“Por todo lo que me quede de vida misionaré en la Amazonía peruana”, afirmó monseñor Marcelo Melani

sábado, 5 de octubre de 2019
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05/10/2019 – El obispo emérito de Neuquén, monseñor Marcelo Melani, se despidió hace un par de meses atrás de la Patagonia argentina para emprender un nuevo camino en su vida. A sus 81 años, Melani partirá hacia el Perú en el marco de la Expedición Misionera Salesiana número 150, de la que participará como misionero “ad vitam”. Será enviado como presencia salesiana amazónica desde diciembre. Actualmente está en Itallia en un curso de misionología.

Ser misionero “ad vitam” (que significa entrega de por vida), no es para él una distinción: “Desde hace 48 años estoy como misionero en la Patagonia. Ahora siento que se ha renovado en mi ese llamado: ´Deja tu tierra`, porque la Patagonia es mi tierra”, aclaró el prelado nacido en Florencia. “Todo lo que he vivido en Florencia fue durante la segunda guerra mundial. Después de la guerra dejamos la ciudad por el trabajo de mi padre”, recordo monseñor Melani. “Mi madre era docente y mi padre trabajaba en el ramo de los seguros. Teníamos una tía, hermana de mi madre, que para nosotros era la abuela porque no habíamos tenido la oportunidad de conocer a ninguno de nuestros abuelos. Éramos una familia muy unid,a vivíamos en una casa grande con jardín, teníamos huertos y gallinas. Por las noches todos nos reunimos en el sótano del edificio. Era un sótano muy grande. Cada familia tenía un lugar para guardar sus cosas. Nos refugiábamos allí por el temor a las bombas de la guerra”, sostuvo.

Respecto de cómo conocio a Jesuúss en la infancia, monseñor Melani dijo: “Nuestra tía rezaba mucho, era una mujer de mucha oración y mi mama tambien. Los domingos íbamos todos a la Parroquia de la Santa Cruz, atendida por los franciscanos capuchinos. La vocación sacerdotal llegó después de muchos años, cuando nos trasladamos a Roma., Allí conocí a los salesianos. También estuve con los scout. En relación a mi vocación, tuve la suerte de que mi papá me apoyo en todo lo que hacía. Y yo no hice mucho para mi vocación, fue el de arriba que se ocupó de la cosa. Hice medio año de aspirantado antes de entrar al seminario en el colegio de los salesianos”.

“En 1970 año me ordenó sacerdote y mi primer destino fue la Patagonia argentina. Me habían hablado de ir a Comodoro Rivadavia, pero cuando llegue a Bahía Blanca me dijeron que en un año tenía que aprender bien el castellano. Luego me invitaron a Esquel y me quede nueve años. Allí aprendí a ser sacerdote y empecé a conocer los hermanos mapuches. Después volví a Bahía para ser párroco. También estuve en en Junín de los Andes y en Bariloche”, recordó. Más tarde se convertiría en obispo de Neuquén.

“Mi gen misionero siempre estuvo presente también cuando estuve como obispo. El año pasado con la carta del papa Francisco sobre el Octubre Misionero Extraordinario, recibí una invitación del superior general de los salesianos para la 150 expedición de los salesianos al Perú. Eso me hizo volver a sentir ese bicho misionero dentro de mi corazón. Entonces lo reflexione y me puse a ver si venia del Señor. Y al final me ofrecí para ir a la Amazonía de Perú. Çestaré en Pucallpa., que en quechua significa tierra roja. Es al norte de Lima, cerca de Brasil. Hay como 3 o 4 pueblos originarios que los salesianos frecuentan. Esas personas necesitan alguien que los pueda escuchar. Por todo lo que me quede de vida estaré allí”, dijo emocionado.

Por último, monseñor Melani nos dejó esta oración:

Señor Jesús, una de tus primeras y constantes preocupaciones, cuando estuviste en Palestina, fue invitar a hombres y mujeres a vivir contigo y a anuynciar tu Reine: “Sígueme…”

Parece que entonces no te fijaste en la edad, en su estado social y religioso, sino los miraste a los ojos y descubriste su disponibilidad.

Hace muchos años atrás, exclusivamente por tu bondad, me miraste y me invitaste: “Sígueme…”

Me acompañaste en estos años de la Patagonia por huellas que no conocía y que no imaginaba adonde condujeran.
Ahora, sin fijarte en mi viejez, vuelves a decirme. “Sigueme y navega mar adentro” Así como he tratado de hacer anteriormente, te vuelvo a seguir porque estoy seguro que Tu estás en mi barca.

Solamente ahora no tengo la fuerza y el entusiasmo de la juventud, estoy medio cansado, tengo miedo de no comprender a los demás (en particular a los jóvenes), soy más necesitado de tu ayuda.

Pero más que todo, Señor, soy asombrado porque tu pueda pensar que yo pueda todavía, con todos mis defectos y pobreza, ser útil para el anuncio de tu Reino de amor y de justicia.

Tu conoces bien este mundo, sabes las dificultades que los hombres tenemos para realizar cuanto Tu deseas. Tu sabes que hay muchas injusticias, mucho dolor, mucho egoísmo y mucha búsqueda de una felicidad efímera.

Peru Tu continua diciéndonos: “Naveguen mar adentro, no se preocupen por la hora y las dificultades, a ustedes les compete solo navegare mar adentro y echar las redes, lo demás lo hago Yo”

Aquí estoy, Señor, para continuar a seguirte y para recorrer los nuevos caminos que me estarás indicando. Aquí estoy confiando en Tu ayuda y en Tu constante protección. Aquí estoy con Tu Madre Auxiliadora que ciertamente me sostiene y me continua a decir “Haz lo que El te diga”

Gracias, Jesús, por esta llamada tuya, gracias por tu presencia en mi vida, gracias por la familia salesiana donde me has llamado a vivir, gracias por la tierra peruana donde estaré, gracias, sobre todo, por tu amor y tu entrega para que yo pueda, más allá de los años, hablar y trabajar por ese Reino de paz, de amor, de justicia que nos anunciaste y que nos donas.

Amén.