23/06/2025 – ¿Sentís que cada vez delegás más tareas mentales a los dispositivos? ¿Te preocupa que, en esta era digital, tu cerebro se esté «atrofiando» por tanta «comida rápida cognitiva»? En el ciclo «Un mundo artificial, ¿una sociedad más humana?», te presentamos a Ezequiel Romano, especialista en tecnología y divulgador de IA, quien nos invita a reflexionar sobre un concepto clave: la delegación cognitiva. Él nos propone una «dieta» para nuestro cerebro, una forma de mantenerlo ejercitado y creativo, para que la inteligencia artificial sea un copiloto, no el piloto de nuestra vida.
Ezequiel arranca el tema con una imagen impactante: un cerebro comiendo, y la frase «hoy es lunes y empezamos la dieta». Pero esta dieta no es física, es para nuestra mente. Nos plantea que, así como el exceso de comida rápida es malo para el cuerpo, el abuso de la «comida rápida cognitiva» en la era digital puede ser perjudicial para nuestro cerebro. Esto ocurre porque cada vez delegamos más actividades mentales a los dispositivos tecnológicos, un proceso que Ezequiel denomina delegación cognitiva.
Desde recordar números de teléfono hasta usar calendarios, GPS o, más recientemente, la inteligencia artificial para escribir textos, resúmenes o monografías, nuestro cerebro ha ido «terciarizando» tareas que antes realizaba por sí mismo. La IA, nos dice Ezequiel, es como un «buffet de comida rápida»: ofrece respuestas rápidas, información prefabricada y soluciones instantáneas. Pero, ¡cuidado! Si abusamos, nos «atrofia cognitivamente», causándonos «deficiencias nutricionales» en nuestro cerebro. ¿Las consecuencias? Pérdida de memoria, de pensamiento crítico y hasta de creatividad.
Para respaldar su punto, Ezequiel cita estudios importantes. Microsoft y la Universidad de Carnegie Mellon encontraron una correlación negativa entre el uso de la IA y la pérdida de pensamiento crítico y afectación de la memoria. La Real Academia Nacional de Medicina de España indica que el uso excesivo de la IA debilita la memoria y reduce la capacidad para resolver problemas de manera independiente. El MIT Media Lab, en un estudio preliminar, descubrió que quienes usaron ChatGPT para ensayos tuvieron un 55% menos de conexión neuronal y, llamativamente, el 84% no pudo citar ni una sola frase de lo que habían escrito. Esto, advierte Ezequiel, nos expone a una «deuda cognitiva», debilitando nuestra capacidad de pensamiento independiente. ¿Qué pasaría si nos quedamos sin IA?
Sin embargo, Ezequiel no es apocalíptico. Propone una solución: una dieta cognitiva. La IA, en lugar de ser la comida principal, debe ser un «suplemento vitamínico poderoso». Podemos usarla para obtener información, pero somos nosotros quienes debemos «masticarla, digerirla y transformarla con nuestro propio pensamiento crítico». Para ello, nos ofrece la «regla del 15:30»:
Esta dieta, nos dice Ezequiel, «entrena» nuestro cerebro para que no se atrofie. Él mismo aplica estos principios: aunque podría delegar por completo la creación de sus presentaciones a la IA, decide hacerlas manualmente, entrenando su cerebro y poniéndole su propia impronta. La IA, para él, es un copiloto que ayuda a investigar, resumir o sugerir títulos, pero él, como piloto, arma el contenido con su creatividad y humanidad. Porque, como se ha criticado, los trabajos «perfectos» de la IA a veces «carecen de alma».
La clave, entonces, es cómo humanizamos este mundo cada vez más artificial y digital. No se trata de delegar el 100%, sino de usar la IA como una herramienta que nos ayude a conducir mejor, sin perdernos el paisaje ni nuestra capacidad de decisión. Una mente bien nutrida y ejercitada no le teme a la IA, sino que la utiliza para ser más ágil, creativo y resiliente. La libertad de decisión es crucial, incluso para explorar fuera de los algoritmos que intentan encasillarnos en nuestras zonas de confort. Al final, un mundo más humano depende de nuestras decisiones humanas.