¿Rencoroso yo?

lunes, 3 de octubre de 2022
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03/10/2022 – El padre Mateo Bautista, especialista en duelo, se refiró al tema del rencor. “Por definición se trata de un resentimiento arraigado y tenaz. Esto muestra que el rencor está en la dimensión emocional. El rencor es una gran herida interior, emoción muy negativa, amargura de vida, enfado profundo y persistente; recuerdo muy memorioso, tan arraigado por una injuria particular de la cual se desea resarcirse, buscando un desagravio, desquite o una pretendida justicia. Es una reacción de sufrimiento de alguien considerado humillado, que no nos hace fuertes, sino muy débiles. También es una herida al propio narcisismo. El rencoroso es omnipresente, torturador, exigente y maquinador. El rencor convierte al afectado en víctima y es un tormento. Es un sentimiento de ira que va acumulando hasta poder llegar al odio, un odio que se retroalimenta, que nos impide serenarnos y observar las cosas desde la distancia, pudiendo llegar a la venganza. Es un demandante de ajuste de cuentas. El rencor es primo hermano de la ira, del miedo y de la tristeza, que ahoga la alegría y paz del alma”, sostuvo el sacerdote camilo.

“En su etimología, rencor viene del latín “rancor” y significa queja, querella o demanda. Entre los sinónimos encontramos odio, inquina, resentimiento, encono, animadversión, tirria, fobia o aborrecimiento. En el fondo, en el rencor hay una agresión. El origen del rencor puede deberse a varias razones: desprecio, insulto, abuso de confianza, engaños, ofensas, maltratos, humillaciones, injusticias. El rencor hay que analizarlo desde el punto de vista del agresor, del hecho concreto de choque y desde la personalidad del afectado. Donde algunos ven una ofensa imperdonable y dañina, otros pueden considerarla grave, pero superable y otros como algo exento de importancia”, dijo Bautista.

“El rencor es un arma peligrosa, de doble filo, que nos hace daño. Desequilibra y enferma a la persona en todas las dimensiones: corporal, emocional, mental, social, valórica y espiritual. El rencor encarcela al rencoroso. Es auto esclavitud. No arregla nada y lo complica todo. El rencor carcome por dentro y pasa factura multidimensional. El rencor vive del pasado, con el pasado, para el pasado. Nos paraliza, bloquea. Hay que soltar el pasado. El rencor está asociado a la baja autoestima y a la culpa. Es frustrante. El rencor enferma, impide disfrutar de la vida. Muchas veces, hace más daño el rencor que las ofensas recibidas. El rencor quita la paz, es infelicidad segura”, sostuvo el padre Mateo.

“Para sanar hay que hacer un auténtico trabajo de duelo: reconocer, aceptar, asumir, procesar, sanar, cicatrizar y aprovechar. Trabajar las preguntas sobre todo sufrimiento: ¿Por qué sufro? ¿Por qué sigo sufriendo? ¿Cómo sufro? También pedir ayuda y dejarse ayudar, y asumir el valor del perdón. Se deben aprovechar todos los recursos: personales, comunitarios y de la gracia porque nuestro modelo es el Señor Jesús”, cerró sobre el tema.