Perseverancia… una gracia para este tiempo

martes, 25 de noviembre de 2008
image_pdfimage_print

Normal
0
21

false
false
false

MicrosoftInternetExplorer4

st1:*{behavior:url(#ieooui) }


/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:”Tabla normal”;
mso-style-parent:””;
font-size:10.0pt;”Times New Roman”;}

Jesús agregó:  Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche para decirle:  amigo préstame tres panes porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle.  El de adentro te responde:  No me fastidies, ahora la puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados.  No puedo levantarme para dártelos.  

Yo les aseguro, que aunque él no se levante para dárselo por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.  También les aseguro:  pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.  Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra, y al que llama se le abre.  ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan?.  Y si le pide un pescado, ¿le dará en su lugar una serpiente?.  Y si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión?.

Si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan.

Lucas 11, 5 – 13

El primer punto de nuestro encuentro de catequesis hoy, es esta certeza que nos da el Evangelio de Lucas, en este breve relato: Dios escucha la súplica del pobre.

Comentando el texto, dice el Padre Luis Rivas, “no debemos rezar por si Dios nos escucha, sino con la certeza de que Dios nos está escuchando.” Es distinto orar por si Dios me escucha, a orar con la certeza interior de que Dios, en el momento en que elevo mi súplica me está escuchando. A veces, Dios se demora en respondernos. En realidad, Dios sabe cuál es el momento oportuno para darnos lo que estamos pidiendo.

Jesús lo explica de una y otra forma. Sólo podemos recibir lo bueno cuando se lo clamamos a Dios. Cuando se lo pedimos de todo corazón. Cuando no recibimos lo que estamos pidiendo, es porque Dios sabe que lo que pedimos, a veces, no es lo mejor.

La confusión, en realidad se produce cuando hemos hecho un buen discernimiento de qué es lo bueno que debemos pedir y no nos responde Dios. En esto, es importante insistir, como dice hoy el Evangelio. Porque en la perseverancia de la oración madura nuestra capacidad de deseo interior a