4/12/2017 – El fruto de la modestia y el autocontrol son virtudes fundamentales para fortalecer el vínculo y la convivencia social. San Pablo lo traduce en la clemencia, es decir, “el saber ajustarse, controlarse y abrirse a la necesidad del otro”.
El Padre Fernando Cervera, en diálogo con Radio María Argentina, sostuvo que hay una actitud del ser humano que ni la ciencia y el sistema nunca va a poder abarcar que es la decisión y el trabajo personal de uno mismo. “La modestia exige que modere mi apego a la autoridad y empiece a dar lugar en mi corazón al otro” sostuvo el Padre y agregó: “La clemencia que exige esta moderación es sumamente importante para la base de convivencia social que exige una cierta autoridad”.
El Padre Fernando se refirió al autocontrol como algo sumamente primordial en una sociedad donde es muy fácil difamar y destruir al otro. La calumnia y la difamación al ser admitidos en nuestra comunidad, lleva a que las personas desconfíen y sea paranoica porque se siente agredida en un mundo que “te desnuda y pinta a la persona como uno no es” señaló Cervera y agregó: “en el caso que lo sea, merece un tiempo de respeto para la corrección de la manera que corresponde y no como una especie de carnicería”. El Padre advirtió que la moderación de este autocontrol permite que uno se abra a la situación particular del otro, que merece que uno se “embarre” y ayude a discernir, sin tener miedo a la estructura, a la ley y al poder.
“El que tiene autoridad a veces descansa en la ley para no meterse en líos pero ese no es el pastor, lo es el que se mete en la enfermedad de la oveja, es el que se mete en el problema” expresó Cervera.
El Padre Fernando señaló la importancia de los límites en toda relación porque éstos hacen a la salud mental y espiritual y sin ellos no hay posibilidad de confianza o comunicación. Si uno se respeta a sí mismo, puede respetar a los demás: “la persona que se excede necesita un espejo que lo limite para cambiar su actitud” manifestó el Padre.
“La voracidad es un sentimiento primario que está muy presente en nuestra sociedad” expresó Cervera y advirtió que lo abusivo es un límite que si no se trabaja, nos vuelve a invadir como un círculo vicioso. “Las tendencias hacia el mal nos atraen y eso termina destruyendo al otro” manifestó el Padre. “Para que el espíritu de Dios trabaje en nosotros debemos imitar el mismo ser de Cristo, alguien que se despoja para hacer un bien a los otros”. El Padre sostuvo que la clave para lograrlo es considerar al otro alguien superior a uno mismo, sea bueno o malo.
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