28/12/2018 – El padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita y Superior de la Compañía de Jesús en Córdoba, reflexionó sobre la importancia de saber aprovechar el tiempo de Navidad y el comienzo del año nuevo, para hacer un examen sobre nuestra vida y los caminos a transitar, diciendo que “Tiempo de Navidad, tiempo de Año Nuevo, siempre es un tiempo propicio para que puestos frente al Niño, mirándolo, nos preguntemos: ¿Cómo llego a este final de año? ¿qué ha sido mi vida en este año? ¿en qué he ganado o crecido? ¿en qué he perdido o me he estancado?”.
“Por otro lado -dijo- se nos juntarán en estos días y en estas fiestas, nuestros recuerdos lindos de infancia y recuerdos de los que ya no estarán, nuestras ganas de ser más buenos y la pena de ser siempre los mismos pecadores, egoístas… el cariño de los que nos quieren y queremos y se notará también lo que hemos permitido que durante el año haya quedado sin resolverse, sin reconciliarse… el deseo de tener a Dios en el corazón y la tristeza de haberlo, quizás, exiliado de nuestra vida”, indicó el sacerdote.
“Posiblemente -dijo el padre Ángel- nos ha quedado una sensación de manos vacías, aquello de lo que Bernanos llamaba <el dulce milagro de las manos vacías>. Vacías, porque lo dimos todo y entonces, nos queda agradecer al Señor o porque sentimos que no hicimos nada duradero, nos fuimos en hojas y flores, y no dimos fruto, entonces pedir perdón, y en vez de quedarnos lamentándonos estérilmente, ofrecer nuestras manos al Señor para que Él las bendiga, las limpie, para que no se cierren, sino que conservándose abiertas, Él las pueda llenar de nuevas semillas de amor y mirando hacia adelante salir una vez más a sembrar empecinadamente”.
Citó la reflexión que hace Zulma de Alvera sobre la importancia de recorrer con memoria agradecida el año que termina:
<En este año nuevo no borremos lo que aprendimos a fuerza de dolor en el 2018, que no olvidemos el gozo de los buenos momentos, que intentemos un 2019 con proyectos que se cumplan, apreciemos los afectos de quienes tenemos cerca, acompañemos a los que sufren, recemos por los que cruzaron a la otra orilla, amemos y protejamos a los niños -especialmente en el día de los Santos Inocentes- los niños por nacer y a los niños nacidos>.
“En definitiva poder ser felices”, concluyó el padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita.
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