“Mi vida va a ser vivir para Dios”, Siervo de Dios Pascual ‘Manolo’ Perrín

sábado, 17 de julio de 2021
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17/07/2021- Esta semana en “Historias de santidad conocimos la vida del Siervo de Dios Pascual Manuel Perrín, laico, esposo y padre de familia.

Dialogamos con una de sus hijas, María Teresa Perrín, y con Gustavo Rodriguez, amigo de la familia y autor de un libro sobre la vida del Siervo de Dios. Ambos nos brindaron una semblanza, trajeron emotivos testimonios y anécdotas de Manolo, como lo llamaban cariñosamente.

“Mi papá era una persona muy generosa, un hombre de carácter firme, era auténtico y alegre. Uno de mis hermanos dice que papá siempre estaba alegre, afrontaba el dolor pero siempre estaba contento, aunque pasara un mal momento. Eso es también por el descubrimiento de Dios amor que hizo en su vida. Ése era el secreto: poner a Dios  en primer lugar y creer particularmente en su misericordia“, nos compartió María Teresa.

Pascual Perrín nació en Saldungaray, al sur de la Provincia de Buenos Aires, el 1°de Junio de 1925. Por razones de fuerza mayor, transcurrió parte de su infancia lejos de su familia. Vivió su adolescencia con unos tíos ateos a los que admiraba y, a partir de entonces, también él se declaró no creyente. Angelita –que luego fue su esposa- lo acercó a la fe, a la que finalmente abrazó atraído por el mensaje del Evangelio. Cuando se encontró con el Movimiento de los Focolares, su primera gran sorpresa, en la nueva espiritualidad, fue el descubrimiento de que “Dios es Amor” y que es un padre que ama más allá de todo.

“Me gusta esto de que sigan nombrando a Manolo como Pascual, no sólo porque ése era su nombre sino porque él era un hombre ‘pascual’. Él vivió el dolor físico y espiritual en todas las cosas que le pasaron, como sus problemas serios de salud y la pérdida de su hija Cecilia. Como dice el Papa en Gaudete Et Exsultate, él vivió el dolor en clave de resurrección”, señaló Gustavo.

“Tenía un lenguaje sencillo pero lleno de imágenes que llegaban al alma. Por ejemplo, decía que “uno puede vivir en una patio cerrado y no ver nada para afuera, pero puede poner una escalera y mirar. Eso es vivir en Dios, poner una escalera y ver las cosas desde otra dimensión”. También solía decir, al hablar de la vida sin Dios, que ‘corremos tras espejismos’.

“Cuando Manolo se jubiló joven, porque él había hecho varias incursiones en Antártida como maquinista de buques, todos le sugerían que buscara algún trabajo que después le permitiera tener vacaciones más largas o un mejor nivel de vida pero, ante la familia y amigos, él dijo: Mi vida va a ser vivir para Dios’. Y eso fue lo que hizo: recorrer Punta Alta de punta a punta, ir por las calles, parar a las personas para darles una página fotocopiada del Evangelio o la ‘Palabra de vida’ (una frase que tenemos todos los meses en el Movimiento de los Focolares)… siempre tenía algo para dar a los demás”, relató emocionado Gustavo.

“No pasaba desapercibida su mirada y su sonrisa. Muchos definieron la mirada de Manolo como una mirada penetrante que te leía el alma.”

Podés conocer más de la vida de Manolo Perrín ingresando a la web de Focolores Cono Sur

Te invitamos a esuchar el programa completo en el audio al inicio de esta nota.