05/05/2014 – En la Catequesis, a la luz del evangelio de hoy, se nos invita a preguntarnos por nuestras verdaderas intenciones en el seguimiento de Jesús para rectificarlas. "Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna".
Compartimos la consigna de la #Catequesis: ¿Qué te motiva para seguir a Jesús? ¿qué es lo que buscás en Él? pic.twitter.com/JRMrOnALD6 — Radio María Arg (@RadioMariaArg) Mayo 5, 2014
Compartimos la consigna de la #Catequesis: ¿Qué te motiva para seguir a Jesús? ¿qué es lo que buscás en Él? pic.twitter.com/JRMrOnALD6
— Radio María Arg (@RadioMariaArg) Mayo 5, 2014
Después que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es Él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello”. Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que Él ha enviado”.
Juan 6, 22 – 29
Rectificar las intenciones
Todos buscan a Jesús, y al darse cuenta que Jesús no esta más allí, donde había multiplicado el pan, se embarcan y se dirigen hacia a la otra orilla, , Cafarnaún, allí residía habitualmente Jesús. Ellos saben que es el lugar donde lo podían encontrar.
Al ver como lo buscan, Jesús se dirige ellos recriminándoles, ustedes no me buscan porque en mi hayan encontrado las palabras de vida que transforman el corazón, el pan que alimenta y da sentido de eternidad a la vida, ustedes me buscan porque han podido saciar sus necesidades, ustedes me buscan por interés, ustedes no están conmigo porque Yo le signifique algo, dice Jesús, a ustedes en realidad no les importa mi persona, a ustedes les importa lo que Yo les doy. Es una corrección la de Jesús que apunta a rectificar la intención vincular. Y sabe que esa corrección apunta a que entren en contacto con Él desde el corazón, de ahí la necesidad a volver a poner las cosas en su lugar.
Jesús es muy claro al respecto y más duro va a ser después, cuando hablando en términos de aquel alimento con el que se ofreció a ellos, dice que en realidad lo que recibieron es su propia carne, anticipadamente en el pan con el que se han alimentado, y que solamente el que coma de la carne de Jesús, vaa tener vida, el que no, no.
Jesús habla por las claras, no anda con medias tintas, no se deja engañar fácilmente, y descubre, qué hay en el corazón humano. Jesús desnuda nuestras intenciones desviadas. Los intereses vienen entre mezclados, y que para poder quedarse con lo que verdaderamente importa hay que sacar la maleza de lo que no interesa en la relación con Él, de lo que no importa para la construcción del reino, para lo que es el desarrollo del reino de Dios, en medio del pueblo.
Jesús limpia y purifica, reorienta y quita del medio lo que obstaculiza desde dentro de nosotros una clara relación con Él. Jesús y sus correcciones en el camino.
Jesús en el Centro: Yo Soy
Con esta centralidad, lo qu ehace Jesús es ayudarnos a reorientar nuestras intenciones y rectificar el camino. Jesús multiplica los panes para decir después, Yo soy el Pan. Jesús da vista al ciego para decir Yo soy la Luz. Jesús resucita a Lázaro para proclamar “Yo soy la Resurrección y la Vida”. Lo que Jesús hace trasciende los signos en los que se expresa.
Esto es lo que ellos no pueden descubrir, y a veces nos pasa a nosotros, que nos hace perder el vinculo con Jesús. A veces puede más la problemática por la que pasamos, lo que aparece como una necesidad básica, fundamental, primaria: tener que comer , tener que beber, con incapacidad para soltarse desde adentro y vincularse verdaderamente al, mensaje de vida para siempre como es que Jesús ha venido a comunicarse. Es la dificultad que encontramos cuando nos queremos aferrar a lo que nos da seguridad. Él lo dice en el evangelio de hoy: Ustedes me buscan porque comieron. Ustedes me buscan porque se saciaron. Y si no cambian de mentalidad se van a perder la posibilidad de estar conmigo y todo lo que deviene de aquello de permanecer junto a mí.
Este es el lenguaje duro con el que Jesús habla, y la Palabra unos versos más adelante , va a decir san Juan a partir de aquel momento algunos se apartaron de Jesús. La pregunta es ¿a quién sigo? ¿Detrás de quien estamos, a quien sigo, cuál es y donde están puestos mis intereses? ¿qué lugar ocupa Dios en mi vida y dónde están las señales que me acercan y me oculta la presencia de Dios?.
Si digo que le doy el primer lugar a Jesús, ¿eso corresponde a la verdad de lo que se traduce en la vida de todos los días o es un discurso que me lo he aprendido por allí de memoria que forma parte de una moralina con la que me vinculo, supuestamente, a las cosas de la vida, pero que en los hechos no se nota?
Esta propuesta que nos hace hoy el Señor es para despertarnos de nuestros letargos y encontrar con la verdad. Revisemos, busquemos de nuevo, nos preguntemos y dejémonos encontrar por Jesús y su mensaje.
Hacer la Obra de Dios
Hagan la obra de Dios dice Jesús, pero guarda porque hacer la obra de Dios no es cumplir con la ley, ni ser “buenito”, no es ser solamente responsables… cumplir con la obra de Dios es creer en aquel que el Padre envió. Y aquel que el envió Soy Yo, dice Jesús.
Para confirmar este misterio de comunión y de alianza en la fe que nos permite hace la obra de Dios está el Pan Eucarístico. Por eso llamamos comunión al encuentro con el pan de la eucaristía. Este misterio de alianza, y “este pan que yo les he dado es para que tengan vida”. La vida se da cuando entramos en comunión con el Hijo del Padre, el pan de Vida. El pan de la eucaristía y el pan de la Palabra. Y solamente el que cree en mi y en mi persona y en mi propuesta, y en el camino que yo les muestro por delante va a poder encontrar lo que esta buscando.
Jesús esta invitando a un acto de confianza, fe y entrega que supone abrirse camino, que no se sabe mucho, sino solo porque Dios así lo pide, vamos para adelante. Esto supone un oído dispuesto a obedecer. En la obediencia de la fe, está la posibilidad de encontrar la vida para siempre que surge del vínculo con la persona de Jesús.
La mediocridad mundana
Decía Gabriel Marcel : “unos de los males de este tiempo, el deseo primordial de millones de hombres, no es ya la dicha, sino la seguridad”. Y es verdad si los hombres tuviéramos que elegir entre una vida feliz, pero con riesgos, difícil, y otra vida más chata, más vulgar, pero segura y sin miedo a posibles crisis o altibajos, la mayoría sin vacilación elegiríamos la segunda, con la chatura, donde no haya problemas, elegiríamos lo menos por lo más, elegiríamos. Es que la mundanidad nos ha puesto una supuesta felicidad en sentirnos “seguros”.
El hombre de hoy ha sido tantas veces engañado, que ha quedado presa de lo incierto por eso hemos elevado a esa seguridad a primer nivel de todas las aspiraciones. Lo que debía ser algo conveniente, pero en definitiva algo secundario, se ha convertido como en el mayor de los deseos; la “estabilidad”. La vida de un peregrino es una vida de inestabilidades, desafíos, novedades y más por más” diría Ignaciano de Loyola. “La vida de un cristiano es muy divertida porque los escenarios de los que siguen a Jesús son siempre nuevos, dice Emanuel Ferrario. Jesús envía a los discípulos a la misión invitándolos a que vayan sin nada por el camino. Los manda livianitos, no a sufrir riesgos, sino sabiendo que si van con Él lo tendrán todo.
Padre Javier Soteras
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