Paz

viernes, 4 de enero de 2013
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                Compartimos la catequesis en este primer día del año. Solemnidad de Santa  María, Madre de Dios, el día en que la Liturgia se le pone a Jesús el Nombre de Jesús. Y también para nosotros, los cristianos, esta jornada es la Jornada Mundial de Oración por la Paz y no podemos olvidarla. Vamos a reflexionar en la catequesis el lema que el papa nos  ha regalado para esta oportunidad.

               

                Consigna:

                Así como nos deseamos Feliz Año Nuevo, también quiero pedirte y desearte que esta catequesis te ayude, y esta va a ser la consigna de este día, a tener una capacidad de proponerte algo para este año. ¿Qué te proponés para este año en tu vida cristiana? ¿Qué acto, qué paso querés dar y que te lo propones ahora en este primer día del año, cuando el año está fresquito, querés hacer para ir viviendo en tu vida cristiana a lo largo de todo este año?

 

                Oración de Inicio de la Catequesis:

                Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu para darnos nueva vida y renovarás la faz de la tierra.  ¡Oh! Dios y Señor nuestro, que iluminaste los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos a gustar de todo lo recto según el mismo Espíritu y gozar para siempre de su consuelo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

                Y en este día de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios te invito a que podamos regalarle esta oración tan bonita:

                Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti celestial Princesa, oh Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida, y corazón. Mírame con compasión, no me dejes madre mía morir sin tu santa bendición. María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros. San José bendito, ruega por nosotros.

 

                Amigos, vamos a compartir el evangelio de este primer día del Año 2013, el evangelio del primero de enero, solemnidad de Santa María Madre de Dios que es tomado del evangelista San Lucas 2, 16-21. Allí la Palabra de Dios nos dice:

                “Los pastores fueron rápidamente a donde les había dicho el ángel del Señor y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en un pesebre. Al verlo contaron lo que habían oído decir sobre este Niño y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto María conservaba estas y las meditaba en su corazón, y los pastores volvieron a alabarlo y glorificarlo por todo lo que habían visto y oído conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después llegó el tiempo de circuncidar al Niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.”

                ¿Qué te proponés para este año en tu vida cristiana? ¿Qué meta, qué paso, qué desafío a lograr, qué actitud, qué gesto, qué modo te proponés para ser concreto, comenzar este año 2013 en el que puedas vivir este año de la fe?

                Y a la luz de la Palabra que hemos escuchado de San Lucas les decía tenemos tres circunstancias, tres motivos para esta fiesta solemne en la vida de la Iglesia. Es el día de Santa María Madre de Dios, es también el día en que recordamos en el evangelio que se le pone el nombre a Jesús, el día de la circuncisión, que antiguamente así se llamaba esta fiesta, y también es la Jornada Mundial de Oración por la Paz. Vamos a compartir al principio una reflexión sobre la maternidad divina de María y luego vamos a hacer referencia sobre el lema que el papa nos propone para esta Jornada Mundial de Oración por la Paz.

                Este trozo del evangelio de San Lucas, justo en el día Mundial de la Paz, presenta una escena que es como modelo de paz porque en la noche de Belén se respira el anhelo de un mundo en armonía, el niño pequeño en el pesebre, su madre serena guardando todas las cosas en su corazón, ¡qué expresión tan hermosa para poder asumirla como un desafío! Aprender a guardar las cosas en el corazón en un mundo en donde todo lo hace mediático, donde todo hoy se proclama, donde todo hoy se hace público, la intimidad y el guardar cosas en el corazón forma parte también de nuestro camino de la fe. Y también aquellos pastores, pobres, humildes, que admiran esta escena. Parece un mundo donde la violencia y el odio no pueden tener lugar, es como un ideal del mundo soñado y anunciado por los profetas, pero en realidad también refleja el sueño profundo de toda la humanidad, cansada de contrariedad, de guerra, oposiciones, peleas,  iras, competencias, mentiras, injusticias, también en este lugar se hace presente esto. No solo el ideal del mundo que queremos sino también el sueño profundo que padecemos por estos desencuentros que hacen presente la limitación de nuestra humanidad. Y allí en el pesebre se hace realidad lo que Dios vio cuando creó al ser humano, que era muy bueno. En aquél capítulo del Génesis, cuando Dios crea al hombre, Dios vio que era muy bueno. Allí en una pequeña familia, resguardado en una pobre cueva se hace realidad la humanidad que soñó el Padre Dios, un mundo de Paz. ¡Qué bueno esto! Que cuando hoy se proclame este evangelio lo descubramos, no como simplemente una tierna y folclórica figura del pesebre sino como el sueño de Dios, porque está sintetizada allí la humildad, las actitudes de aprender a hacer silencio, contemplar. Nosotros que venimos quizás de una noche donde se hizo mucho ruido, donde las expresiones de júbilo, ya sea por los fuegos artificiales, por los saludos, por el brindis, por la música, por el estruendo, ha invadido nuestro mundo, Dios nos presenta en este primer día del año su sueño, su ideal. Es un mundo de paz, un mundo que aprende a guardar las cosas en el corazón para meditarlas y para poder, en el silencio, escuchar lo que Dios nos dice. Y también nosotros nos proponemos esto, detenernos un instante. Y esto quiere ser la catequesis de hoy, que pudiéramos liberarnos por un momento de la fiebre por las distracciones, de la velocidad de nuestros pensamientos, del aturdimiento de nuestros proyectos, para detenernos a contemplar esta escena como si nosotros estuviéramos allí, como si nosotros fuéramos parte de este sueño de Dios en un mundo de paz y esta contemplación de esta escena pueda pacificar nuestro interior y nos devuelva la serenidad perdida. Este día en que celebramos a María como Madre de Dios porque el niño que nació de su seno es Dios igual que el Padre, nos va a ayudar, con la presencia de María, a tener esta actitud del corazón, la actitud de guardar estas cosas. ¿Qué? lo que pasa en tu vida, lo que pasó en el año que finalizó y lo que va a ir pasando a lo largo de este año, que puedas guardarlas en tu corazón porque allí Dios te está hablando.

                Te propuse esta consigna para la catequesis de hoy: ¿Qué te propones para este año en tu vida cristiana? ¿Qué meta, qué desafío, qué actitud nueva que querés ir haciendo con gestos concretos te propones en este primer día del año para poder ir viviendo a lo largo de todo este año 2012?

                Que esta paz que viene del pesebre de Belén sea la que hoy inunde tu corazón.

                Amigos, después de esta música tan bonita que nuestro operador nos ha propuesto como parte de la catequesis de hoy volvemos nuestra mirada al evangelio. En todo este día de celebración que es una celebración puntual también porque inicia un nuevo año civil, para nosotros celebramos también el día santo en que la Virgen María dio a luz al salvador del mundo. Y la Liturgia también comienza con la bendición que Yahvé le da a Moisés para que el la entregue a su pueblo, la bendición que los sacerdotes del Antiguo testamento daban a sus fieles de parte de Dios y que hoy se va a leer como primera lectura en la liturgia de este primero de enero, es el libro de los Números, esa bendición que después San Francisco la hace propia y la ofrece a sus hermanos, es la bendición tan bonita que dice: “El Señor te bendiga y te proteja, haga brillar su rostro sobre ti, te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz”. Pero yo los invito a que volvamos nuestra mirada a María.

                Estamos todavía en navidad y lo que celebramos es que Dios se ha acercado a nosotros al encarnarse en nuestra historia. El nombre que le pusieron al recién nacido, siguiendo la indicación del Ángel es Jesús que en hebreo significa Dios salva, el nombre más significativo que se le podía poner al Mesías, Dios con nosotros, y precisamente la Navidad es que Dios se ha introducido definitivamente en nuestra historia, que se ha hecho uno de nosotros para salvarnos desde dentro, por medio de su Hijo. Esta salvación ya ha empezado, pero está destinada a llegar a su plenitud al final. Así como nos llena de gozo celebrar el comienzo de nuestra salvación nos alegramos también un día de alcanzar su plenitud. En todo el tiempo de Navidad es también un tiempo mariano, también lo ha sido el tiempo de Adviento, es un tiempo mariano, porque la presencia de María es privilegiada en el misterio del nacimiento y manifestación de Jesús, y no porque lo hayamos decidido nosotros sino que ha sido Dios mismo quien quiso que ella estuviera al lado de Jesús en este inicio de su vida. Así como luego María va a estar al pié de la cruz, va a estar de pie en la alegría de la pascua, y va a estar presente en la venida del Espíritu sobre la comunidad. Pero la fiesta de hoy nos recuerda de modo especial celebrar la parte que tuvo María en el Misterio de la Salvación y exaltar la singular dignidad que goza la Madre Santa. Celebrar la parte que tuvo María en el Misterio de la Salvación y exaltar la singular dignidad que goza la Madre Santa por la que merecimos recibir al autor de la vida. Por eso nosotros afirmamos con gozo que por la maternidad virginal de María Dios entregó a los hombres los bienes de la salvación y que por ella hemos recibido a Jesucristo el autor de la vida. ES decir, celebramos que María ha sido instrumento, este instrumento privilegiado, un instrumento cercano, comprensible, una mujer que es Madre. Un instrumento tan cercano que también hace posible que nosotros podamos ser instrumentos. Así como María fue instrumento de Dios por su sí, en el momento de la encarnación, también abre las puertas para que nosotros podamos ser instrumentos en el sí que podamos darle a Dios en cada momento de nuestra vida, especialmente en aquellos donde está en juego por allí nuestra dignidad, nuestra vocación, nuestro desafío de vivir la fe, el sí de cada día, de la fidelidad, de la apertura a la voluntad de Dios, de querer vivir como Jesús nos enseñó. En ese sí está presente también el modo en el que nosotros somos instrumentos como María lo fue. Yo les decía que por ella hemos recibido a Jesús y esa maternidad ha sido el modo en el que Dios ha querido también regalarnos, la manera en la que se hace cercano a nosotros. En María, que es Madre de Dios, es también Madre nuestra, porque cuando Jesús nos la entrega como Madre al pie de la cruz en el apóstol Juan, nos la propone también como modelo para que nosotros podamos ser fieles al proyecto y al plan de Dios. Esta es la riqueza y la grandeza de tenerla presente a la Virgen entre nosotros.

                ¿Qué te propones para este año en tu vida cristiana? ¿Cuál es el modo en el que querés decirle que sí a Dios a través de un gesto, de una actividad, de un apostolado, de algo que en este primer día del año te quieras proponer para vivir este año de la fe desde esta fuerza que María nos deja para que la paz esté en tu corazón? Te invito a que compartamos este momento de música.

               

                Continuando con la catequesis en este primer día del año, en el inicio del 2013, cuando hemos leído el evangelio de San Lucas que nos presentó la figura del pesebre, de esa expresión del amor de Dios que se nos presenta como ideal, como sueño, lo que Dios quiere también para nuestro mundo, su paz, su amor, celebramos a María la Madre de Dios. Y también podemos descubrir en esta fiesta un regalo que la liturgia nos hace y que es renovar la grandeza de que nosotros somos hijos de Dios. La segunda lectura que hoy se lee en la liturgia que es la Carta de San Pablo a los Gálatas el apóstol nos dice: Envió Dios a su Hijo para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Que nuestra auténtica relación con Dios no es solo de creaturas y menos de esclavos. El Hijo de Dios se ha hecho hermano nuestro para que nosotros seamos hijos en la familia de Dios de manera, sigue diciendo el texto de San Pablo a los gálatas, de manera que ya no es esclavo sino hijo y si hijo también heredero junto con Cristo, por eso movidos desde dentro por el mismo espíritu que movía a Jesús podemos exclamar en verdad: Abba, Padre, lo podemos llamar a Dios Papá, padre. El prólogo del evangelio de Juan que leíamos ayer y que aparece en reiteradas oportunidades en este tiempo de Navidad, nos dice claramente que cuando lo recibieron les dio poder ser hijos de Dios. Y San Juan lo sigue expresando en su evangelio: Miren qué amor nos ha tenido el Padre, somos llamados hijos de Dios y lo somos de verdad. Nosotros al expresar esta realidad de fe descubrimos que nos hace bien al principio del año recordar esta condición que da un tono distinto a nuestra historia, somos hijos en la casa de Dios, no somos desconocidos, somos el hijo que es abrazado por el Padre Misericordioso. No existen distancias entre Dios y el hombre. Somos hijos en el Hijo y esa es la mayor dignidad a la que podemos aspirar. Puede ser que a lo mejor no gocemos de mucha salud o que nuestra situación social no sea envidiable, o que nuestras cualidades no sean muy brillantes pero que nadie nos quite esto. Somos hijos en la familia de Dios. Que Dios nos quiere como a sus hijos y que nadie nos ama tanto como él nos ama en cada realidad que nos toca vivir.

                Esto amigo son es un mero consuelo psicológico sino que es teología pura. Sea lo que sea lo que nos vaya a deparar este año nuevo, una cosa es importante, a lo largo de todos sus días Dios seguirá siendo nuestro Padre y nos querrá como a hijos. No sé lo que pueda pasar en este año que estamos comenzando pero sí se de algo, y esto es lo que te invito a que puedas procesarlo como fe y como un acto de confianza en Dios, sé que Dios es tu papá y que él te va a amar como a su hijo, como a su hija y que no va a haber otro amor más grande que el que Dios papá te pueda dar. Aquí está también la motivación principal de esa paz que todos deseamos en nuestra propia casa, en nuestro corazón y en el mundo entero. Si todos nos sabemos hijos en la casa de Dios también nos convenceremos que todos somos hermanos y nos vamos a tratar como tales. El principio de paz, principio de sana convivencia, principio de esta fraternidad que en Dios tenemos que ir gestando, es el gran deseo que todos nosotros tenemos y el gran deseo que queremos que se haga efectiva en cada una de nuestras vidas. Pero qué lindo esto que podamos recordar en el día de Santa María Madre de Dios este texto que el apóstol San Pablo escribe a los gálatas: En Cristo somos hijos y él te ama, él te da su amor que te cuida, que te sostiene, que nos fortalece. Hace falta que tu corazón esté abierto y esté abierto para que lo puedas recibir. Empezamos un nuevo año. No sé lo que vamos a vivir, lo que te tocará vivir, no sé lo que me tocará vivir, pero te invito a que confirmemos este acto de fe: Hay algo que es seguro: Dios te ama como a su hijo. El es tu papá. Y nadie te va a amar más que él a lo largo de cada día de este año.

                Te invito a que sigamos compartiendo la consigna que nos proponemos para este día. ¿Qué te propones para este año 2013? ¿Qué paso te animas a proponerte para dar? Ya sea en un gesto, en una actividad, en una actitud. ¿Qué gesto te propones para este año?

 

                A la luz de la Palabra de Dios que hemos compartido de la lectura del evangelio de San Lucas que nos presentó el pesebre como ideal, sueño de Dios para nuestra vida, con la bendición que hemos leído en la primera lectura en el Libro de los Números y también con ese hermoso texto de la Carta de San Pablo a los Gálatas donde Dios se nos presenta como Padre y nosotros lo somos, somos hijos de él realmente, porque podemos llamarlo Abba, es decir papá, padre. También tenemos en este día la celebración de la Jornada Mundial de Oración por la Paz, una celebración que tiene ya muchos años, fue inspirada por el papa Pablo VI cuando nos la propone como un pedido a Dios por la paz en la vida de los hombres, una paz que no es solamente ausencia de guerra, una paz que va mucho más allá. La paz en el corazón del hombre habla de construir una sociedad justa, una sociedad que sea más fraterna donde aprendamos a convivir, porque puede haber paz por ausencia de guerra pero a veces es un infierno en nuestro entorno porque no hemos aprendido a vivir, a tolerar, a soportarnos, a compartir. Esa paz que se va construyendo en el corazón de cada uno de nosotros cuando Dios está presente. Es muy difícil conseguir la paz interior si Dios no está presente. Puede pasar lo que ocurre en nuestro mundo, en el corazón del mundo que está medio infartado no hay paz porque por allí no está Dios, o no lo ponemos a Dios como el tiene  que reinar entre nosotros. Y a veces pasa esto en el corazón nuestro, no hay paz porque Dios no está plenamente presente. Puede pasar en nuestro interior que en nuestro corazón no hay paz porque hay una ausencia de Dios que es el que provoca la paz en el corazón del hombre. ¿Y por qué Dios provoca la paz en el corazón del hombre? Porque es el que viene a dar el lugar, el lugar que cada cosa debe ocupar en nuestro interior. Cuando nosotros nos dejamos avasallar por las enemistades, por los rencores, por la violencia, por los malos tratos, por el deseo del poder, del tener, del placer, se va generando un corazón inquieto, un corazón que está turbado, un corazón que está tironeado,  y esa falta de paz es porque las cosas en nuestro interior no tienen el lugar que tienen que tener. Cuando yo en mi corazón le doy a cada cosa el lugar que debe ocupar, allí Dios tiene lugar y el establece e instaura la paz. Ahora cuando mi corazón es un torbellino, una revolución, un generar continuamente disputas, rencores, peleas, indudablemente que ahí no hay lugar para Dios, no le dejo lugar para Dios, en medio de ese torbellino Dios no tiene lugar, entonces es allí donde yo no tengo paz. El papa Benedicto XVI en esta Jornada de oración Mundial por la Paz, nos propone un lema para este año 2013, un lema que parte de las bienaventuranzas. Un lema que es muy contundente a la hora de poder expresarlo con actitudes concretas en nuestra vida. El papa nos propone como lema: Bienaventurados los que trabajan por la paz. Bienaventurados los que trabajan por la paz. Y a mí me parece oportuno destacar tres palabras de este lema, en primer lugar la bienaventuranza. Recordando la bienaventuranza de Jesús en el evangelio. Ser bienaventurado es signo de felicidad, ser bienaventurado es signo de plenitud. En el fondo ser bienaventurado es santidad, porque el bienaventurado es el que está pleno de Dios en lo que le toca vivir. El pleno es feliz, el lleno de Dios, el que trabaja por la paz. En segundo lugar la palabra trabajar: porque nos hace descubrir que la paz es un esfuerzo, que no es algo que se impone sino que es algo que se trabaja para lograrlo. La paz, ya sea la social, la personal, la familiar, la comunitaria, la del mundo entero, es un trabajo arduo de cada uno de nosotros por conquistarle, por esforzarnos en tenerla, por hacer este camino de desafío de conquistarla. Y el trabajar nos propone una meta, un objetivo, es bienaventurado el que trabaja por la paz, porque allí está nuestra meta, allí está nuestro objetivo, allí está este camino que queremos hacer para lograr algo que plenifique y haga feliz mi vida, tu vida y la de todos los hombres. Esto es lo soñado por Dios,  es lo que Dios pensó desde siempre, es lo que Dios quiere para vos y quiere para todos sus hijos, para todos los hombres, una paz en la que podamos habitar y recrearnos como hombres desde la dignidad de la persona humana. Una paz que también necesita de la justicia para que los hombres aprendamos a ser hermanos, no dueños unos de otros, una paz que reclama de la verdad, porque no puede haber paz en el corazón del hombre y paz en la vida de una sociedad si no está el fundamento de la verdad como manifestación de aquellos principios que ayudan a construir esta dignidad de la persona y que ayuda también a generar una vida de convivencia fraterna. Mintiéndonos nunca vamos  a conseguir la paz, mintiéndonos, no solo a los demás sino mintiéndonos a nosotros mismos con ideas o con propuestas que son falsas, nunca vamos a conseguir la paz para nuestro corazón, y esa paz que necesita de la justicia, que necesita de la verdad, esa paz también reclama el trabajo, es decir, la construcción, el desafío, el esfuerzo personal y comunitario para lograrla.

                En este primer día del año 2013, en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, estamos llamados a pedir este don de Dios, el de la paz, para vos, para tu familia, para todos los que te rodean, para una sociedad que nos necesita como pacificadores porque necesita que nosotros hagamos presente el amor del Padre Dios que nos ama como a sus hijos. Mientras pensamos en esto te recuerdo la consigna de este día: ¿qué te propones para este año 2012 para tu vida cristiana, para tu vida de todos los días? ¿Qué proyecto, qué meta, qué actitud te propones para vivir este año 2013? Porque vamos a pedirle a Dios que te bendiga y que lo puedas vivir con mucha alegría, con mucha entrega.

 

                Vamos redondeando  la catequesis en este momento sabiendo que todo lo que hemos compartido en este día es un disparador para que lo podamos seguir viviendo a lo largo de todo el año que nos toca. La fiesta de Navidad y de Año Nuevo traen siempre movimiento agitación, parece difícil encontrar la serenidad interior necesaria para meditar sobre el gran significado de este primer día del año, pero hemos procurado que nuestro corazón pueda ser como el de María, perceptivo, creyente, con capacidad de discernir los acontecimientos y descubrir el paso de Dios. Esa es la expresión que nos dice el evangelio de hoy: María guardaba todas estas cosas en su corazón. Y así queremos redondear la catequesis de este día. Hemos hablado de la maternidad divina de María, de su sí, de su ser instrumento. Hemos hablado de la bendición que a través de Moisés Dios daba a su pueblo y que llega a nosotros hoy. Hemos compartido la riqueza de la carta de San Pablo a los Gálatas cuando nos confirma que somos hijos de Dios, que Dios es nuestro Padre. Hemos descubierto en esta Jornada Mundial de oración por la Paz el lema: Bienaventurados los que trabajan por la paz y hemos repasado lo que significa ser bienaventurado, lo que significa trabajar, y lo que significa la paz. Tenemos los elementos para poder comenzar un año en la gracia de Dios. Tenemos los elementos necesarios para ir construyendo este año con la paz que viene de Dios, porque el año lo construís vos, yo, cada uno de nosotros desde lo que nos toca ser cada día, cada minuto que va pasando ya de este día estamos construyendo este nuevo año 2013 y lo queremos hacer pero confiando no solamente en nuestros planes, estamos decididos a confiar en la providencia de Dios, por eso el mejor título que podamos darle a Dios Padre en este primer día del año es decirle Dios Padre Providente, porque él provee lo que te hace falta, el provee de lo que vas a necesitar porque en tu providencia conoce lo que vas a vivir en este año, el provee aquello necesario para que construyas la paz en tu vida y con tu entorno. El provee que en tú vida vas a necesitar estas situaciones, estas bendiciones, estas gracias, porque es Padre providente y como Padre Providente no te suelta, no te abandona, no se esconde, sino que viene a caminar con vos. Esa es la mejor jaculatoria que podemos ir haciendo en este primer día del año: Dios Padre Providente. Dios Padre Providente que lo fue en María, Dios Padre Providente que lo fue en su Pueblo cuando esperaba la venida del Mesías. Dios Padre Providente que lo es para este mundo necesitado de paz y que cuando le damos lugar a él sin duda que allí va a estar la paz de Dios. Dios Padre Providente que viene a ponerse a tu lado para caminar junto a vos y para hacerte saborear el desafío de guardar todas las cosas en el corazón. Qué bueno es poder proponernos para este año que comenzamos esta actitud de María que guardaba las cosas en su corazón, que no hacía falta que fuera gritándolas o que fuera quejándose, o que fuera oponiéndose. Simplemente las guardaba en su corazón. Y lo debe haber hecho toda su vida María, no solo ahora que el Niño es pequeño sino que lo hizo hasta el pie de la cruz, hasta el momento mismo de la resurrección María guardaba estas cosas en el corazón, porque cuando uno guarda las cosas importantes de la vida ahí también descubrimos que se puede ir viviendo en paz, pero cuando uno guarda en el corazón mucho bochinche, muchos tironeos, muchas peleas, en nuestro corazón no puede existir la paz, esa es la providencia de Dios que te acompaña y que hemos aprendido a descubrir en la actitud de María pero también en la cercanía de Jesús que fue sembrador de paz y que pasó haciendo el bien entre nosotros. De allí que la consigna que compartimos fue esta: ¿Qué te propones para este año 2013? ¿Cuál es la actitud con la que querés día a día, semana tras semana, ir viviendo esta posibilidad de descubrir que Dios es Padre Providente y que Jesús es el que viene a ayudarte en el camino diario para que seas un trabajador de la paz? ¿Cómo lo vas  hacer? Esa es la consigna que nos propusimos y que estamos compartiendo en los mensajes de voz que estamos escuchando.

 Pero antes de ir al cierre de la catequesis quiero regalarte una palabrita más, para desearte, para que seas un buen trabajador y una buena trabajadora de la paz. Vas a ser feliz, voy a ser feliz cuando yo trabaje por la paz, cuando me esfuerce por construirla, la viva yo y la transmita a los demás en gestos concretos, sin generar divisiones, enfrentamientos, teniendo buenos modales, actitudes de diálogo, de escucha. Son estas características en las que queremos volver a recuperar las relaciones vinculares que puedan estar dañadas a veces por nuestro carácter, por nuestra forma de ser, por obstáculos que hemos tenido que sortear y que a veces hemos podido dejar a personas heridas, es un buen deseo este, que puedas ser un trabajador, una trabajadora de la paz.

                Santa María fue este ejemplo claro de trabajadora de la paz, precisamente porque muchas veces en su vida hizo silencio en su corazón. La paz se gesta en un corazón silencioso, en un corazón que hable o grita mucho no se genera la paz. Y María tuvo la plenitud de paz en su corazón porque fue una mujer que guardó en su corazón todo lo que vivía. Dios quiera que puedas en este año ser un trabajador y una trabajadora de la paz y por eso le vamos a pedir a Dios su bendición en la oración que te invito que hagamos y vamos a compartir.

                Amigos les agradezco a todos en este primer día del año, y yo decía al principio catequesis para los valientes porque por allí a lo mejor muchos no han despertado al día, después de la fiesta de inicio de un nuevo año pero nosotros hemos querido unirnos a este momento de oración a la luz de la Palabra de Dios y también a lo que el papa nos propone como lema: Bienaventurados a los que trabajan por la paz, y desde este lema poder llamarnos trabajadores de la paz y aceptar el desafío de ir construyendo esta paz  día a día con lo que nosotros podamos hacer. Yo te quiero regalar después de esta oración que vamos a hacer la bendición que Dios a través de Moisés le daba a su Pueblo y te invito a que vos puedas hacerla extensiva a todos los que están a tu lado. Que tengas en tu corazón a toda tu familia, tu lugar de trabajo, las realidades que te toca afrontar cada día para que esta bendición en el día mundial de la Jornada de oración por la paz pueda ser una caricia de Dios a tu vida. Le decimos a Dios: “Señor despierta en los corazones humanos el deseo de la verdadera paz. Habita en esos corazones como en un pesebre para que veamos hacer el mundo nuevo que soñamos, el reino de paz que nos prometiste. Que le Señor te bendiga y te proteja, que el Señor haga brillar tu rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz y que bajo la protección de nuestra buena Madre la Virgen María te bendiga y bendiga este año 2013. Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.”

                Este es mi deseo queridos amigos y amigas de Radio María, que vivas un año 2013 bendecido por Dios. Que este primero de enero del 2013 esté bendecido por Dios y su paz.

 

 

 

Padre Daniel Cavallo

Administrador diocesano

Diócesis de San Francisco

Provincia de Córdoba