Portadores de la esperanza: una mirada a los abuelos y mayores desde el Evangelio

lunes, 28 de julio de 2025

28/07/2025 – En un nuevo «Reflexiones para la Semana» nos acompañó Fray Pablo Ureta, carmelita descalzo. En esta ocasión, con motivo de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, recordando la fiesta de San Joaquín y Santa Ana (abuelos de Jesús), nos invitó a redescubrir la esperanza, como una forma de intuir la presencia de Dios en lo pequeño y frágil.

Fray Pablo recordó distintas expresiones del papa Francisco dirigidas a los adultos mayores. “Los abuelos y las abuelas representan la transmisión de la fe y la sabiduría de la vida a las generaciones más jóvenes”, mencionó, rescatando el valor profundo de quienes sostienen con su memoria la historia de los pueblos. Así, en el marco de cada Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores, se nos invita a renovar la mirada de gratitud y admiración a quienes han sido testigos silenciosos de la vida, la fe y la esperanza.

En ese marco, el padre Pablo se refirió también a un icono «donde aparecen dos abuelos que no son los abuelos de Jesús, pero son dos abuelos que están en el Evangelio: los santos Simeón y la profetisa Ana«. Ellos están presentes en el relato de la presentación del Niño Jesús en el templo. Desde allí, sus figuras se convierten en símbolo de una espera activa, paciente y llena de sentido.

Lejos de una espera pasiva, ellos perseveraban en la oración y en la presencia cotidiana en el templo, con el corazón despierto y disponible para reconocer a Dios en lo pequeño.

Esta propuesta de mirar a los adultos mayores desde la clave de la esperanza interpela también a las generaciones más jóvenes. “Nos hace bien mirar a estos dos ancianos pacientes en la espera, vigilantes en el Espíritu y perseverantes en la oración… porque no se dejaron consumir por los días que pasan, sus ojos permanecen fijos en Dios, en la espera a lo largo del camino de sus vidas”. Su ejemplo nos recuerda que la esperanza no es ingenuidad, sino una actitud que se cultiva en lo profundo, incluso cuando los tiempos no coinciden con nuestras expectativas.

En una sociedad que muchas veces excluye lo frágil y descarta lo que no produce, recuperar la mirada esperanzada sobre nuestros abuelos se convierte en un acto revolucionario y profundamente evangélico. Una sociedad que los honra y aprende de ellos es una sociedad con raíces y futuro.

Para escuchar la reflexión completa accedé al video del inicio