, Monseñor Rodríguez, había terminado la causa de instrucción de la canonización de los mártires riojanos, excepto de Monseñor Angelelli, que esperaba la finalización de la causa civil. Era entonces una causa iniciada para esclarecer el martirio, en términos canónicos, del padre Murias, del padre Longueville y del laico Wenceslao Pedernera. Faltaba entonces de mi parte hacer el voto conclusivo y llevar a Roma, lo cual se haría en los meses sucesivos. La percepción que tuve era, en primer lugar, de una expresión eclesial muy fuerte de martirio por causa de adhesión al Concilio Vaticano II. Aquella respuesta tan apasionada, tan evangélica, de Monseñor Angelelli a los encargos, a la sensibilidad, a las opciones del Vaticano II, habían encontrado eco en sus colaboradores. Y estos dos sacerdotes, el padre Murias y el padre Longueville, que actuaban al momento de su muerte, de su asesinato en Chamical, eran una expresión de ello, lo mismo que el laico Wenceslao Pedernera, que actuaba en la zona de Sañogasta. Allí estaba su domicilio, allí sería asesinado.
La conexidad de las muertes, todas en pocos días, nos hace notar también una voluntad decidida de suprimirlos, de suprimir una expresión eclesial y de suprimir también todo anhelo de imitar o seguir esa línea de adhesión al Concilio Vaticano II, de renovación de la iglesia, de participación de todos en el crecimiento del reino de Dios, en las opciones del reino de Dios para las iglesias y para la sociedad. Cuando analizamos las fechas, nos queda claro que hubo una seguidilla. El 18 de julio en Chamical son secuestrados y posteriormente asesinados Gabriel Longueville, sacerdote francés, y Carlos Murias, sacerdote cordobés, fraile, franciscano conventual.
El 25 de julio del mismo año, frente a su esposa e hijas, es asesinado Wenceslao Pedernera en Sañogasta. Y el 4 de agosto del año 76, a pocos días, es asesinado en Punta de los Llanos, monseñor Enrique Angelelli. Esa seguidilla dolorosa, trágica, nos revela entonces un momento de la iglesia en la Argentina de máxima tensión y dramatismo, que pronto fue silenciado por distintos motivos, por parte, por supuesto, de las autoridades de entonces, de la dictadura militar, y el silencio, la perplejidad de muchos, frente a un hecho que con el tiempo se revelaría clarísimo, cómo fue la muerte, la supresión, a Enrique Angelelli.
La historia entonces de estos mártires riojanos tan conectadas con una opción eclesial, me parece que nos hace notar el valor de una beatificación en común, y también a veces se pregunta por la fecha de la que hacemos memoria de ellos, el 17 de julio. La fecha de los asesinatos no podía haber sido elegidas porque tenían otras memorias litúrgicas, y entonces se eligió el día del nacimiento de monseñor Angelelli, como una fecha unificada para los cuatro. Pero hay que destacar un elemento por el cual fue propuesto, porque en el último año de su vida, los que lo amenazaban le dijeron a monseñor Angelelli una carta que para su cumpleaños iba a recibir un regalito, y eso está conectado con la muerte de los curas Longueville y Murias, son las mismas fechas, 18, 17. El dolor frente a estas muertes, que todavía no cesa, las familias que recuerdan, los amigos que evocan aquella tragedia, no pueden sino también animarnos a una respuesta de fe consecuente con nuestras convicciones de una iglesia, toda comunión, toda participación, que es la idea del Vaticano II”.
¿Qué es ser beato, que es ser mártir?
Al terminar el programa la hermana Silvia comparte sobre ser beato y ser mártir: “Cuando hay una persona que tiene fama de santidad, que tiene fama de bueno, que su vida ha dejado huellas profundas en su andar por el Evangelio, se inicia como un juicio, también se inicia la causa de beatificación, es como un juicio en el cual se llaman testigos, que hayan conocido a las personas, se buscan documentos, toda una serie de información en la diócesis en la cual murieron, en la cual desarrollaron su actividad. Todo eso que se llama causa, se manda a Roma. Allá en Roma tienen que ver una serie de peritos teólogos, peritos de derecho canónico, para ver realmente si esto es viable, si es realmente así, porque también eso es la seriedad de la Iglesia. Y, sobre todo, el primer paso es descubrir, o ver, si estas personas con fama de santidad han vivido las tres virtudes teologales, la fe, la esperanza y la caridad, de modo heroico. Cuando eso se demuestra, es nombrado venerable.
Después, de venerable, se busca que esta persona, que estas personas, o la persona que se le presentó la causa de beatificación, se pueda comprobar su mediación ante Dios a través de un milagro. Es decir, los milagros realmente generalmente son curaciones de enfermedades, o sea, cosas comprobables, fehacientemente, científicamente, entonces es cuando, bueno, se presentan diferentes instancias, se estudian esas gracias, que, en el caso de ser aprobado como tal por todas estas instancias del Vaticano, que en este caso también incluye una junta médica, esta gracia es un milagro, y allí pasa a ser beato. Y para ser santo, justamente, hace falta demostrar también este milagro de Dios, porque lo hace él por mediación de estas personas, para ser santo hace falta otro milagro.
Pero en el caso de los mártires, no hace falta milagro para ser beato. Los mártires riojanos, una vez que se demostró que tenían vivida en grado heroico la fe, la esperanza y la caridad, por el hecho de haber derramado su sangre por un por quien, que era Jesús, y no un porqué, digamos con algo más profundo, más hondo, que habían vivido su fe bautismal de un modo tan decisivo, hasta derramar de forma cruel, de forma cruenta su sangre por Jesús, no hace falta el milagro. Ese testimonio de fe hasta la muerte es suficiente para que esta persona, que es declarada, es venerable, sea declarada beato. Es lo que ocurrió con los mártires, beatos mártires riojanos. Entonces, y después, ahora sí, nuestros beatos mártires, hay que pedirles que trabajen en el cielo, que nos alcancen milagros, para que sean declarados santos. Con uno de ellos, como son compañeros de martirio, con uno de ellos que haya intercedido por un milagro, serían santos los cuatro. Así que hay que pedirles gracias a ellos, y, sobre todo, bueno, darlos a conocer.
Te invitamos a ver el programa completo para iniciar en el conocimiento de los cuatro mártires riojanos.