08/05/2025 – Nacer y renacer del Espíritu Santo es volver al origen, es dejarnos gestar de nuevo en lo profundo del alma. No importa cómo fue tu experiencia materna: el Espíritu puede renovarlo todo. Trae novedad, da vida, consuela, transforma. Hoy es tiempo de volver a nacer desde adentro.
Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: ‘Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes’.
Juan 16,12-15
El Espíritu Santo viene a revelarnos la presencia femenina materna del Dios que educa y pedagógicamente acompaña a su pueblo.
El Espíritu Santo tiene la característica de ser misterio de bondad, de suavidad, de condescendencia, de cercanía de Dios y también misterio de quietud, de serenidad..El Papas Inocencio III en su pontificado exclamaba: que dulce es éste Espíritu y que agradable y suave. Solo lo conoce quien lo ha saboreado. Es como miel al paladar. Así es la experiencia de estar vinculado al Espiritu Santo. En la lengua semita espíritu es un nombre femenino lo cual ha hecho que en ciertos ambientes se desarrolle una rica doctrina del Espíritu como madre que educa y que acompañe.
Cuando en el pecado nos apartamos de Dios el Padre también nos apartamos de ésta benigna madre, dice un texto antiguo. Nos perdemos del dulce y adorable hermano: Jesús. El Espíritu nos enseña a clamar Abbá y así se comporta como una madre que enseña a su hijo, su niño, a decir papá. Si el Espíritu mueve nuestro corazón a decir papá se comporta como madre que le enseña al hijo a repetir éste nombre hasta que consigue a llamarlo al Padre por eso que lo identifica y lo pueda convocar también hasta en los sueños. Esta tal vez sea una de la verdades más hondas y más profundas que nos acerca la realidad del Espíritu en la búsqueda de su presencia en nuestra vida o en el anhelo de que se manifieste desde ese lugar de interioridad donde habita en nosotros con mayor plenitud para alcanzar lo que Jesús nos invita a alcanzar en éste tiempo, la transformación de la propia vida y ser partícipes con El de la transformación del mundo solo por ésta intima presencia del Espíritu en el corazón, solo por la Gracia de ésta intima, dulce, saludable, cercana presencia materna femenina, presencia del Espíritu Santo nosotros podemos de verdad ser transformados y participes de la transformación por su Gracia en el mundo.
Gime el Espíritu en nuestro interior, está clamando desde aquellos lugares donde la vida se experimenta como un parto, como una dolorosa experiencia de tránsito hasta que aparezca lo nuevo que estamos esperando. Todos nosotros de alguna manera nos vamos pariendo en la vida, nos vamos dando a luz, participando de ese crecimiento. Desarrollo. A veces lo hacemos más concientemente otras veces mas inconscientemente.
Donde sentís que la vida en su parirse está clamando por lo que anhela, espera, desea desde hace tiempo? A ese lugar le pedimos que venga el Espíritu con sus gemidos. Allí donde se va pasando de una etapa a otra de la vida. Allí donde se deja de ser adolescente para ser joven, de joven a adulto, donde la vida adulta se hace vida de la tercera edad, donde la tercera edad se abre a la eternidad muchas personas tienen conciencia de que en la tercera edad se están abriendo al cielo como el último parto para que aquí, como dice Menapace, lloremos mientras uno se va para que él yéndose se alegre del abrazo de la eternidad. Al revés de lo que ocurre cuando en el primer parto de la vida unos lo reciben al que viene con el gozo y alegría de su nacimiento mientras el llora por dejar el placentero seno materno. Así también en la vida toda hay un parto que va desde el primer nacimiento al último nacimiento a la eternidad en contínuos estar naciendo nuestros. Son los tiempos de crisis, tiempos duros y difíciles de tránsito de etapas en etapas, de momentos en momentos, de escenarios en escenarios donde se siente éste parirse. Que el Espíritu venga para que ese parto sea en Dios. Pensá sencillamente donde el Espíritu viene a gemir en tu vida en éste tiempo. Son los momentos donde las promesas de Dios pueden llevarse a su plenitud porque Dios en ese natural proceso de estar dándonos a luz participa para configurarlo según su propio proyecto.
Desde el primer parto cuando nacemos al último parto cuando aparecemos en la eternidad en el medio un montón de parimientos, de crecimientos, madureces nuestras que a través del Espíritu toman el rostro del proyecto de Dios en nuestra vida
Cuando nosotros decimos clamar por la presencia del Espíritu en aquellos lugares donde la vida se va dando a luz en su crecimiento y desarrollo hablamos de una presencia de intimidad. Ruah como inspiración, soplo significa, lo más íntimo, lo más secreto que hay en Dios, lo más íntimo y secreto que hay también en nosotros, principio vital, alma nuestra. En éste sentido está escrito que nadie conoce lo íntimo como dice 1 Corintios 2,2 a no ser el mismo Espíritu. Al prometer el Espíritu Santo Jesús ha dicho el Espíritu vive y está en ustedes, el les enseñará todo. Recibamos ésta revelación de intimidad, de presencia no como algo que pasa sino como presencia estable que trae estabilidad
El mismo Espíritu que viene a habitar en nosotros va configurando en nuestro ser en la medida que tomamos conciencia de lo que hace falta para su propia presencia. El se hace huesped de nuestra alma colabora para que su hospedarse con nosotros que le da sentido nuevo a nuestra vida sea un lugar realmente muy habitable para nosotros y para otros, para todos los que entran en contacto con nosotros.La inhabitación del Espíritu Santo en lo íntimo del corazón la ruah, como presencia íntima en lo más profundo de nosotros mismos, es una intimidad para dar la bienvenida a todos los que se acercan, como cuando uno está en un ambiente cálido que da gusto permanecer, estar, disfrutar, así el Espíritu quiere llenar nuestros pensamientos, sentimientos, afectos, decisiones, compartires vinculares, esperanzas de camino, sueños de sociedad distinta, compromiso por transformarla, de esa calidez que brota de la experiencia de lo íntimo que no es el intimismo que encierra, atrapa, que miente y que lejos de hacerse difusivo en su expresión se hace implosivo en su manifestación, nos hace implotar en nosotros mismos
En éste sentido hay como una cierta tendencia de corrientes espirituales escapistas lejos de la experiencia de la Encarnación de Jesús que tienden en nosotros como invitarnos al encierro, invitarnos al mecanismo de defensa desde una falsa espiritualidad. Es la espiritualidad autoreferencial
Llamados a pasar de la intimidad de lo íntimo del Espíritu como lugar de calidez a la apertura de toda la
Si tuviéramos que definir el tiempo de tránsito a la nueva humanidad que se está gestando en éste cambio de época desde algún lugar que el Espíritu que lo identifique sería inquietud por lo desconocido, por lo nuevo. Hay una inquietud que sacude nuestro ser propia del ritmo de cambio que además es con una cierta aceleración y que nos desconcierta a la que vamos a ir adaptándonos a nuevos escenarios donde somos invitados a participar y poner la vida. En éste ámbito el Espíritu aparece como quietud en medio de nuestra inquietud. El corazón está inquieto. Quiere decir está insatisfecho. Anda buscando, anhela ésta presencia de descanso donde uno se sosiega En la secuencia de Pentecostés lo invocamos al Espíritu como Paráclito es decir descanso de nuestro esfuerzo. Es el que nos descansa en nuestro esfuerzo. El aspecto de fuerza es la dulzura y la intimidad de su dinamismo y es al mismo tiempo el Espíritu que tiene un costado de quietud, de reposo.
El Espíritu viene a nosotros en ese sentido como un suave viento. Hermano viento le llamaba Francisco de Asís. Sabemos que ocurre cuando sopla un viento impetuoso: los árboles se doblan, los robustos cedros del Libano intentan resistirse y se quebrantan, dice la Palabra, pero cuando el suave viento roza nuestra frente en medio de un día de calor por ejemplo y con su frescura nos visita uno puede respirar profundo y expresar en ese respirar profundo el alivio que pierde todo su ser. En estos tiempos de agitación, de inquietud, de desconcierto y de cambios, de búsquedas y de preguntas podemos orarle al Espíritu como viento suave que descansa, que reposa, que termina con aquello que no nos permite reposar ni descansar. Suele ser nuestra rebeldía interior crispada, interiormente nos hace andar a un ritmo que no es natural, no es normal, que nos saca de nosotros mismos. Raniero Cantalamesa cuenta su experiencia cuando estaba por escribir un texto al Espíritu Santo como fue a un lugar donde podía reposar y estaba yo, dice e observar él, pensando escribir éste texto y las gaviotas que circundaban aquel paisaje me enseñaron como hay un soplo del hermano viento de Francisco. Las descansaba y planeaban casi inmóviles por el mar por encima de los acantilados y tenía ante mis ojos la misma imagen que el escritor sagrado tenía en su mente cuando dijo que desde el comienzo del mundo el Espíritu aleteaba sobre las aguas . Se cierne sobre las aguas el viento y se dejan llevar por eso pueden volar durante horas sin cansarse y alcanzar velocidades muy elevadas ¿no nos dice nada esto.
Oh Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, como debo decirlo,
lo que debo callar, como debo actuar,
lo que debo hacer para gloria de Dios
y de las almas y mi propia santificación
Espíritu Santo dame agudeza para entender,
capacidad para retener, método y facultad
para aprender, sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar, dame acierto al empezar,
dirección para progresar y perfección al acabar.
Amén
Decía Juan Pablo II “Yo desde pequeño aprendí a rezarle al Espíritu Santo. Tenía 11 años. Me entristecía mucho porque era muy dificultoso para mi las matemáticas. Mi padre me mostró en un libro el h Ven Creador y me dijo: rezalo y veras que El te ayudará a comprender. Llevo 40 años rezando éste himno todos los días y he sabido lo mucho que ayuda el Divino Espíritu
Ven Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles,y llena de la Divina Gracia los corazones que tu mismo creaste. Tu eres nuestro consolador. Don de Dios altísimo, fuente viva,fuego, caridad, Espirritu, unción. Tu derramas sobre nosotros los 7 dones. Tu el dedo de la mano de Dios, tu el prometido del Padre, tu que pones en nuestros labios los tesoros de tu Palabra enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu Amor en nuestros corazones y con tu perpetuo auxilio fortalece nuestra débil carne. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, se tu mismo nuestro guía y puesto bajo tu dirección evitaremos todo lo nocivo. Por ti conozcamos al Padre y también al Hijo que en ti Espíritu Santo de entre ambos creamos en toda tiempo. Gloria a Dios Padre y al Hijo que Resucitó, el Espíritu Consolador por los siglos infinitos. Amén
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