Pesebre, cruz y resurrección: una invitación a nacer de nuevo

viernes, 27 de diciembre de 2019

27/09/2019- En el día de San Juan, Apóstol y Evangelista, compartimos junto al padre Sebastían García, la catequesis, desde la reflexión del evangelio del día:

 

El primer día de la semana, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.

San Juan 20,2-8

 

 

Estamos celebrando la fiesta de San Juan, Apóstol y Evangelista. Ayer celebrábamos a San Esteban, primer mártir. Parecieran que estas fiestas interrumpen la Navidad, este misterio de Dios hecho Niño.

Podríamos preguntarnos qué tiene que ver esto con el misterio de la navidad. Para encontrar una respuesta, podemos pensarlo a a modo de tríptico. El 25 celebramos el nacimiento del Señor, con el martirio de San Esteban, el 26 de diciembre, contemplamos la muerte y hoy, con San Juan Evangelista, ponemos la mirada en la resurrección.
De esa manera es como se integran Navidad y Pascua: como dos maneras de “nacer de nuevo”.

Nos queda, así, completo el itinerario de la fe en estos tres días: Jesús que nace pobre, Esteban que con su martirio nos enseña a entregar la vida y San Juan Evangelista que nos invita a nacer de nuevo. Celebramos el misterio de la resurrección porque la muerte no tiene, ni tendrá, la última palabra.