23/10/2017 – En el marco de las bitácoras de viaje, Pablo Sigismondi, visitó la República del Congo, ubicada en la costa atlántica del centro de África y, Puente Negro, situado a orillas del océano atlántico, ambas ciudades con un desarrollo económico favorable.
En diálogo con Radio María Argentina, el fotógrafo y geógrafo Pablo Sigismondi, señaló que la ciudad del Congo se caracteriza por tener una historia plagada de la trata y la esclavitud. En comparación con el resto de los países de centro África, Sigismondi sostuvo que el Congo es uno de los países con mayor desarrollo pero sigue manteniendo la huella de la guerra y los conflictos: “las grandes multinacionales necesitan tener atadas a las poblaciones con los conflictos porque eso es lo que les permite manejar las riquezas”.
La República del Congo se la suele llamar Brazzaville para diferenciarla con la República democrática del Congo. Es el mismo pueblo, selva ecuatorial y ambiente geográfico pero tiene una diferencia muy”importante y trágica”: la República Democrática del Congo fue colonizada por Bélgica y el Brazzaville por Francia.”Lo que Bélgica produjo con la colonización fue una de las mayores tragedias y genocidios que vivió la humanidad” y agregó que llegó a un grado tan grande de destrucción que a pesar de ser uno de los países más ricos en recursos es uno de los más pobres del mundo, donde en el mapa prácticamente no existe por ser desintegrado.
Aproximadamente desde la República Centroafricana, migraron unas 300 mil personas en dirección Camerún – oeste, 200 mil en dirección Chad – Norte y unas 30 mil hacia el Congo. Es decir, que en esta última ciudad es muy poca la cantidad de gente que migra, y eso se debe a la frontera entre la República Centroafricana y el Congo, la cual “no tiene muchos kilómetros y está cubierta predominantemente de selva, lo que dificulta su paso”.
En uno de sus recorridos por Puente Negro, Pablo participó de una ceremonia al aire libre de curación y la describió como un evento “empapado de cantos, bailes y ritmos africanos”. Cuando iba de camino a la celebración, Sigismondi relató que uno de los guías le preguntó sobre Simón Kimbaku, el fundador de la iglesia Kimbanguista y a partir de ahí se le abrió una nueva dimensión porque descubrió un templo de la religión cristiana que nace a partir de Simón en la época del colonialismo francés: “Simón era un profeta enviado por Dios para redimir al pueblo africano, él se autoproclama como líder espiritual y representante de Dios para liberarlos de esa esclavitud” y agregó que el Kimbaku hace una especie de sincretismo con nuestra creencia católica y las creencias antiguas y predica el amor al prójimo y las buenas obras.