12/09/2022 – El padre Mateo Bautista, sacerdote camilo especialista en pastoral de duelo, abordó el tema de la prepotencia, desde el texto bíblico del evangelista Lucas en el capítulo 15 con la parábola del hijo pródigo. “Etimológicamente, la palabra prepotente es de origen latín praepotens-praepotentis, se forma con el prefijo prae- que significa delante, y potens que expresa potente. Prepotente es el que abusa de su poder o hace alarde de él. Se trata de una persona que carece de humildad, piensa que es superior hacías los demás. Ser arrogante significa ser altanero, burlón, jactancioso, prepotente, engreído. Ser prepotente es sinónimo de poderoso, dominador, opresor, superior. El individuo muchas veces es señalado como arrogante y egocéntrico porque se considera superior a los otros, centro del mundo, de todos, actuando de manera irrespetuosa hacia los demás con desprecio y ofensas”, sintetizó el consagrado desde Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia.
“Se llama prepotente a una persona que se siente poderosa o influyente. Generalmente, impone su poder o autoridad para obtener un provecho o beneficio, siendo una característica propia de muchos tiranos y déspotas de regímenes absolutistas. La persona prepotente presume de su poder sin ningún tipo de limitación, por lo que obtiene el rechazo social por el exceso de su prerrogativa, tal es el caso de un jefe con sus subordinados, siendo éstos víctimas de abuso de poder como provecho de su autoridad para lograr sus propios intereses y objetivos. Asimismo, con una persona prepotente rara vez se llegue a un acuerdo, ya que por lo general posee ideas contrarias a los demás individuos, siendo muy difícil llegar a un pacto o integración de los diferentes puntos de vista. La prepotencia es propia de las personalidades narcisistas”, dijo el padre Bautista.
¿Por qué hay personas que tienden a ser arrogantes o prepotentes? Porque utilizan la arrogancia como un mecanismo defensivo. Detrás de esa actitud de superioridad se halla justamente lo contrario: una gran sensación de fragilidad, vulnerabilidad y, aunque resulte difícil de creer, un gran sentimiento de inferioridad. El ser humano reacciona según los pensamientos que utilice. Tras esa máscara rígida, esa conducta altiva que mira por encima de su hombro, se encuentra una estructura de pensamiento cargada de creencias negativas hacia sí misma. ¿Cómo identificar a una persona prepotente? He aquí sus rasgos más definitorios:
-La persona arrogante suele ser antipática. Tiene una expresión corporal muy rígida y distante. Su sonrisa poco expresiva o nula es capaz de helar la tuya al observar una ausencia total de reciprocidad afectiva cuando coinciden las miradas.
– Suelen ser personas despreciativas de los demás.
-Derrochan un halo principesco de gran superioridad y grandiosidad.
– A veces hasta consiguen firmemente que las personas que están a su lado se sientan realmente invisibles, como si de objetos y no seres humanos se tratara.
-Utilizan un lenguaje muy egocéntrico, basado en el modelo mecánico del “yo-yo”; un mí, me y conmigo es la base de su conversación.
-No preguntan jamás ni se suelen interesar por la vida emocional de los demás, un cerco o aureola de practicidad envuelve su estilo de comunicarse. Hablan solo de sus propias vidas, de sus éxitos, hallazgos y batallas ganadas. Aprovechan el mínimo para dejar constancia de sus pertenencias, hobbies y pasatiempos, y están realmente empeñados y obsesionados por la clase social alta altísima y de real alcurnia.
– Se tornan presuntuosos y con gran exageración.
– Puede incluso que se sientan con el derecho de juzgar, de criticar y de hacer afirmaciones severas sobre los demás.
-Imponen sus creencias y opiniones de manera contundente y, en ocasiones, son violentos en sus reacciones.
– No escuchan, pero sí se escuchan. Su manera y forma de pensar son las únicas válidas, y el mejor argumento es su propio y único criterio.
-En ocasiones, utilizan el cinismo y la burla como manera de desacreditar al otro, usando mil y una maneras de sarcasmo para dejarte a la altura del betún.
– No aguantan que se les lleve la contraria; se lo tomarán como un insulto.
– Es muy difícil convivir con ella.