23/09/2014 – Desde Junín (Buenos Aires) compartímos la Catequesis en el marco de la misión itinerante.
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte”. Pero él les respondió: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.
Lc 8,19-21
El evangelio de hoy nos dice que las cosas que son importantes no vienen por las apariencias ni en las fachadas, sino en lo esencial, lo que está adentro. ¿Quién es mi madre, quiénes mis hermanos? Jesús desafía ese vínculo primero sanguínio para ir más allá… Él dice que la solidez de los vínculos tiene que ver con la escucha de la Palabra de Dios y en ponerla en práctica. Jesús rompe con un modo habitual que tenemos de decir “éstos son de los míos”, “éstos son mis amigos cercanos”… y no siempre compartir las mismas cosas nos hace estar más cerca de unos que de otros. Pasa a veces que necesitamos redefinir en los vínculos y fortalecerlos a partir de apuntar mejor en qué es lo que nos hace estar juntos.
Ayer en una charla que compartíamos sobre la familia decíamos cuántas veces las crisis en la vida familiar y matrimonial, nos hace sacar las cenizas para encontrar lo que está debajo. Así pasa en el campo, se deja el fuego medio apagado guardado para el otro día, y quitando las cenizas se reaviva el fuego. Lo mismo pasa en nuestros vínculos, necesitamos correr las cenizas para que aparezca el fuego que nos hace ser uno.
Este es el elogio más grande que Jesús hace de la Virgen, lo más importante es lo que ella hace “escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica” más que su vínculo sangúineo.
En tiempos de la juventud hay un valor que hay que cuidar porque permanece en el tiempo: el valor de la amistad. Tan importante es que Jesús al final de su vida, alrededor del amor de la amistad viene a sellar el vínculo con sus discípulos: “ustedes son mis amigos”.Y sobre esa realidad de amistad, Jesús hace un pacto de amor con sus discípulos. Si sabemos cuidar el valor de la amistad permanecen en el tiempo. Lo que se siembra de amistad en la juventud no se pierde.
Padre Javier Soteras
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