25/04/2021 – Monseñor Roberto Ferrari, obispo auxiliar de Tucumán, compartió su testimonio de vida. “Nací en la ciudad cordobesa de Río Cuarto, pero siempre viví en la localidad de Ucacha que actualmente debe tener uno 8 o 9 mil habitantes. Nací por cesárea por la edad de mi mamá, el 29 de noviembre de 1965. Mis padres, José Ferrari y Esther Pons, se habían casado el 19 de septiembre de 1964. La fecha es significativa ya ese mismo día de 1993 me ordenaron sacerdote, junto a cuatro compañeros más. Cuando mis padres se casaron tenían 47 y 41 años, por lo tanto, mamá me tuvo a los 42 años, y por ese motivo es que también soy hijo único. Mi mamá era más religiosa que papá, aunque mi padre también me hablaba algo de la vida eterna. Mi papá se enojó cuando le dije que iba a ser cura, pero se le pasó cuando jugábamos al ajedrez, algo que disfrutábamos mucho. Ellos me dieron mucha libertad”, dijo el padre cuyo apodo es “Boby”.
“En la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Ucacha recibí el bautismo de manos del padre Juan Nazareno Macció, sacerdote que casó a mis padres y con quien compartí sus últimos años de vida en la parroquia Sagrados Corazones, el cual fue mi primer destino pastoral como sacerdote. También en la parroquia de mi pueblo recibí la primera comunión y la confirmación. Siempre he ido a misa. De niño, y en la adolescencia me gustaba ir a escuchar los sermones del padre Basilio Podoroska, que va a ser quién nos marcó con su sello y modo de ser cura. Si bien yo no asistía a ningún grupo, sí iba a las misas del domingo, la novena patronal o el vía crucis del viernes santo”, recordó Ferrari.
“Estudié el primario y el secundario en el pueblo y en 1984 me toca hacer el servicio militar… Un momento importante de mi vida, allí descubro, podríamos decir mi vocación, no la der cura, sino algo primero, ya que le preguntaba a Dios, ¿Para qué me pusiste en este mundo, cuál es mi misión, para qué estoy en esta vida? La respuesta, después de mucho preguntar fue: “Que mi vida sea útil para los demás”. Sea lo que sea, estudie o trabaje en lo que sea, que mi vida sea útil. Después descubrí que sería útil siendo sacerdote. También ese año hice una convivencia vocacional junto con Gerardo Meichtri, ahora director espiritual del seminario de Río Cuarto desde hace muchos años”, sostuvo Roberto.
“Pero a ese llamado lo descubro con más claridad estando en la universidad, después del servicio militar, estudiaba Geología, ese año 1985, participando del grupo de jóvenes de la parroquia de Ucacha, visitando el hospital, con la guitarra, haciendo algunas tareas sociales que impulsaba el padre Podoroska, hacer una pieza a algún necesitado o cuidar a alguien enfermo. Y en la Universidad participando del equipo de pastoral universitaria, fui descubriendo junto a otros amigos del pueblo, que Dios me quería haciendo cosas para él de modo permanente. Allí compartimos equipo de pastoral universitaria entre otros con la hermana Silvia Somaré y otros tantos , muchos comprometidos con las realidades sociales y cristianas, desde sus profesiones, algunas son religiosas , otros sacerdotes, etc. Tiempos muy lindos. El asesor acaba de fallecer el domingo pasado, el querido padre Jorge Felizzia, él fue quién me puso el sobrenombre de Bobi, por Roberto, que ha tomado identidad propia. Un recuerdo sentido y agradecido para con él. Fue un tiempo intenso de ir cimentando la vocación cristiana, de conocer y dar a conocer a Jesús a otros jóvenes”, expresó el padre Ferrari.
“En el año 1986 entro al seminario Jesús Buen Pastor de Río Cuarto, con 4 amigos más del mismo pueblo, de los cuales 4 nos ordenamos sacerdotes, Carlos salió al final de ese año, ahora es psicólogo. Nos ordenamos sacerdotes el 19 de septiembre de 1993. Como diácono comencé asesorando la pastoral juvenil diocesana y el movimiento de eslabones y vicario en la parroquia de los Sagrados Corazones. Atendiendo capillas de Banda Norte, La parroquia La Meced en Río Cuarto, donde por primera vez fui párroco (2 años), y de allí 10 a{os al seminario como formador, luego 8 años de párroco en Monte Maiz, al este de la diócesis de Río Cuarto y luego 3 años como Rector del Seminario hasta mi nombramiento como Obispo auxiliar de Tucumán. Algo ni esperado ni pretendido. Soy fanático de los Beatles, el rock nacional, Sui Generis. Me dicen Bobi, me lo puso el padre Felizzia”, resaltó el obispo auxiliar tucumano.
Por último, monseñor Ferarri compartió esta oración y su bendición:
Señor Jesús, gracias por el llamado a la vida,
por tu providencia en mi vida, a través de papá y mamá,
a través de los amigos y las circunstancias
variadas de la vida, lindas y no tanto.
Gracias por ayudarme a descubrir mi vocación
de ser útil a los demás, donde me tocara vivir y servir.
Gracias por el regalo del sacerdocio,
a través del cual me hiciste útil para tu pueblo,
a su servicio y me ayudaste a ser feliz haciéndolo.
Gracias por seguir experimentando ser útil al pueblo
que me has encomendado, los jóvenes, movimientos, las comunidades parroquiales,
el seminario y las vocaciones y ahora el pueblo tucumano.
Gracias Jesús por tu misericordia y tu amor providente.
María de la Merced ampáranos siempre en tu corazón maternal.
Amén.
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