10/06/2025 – ¿Alguna vez te has preguntado cuál es el propósito de tu vida como cristiano? Después de proclamar las Bienaventuranzas, Jesús nos revela nuestra profunda vocación: ser «sal de la tierra y luz del mundo» (Mt 5,13.14). Estas palabras, dirigidas a un grupo de pescadores y gente sencilla, ¡son una invitación que hoy sigue resonando para cada uno de nosotros!
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. San Mateo 5,13-16
El Padre Javier Soteras nos invita a reflexionar: ¿quiénes eran esos discípulos a los que Jesús se dirigía? Personas comunes, sin grandes títulos ni poder. Sin embargo, Jesús los mira con los ojos de Dios. Su afirmación de que somos sal y luz no es un mandato arbitrario, sino una consecuencia directa de vivir las Bienaventuranzas.
Si somos pobres de espíritu, dóciles, puros de corazón, misericordiosos… ¡entonces somos la sal de la tierra y la luz del mundo!
Para entender mejor estas poderosas imágenes, el Padre Javier nos guía a las raíces bíblicas:
Somos discípulos misioneros, llamados a convertirnos en un Evangelio viviente.
Pero Jesús también nos advierte: si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Si los cristianos perdemos nuestra presencia de sal y luz, perdemos nuestra eficacia. ¡Qué gran responsabilidad y qué hermosa misión la de llevar luz al mundo!
El Padre Javier nos interpela directamente: «¿Cómo quieren vivir ustedes? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada?» La vocación cristiana es ser una ¡lámpara encendida! Llevamos una luz que no es nuestra, sino un regalo de Dios, un regalo de Jesús.
Si te preguntas «¿Qué hay que hacer para ser sal y luz?», Jesús mismo nos da la respuesta en las Bienaventuranzas, que el Padre Javier Soteras describe como el «faro del cristiano» y la «tarjeta de identidad del cristiano»:
Las Bienaventuranzas no son solo palabras; son el programa de vida que nos capacita para ser esa sal que da sabor y esa luz que ilumina. Es el camino que Jesús nos propone para glorificar al Padre que está en el cielo.
¿Estás listo para encender tu lámpara y llevar el sabor de Cristo al mundo?
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