Para enseñar sobre el Reino de Dios, Jesús no respetó algunas de las tradiciones judías sobre la comida

martes, 4 de septiembre de 2018
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04/09/2018 – La profesora María Gloria Ladislao rescató a “la mesa como símbolo de encuentro y comunión. Jesús habló en muchas ocasiones de la Mesa del Reino de Dios, y los primeros cristianos celebraban su fe sentados a la mesa”. La biblista sostuvo que “en el mundo mediterráneo, igual que entre nosotros, la comensalía es signo de compartir mucho más que la comida. Se come con los seres queridos, con los amigos y con aquellas personas que uno elige invitar en ocasiones especiales. Esto ya era así desde la época patriarcal, en que siendo nómades, no tenían mesas ni muebles. La comida se disponía en el piso sobre una estera de cuero o de piel”. Ladislao destacó que “incluso en tiempos de Jesús continuaba esta costumbre. También, por influjo de la cultura greco-romana, se incorporó al mobiliario una especie de mesa baja, de 40 centímetros de alto, para comer sentados en el suelo o apoltronados en almohadones. Los romanos utilizaban butacas, mesas y triclinios, que eran pequeñas mesas de tres patas”.

La especialista en sagradas escrituras expresó que “a lo largo del evangelio vemos que Jesús no respeta algunas de las tradiciones sobre la comida, como lavarse las manos o cumplir el ayuno. Pero además, Jesús se sienta en la misma mesa con gente impura, con pecadores. Esta situación era vista como una transgresión muy grave por los judíos porque significaba tener algo en común con quienes eran pecadores públicos”.

Ladislao también remarcó que “en la parábola del banquete, Jesús dice que la invitación está abierta a toda la gente que pasa por el camino. Esto porque la celebración de un banquete de esas características implicaba determinadas normas. En primer lugar, debemos considerar que este tipo de comidas se realizaba entre personas de un mismo rango social, ya que una comida en común implicaba compartir una serie de ideas y valore. Con respecto a las pautas de recepción y cortesía, primero se recibía y saludaba al huésped. Después, algún sirviente lavaba los pies y las manos de los invitados, ofreciendo agua y perfume para contrarrestar el olor corporal. Y si se trataba de una comida que se realizaba en casa de un fariseo, este lavado se correspondía con las normas de pureza. Se debe considerar también el sentido que tenía compartir la comida. La comunidad de mesa es algo más que una simple reunión social: indica el otorgamiento de la paz, la confianza, la fraternidad y el perdón. Mediante la bendición de la mesa, la comida quedaba elevada a un acto religioso. Por esta razón las personas piadosas no compartían la mesa con pecadores o personas que desconocieran la ley”.

La biblista manifestó asimismo que “el evangelista Lucas relata comidas en las cuales Jesús comparte la mesa con pecadores y con fariseos. El banquete en casa de un fariseo en el capítulo 14 da ocasión para que Jesús enseñe sobre la elección del lugar en las comidas y la elección de invitados. La bienaventuranza dicha por uno de los comensales, ´¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!`, da lugar a la parábola de los invitados que se excusan, parábola que presenta el Reino de Dios como un banquete en el que participan pobres y excluidos. La comida con los discípulos en la última cena es ocasión para que Jesús se presente como el servidor que atiende a la mesa con palabras similares a las usadas en la parábola de los servidores vigilantes. Por último, la fracción del pan que Jesús Resucitado hace ante los discípulos de Emaús es la ocasión para que estos lo reconozcan. Desde el punto de vista del género literario, estas comidas son calificadas como escenas de banquete. Esto equivale a decir que las comidas aparecen como uno de los ámbitos predilectos de Jesús para dar su enseñanza sobre el Reino. Esto, no sólo por el género literario usado por el evangelista, sino también porque deja en evidencia que Jesús comparte la mesa tanto con justos como con pecadores, con estrictos cumplidores de la ley y con aquellos considerados impuros”.