Para que el diálogo -incluso el político- prospere, hay que reconocer que el otro es un don de Dios

lunes, 13 de mayo de 2019
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Hace poco más de dos años, el presidente Mauricio Macri dialogó con dirigentes sindicales.

11/05/2019 – A propósito de la convocatoria que el Gobierno nacional hizo para generar consenso en torno a compromisos económicos que “tranquilicen a los mercados”, el padre Javier Soteras y el periodista Javier Cámara repasaron el histórico posicionamiento favorable de la Iglesia en esta materia, recordaron la experiencia y el contenido del “Diálogo Argentino” de 2002. Luego analizaron el contexto que hoy -con “la grieta”- dificulta los acuerdos, y destacaron el sencillo magisterio del papa Francisco en este tema: “En el diálogo es más importante el oído que la lengua”.

A continuación, compartimos algunos de los párrafos más importantes del programa, que se puede escuchar completo en el link de audio que está encima de la imagen.

Javier Cámara recordó que “con el fin de reunir adhesiones en torno a un listado de 10 compromisos relacionados con políticas económicas responsables (entre ellas el pago de las deudas asumidas, la reducción del déficit fiscal, la reducción de la inflación, etcétera), el Gobierno nacional convocó a un diálogo que -según dijeron desde la Nación- podría ‘tranquilizar a los mercados financieros’ que en las últimas semanas estuvieron particularmente alterados en Argentina”.

Para el padre Soteras, los medios de comunicación “le dieron mucho espacio a esta convocatoria del Gobierno, y eso es bueno, porque de alguna manera refleja la necesidad de algo que siempre es positivo, como el diálogo, que acerca a las personas, acorta distancias de edad, derriba los muros de los prejuicios, previene la violencia, une a las personas, entre otras cosas”.

El “Diálogo Argentino”

Ambos recordaron la histórica posición de la Iglesia favorable al diálogo, y destacaron otras experiencias como la que, en plena crisis de los años 2001 y 2002, impulsaron los obispos junto con funcionarios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), cuando el país, ya bajo la presidencia interina de Eduardo Duhalde, no podía recuperarse.

Recordaron las palabras del entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Estanislao Karlic, que parecen escritas para la actualidad: “El Diálogo Argentino (…) ha de ser un noble servicio al país, que ha perdido el rumbo y necesita el sostén de la esperanza. Queremos ser nación. Sabemos que la nación es don de Dios y obra de los hombres. Dios nunca falta a su palabra. Somos los hombres quienes podemos fallar y nosotros -los argentinos- hemos fallado, para dolor y confusión nuestra. Sin embargo, a pesar de la profundidad de la crisis, los argentinos no queremos perder la esperanza. Estamos heridos, agobiados, perplejos, pero no desesperados. Aquí estamos, frente a Dios y a nuestros hermanos del mundo, que nos miran asombrados. Aquí estamos, reconociendo –todos- nuestra responsabilidad, intentando, con humildad y fortaleza, salir de la postración a la que nos ha llevado tanta corrupción, tanta mentira y tanta codicia. Debemos reconstruir la patria desde sus fundamentos, para hacerla más humana y justa, más fraterna y solidaria, capaz de los sueños y la audacia de los grandes pueblos de la historia”.

El contexto actual

Acerca de las actuales circunstancias, Soteras y Cámara sostuvieron que por el contexto político y económico, existe el riesgo de que el diálogo sea instrumentalizado, que sea usado para lograr otros fines, como el objetivo electoral.

“Algunos dirigentes políticos han señalado que la convocatoria a un acuerdo político hoy, a tres meses de las elecciones Paso, parece más una estrategia del Gobierno nacional para recuperar la iniciativa política de cara a las elecciones, en medio de una situación de crisis económica y social de consideración”, afirmaron.

El padre Soteras señaló que la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina le respondió al presidente Macri que “para que la convocatoria sea fructífera debe haber, ante todo, un encuentro de todos los actores políticos y sociales, para escuchar detenidamente las prioridades de cada uno y, luego de una escucha atenta, buscar elaborar una agenda consensuada que exprese, con la mayor fidelidad, los aportes positivos de los convocados. Es decir que, para los obispos, la agenda de temas debe ser el resultado de un encuentro de todos, no algo impuesto antes de ese encuentro”. Además, subrayó que los obispos consideraron “muy importante” favorecer un ámbito de diálogo para la búsqueda de consensos en torno a “una agenda abierta y sensible a la realidad nacional, a la vida de los más pobres y al proyecto de país que soñamos y queremos”.

Certezas y dudas

Soteras dijo que “está claro que para los pastores -y también para nosotros- hay temas que un acuerdo político para la Argentina de hoy no puede ignorar, como es el de la dignidad de la vida humana, y las complicaciones económicas que padecen las familias argentinas. Son dos temas que los obispos de la región Buenos Aires incluyeron en la carta que le presentaron al Papa Francisco, en la visita Ad Limina: la falta de trabajo y el problema del aborto insertado por el Gobierno, por los organismos internacionales de crédito, como un tema que ha dividido aún más a los argentinos”.

Al respecto, Cámara dijo que “quizá sea por eso que hay dudas acerca de las verdaderas intenciones de la convocatoria, sobre todo porque hay una estrategia electoral en sectores del Gobierno, y también de la oposición, que apuesta más a la división de los argentinos que a la búsqueda de acuerdos. Y quien busca la división, no busca dialogar en serio”.

El Papa lo escribió en un Tuit, hace algunas semanas, cuando todavía no se había impulsado esta convocatoria en Argentina: “El diálogo nace -dijo Francisco- cuando soy capaz de reconocer que el otro es un don de Dios y tiene algo que decirme”. Y en otra oportunidad, Francisco dijo lo siguiente: “Es verdad que el diálogo no es fácil. Hay que superar muchas dificultades y, a veces, parece que nosotros nos empecinamos en hacer las cosas más difíciles todavía. El diálogo no es fácil. También está el diálogo teatro, es decir: representemos el diálogo, juguemos al diálogo… y después hablamos de nosotros dos… y aquello (el diálogo inicial) quedó borrado. El diálogo es “sobre la mesa”, claro. Si vos, en el diálogo, no decís realmente lo que sentís, lo que pensás, y no te compremetés a escuchar al otro, a ir ajustando lo que vas pensando vos y conversando, el diálogo no sirve, es una pinturita. En el diálogo es más importante la oreja, el oído, que la lengua: es decir: es más importante saber escuchar que saber hablar”.