San Gregorio Magno: claves para el acompañamiento de los demás

martes, 29 de junio de 2010
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Cristian Romano: Nos acompaña el padre Alejandro Nicola, quien es párroco de la parroquia Cristo Redentor, es bachiller en teología por la universidad Católica Argentina, Magister licenciado en teología con mención en patrística por la Pontificia Universidad Católica de Chile

Padre .¿Quiénes son los padres de la iglesia y cuál es su importancia para nosotros? .

Padre Alejandro: Son aquellos hombres que con su testimonio y con su pensamiento han logrado hacer una lectura de la palabra de Dios adecuándola a la realidad que le tocó vivir sentando las bases de lo que la iglesia es hoy. Ellos dieron a luz la vida de la iglesia, la teología, una manera concreta de vivir eclesialmente. Han puesto las bases y son como las columnas de lo que es hoy la iglesia. Sentaron las bases de lo que es la iglesia hoy. Es importante volver a ellos ya que es como ir a la fuente es lo primero de la vida de la iglesia.

Los padres de la iglesia son una síntesis entre vida, pensamiento y manera de llevarlo adelante, donde lo intelectual se mezcla con lo espiritual, lo espiritual con lo pastoral, lo que hace una amalgama perfecta que nos trasmite el testimonio de estos hombres al comienzo de la vida de la iglesia.

C.R.: Cada vez que tenemos estos encuentros me siento más animado ya que me muestran que puedo ser santo.

P.A.: Son más de 1700 años que nos separan de ellos, pero las situaciones históricas que a ellos les tocó vivir son muy parecidas a las nuestras. Si bien hay distancias, ellos pudieron concretar con el mensaje del evangelio, una cultura bien concreta.

C.R.: Esta noche vamos a hablar de San Gregorio Magno en lo que hace a la figura del pastor y también sobre la vida contemplativa y la vida activa.

P.A.: Poder rezar, vivir y hacer, estar en contacto con Dios, ¿Cómo hacer esto diariamente? A finales del año 500 San Gregorio Magno Papa fue un claro modelo en la combinación de vida activa y contemplativa.

C.R.: Vamos a hacer hincapié en la consigna, en el aspecto de la figura del pastor. ¿Qué esperé/espero de ellos en la tarea que tienen de conducirme?

P.A.: Cuando hablamos de la tarea de pastor hablamos análogamente, el que es pastor es el que conduce. Es un término bien amplio. Somos conducidos y conducimos pero aquí se da un intercambio, nos podemos poner en un lugar o en el otro. Es interesante porque si bien fuimos conducidos también nos toca conducir, en nuestras familias, en nuestro trabajo.

C.R.: Vamos a ubicar a San Gregorio Magno en lo social, eclesial y políticamente

P.A.: El lugar donde vive San Gregorio Magno es la Roma del siglo VI donde Roma no es la capital del imperio. El imperio romano había caído en manos de los bárbaros en el año 476 y todo el poder político y religioso se desplazó hacia Constantinopla. Roma fue invadida por los bárbaros, los germanos, los ostrogodos, con gente de costumbres llamativas y diferentes a la cultura clásica, a la cultura griego romana. Por lo tanto había confusión en la vida social. También eclesialmente la iglesia había ido ganando un lugar como punto de referencia para el pueblo. Se viven momentos de inestabilidad donde persiste el deseo de volver a tener el brillo de la cultura que habían tenido siglos antes. Por otro lado la capital del Imperio Romano de oriente Constantinopla brilla, el emperador y la corte está allí y de alguna manera hay legados de oriente en Roma, lo cual hace que este deseo y anhelo siempre esté dando vueltas. Además es una época de herejías dentro de la iglesia. Las herejías son verdades parciales que niegan un aspecto.

Del arrianismo se pasó al nestorianismo, donde se negaba la divinidad del hijo de Dios, También se negaba la divinidad del Espíritu Santo y después se decía como podía ser que el Hijo fuera hombre y Dios a la vez. Es una época donde la gente está confundida, también de pobreza y de pestes. Es una época convulsionada. En este contexto complejo de asaltos y de violencia, nace San Gregorio Magno.

San Gregorio Magno va a pertenecer a una familia patricia, una clase social romana, va a tener una educación clásica. La tradición cuenta que sus padres también fueron santos. Si bien va a prolongar su bautismo tiene una formación cristiana de base. Por sus estudios llega a ser prefecto de Roma dentro de la organización social es como el gobernador. Si bien Roma no era la capital, le toca organizar a la ciudad. Se destaca como estadista, organizador y administrador, donde debía garantizar la paz social, administrar los recursos alimenticios. Es un hombre que mira el todo pero sin dejar de ver las necesidad es particulares de cada uno. Esto le va a granjear una muy buena fama. En lo personal va anhelando una mayor contemplación de Dios lo que lo lleva a hacerse monje. Deja la actividad de gobernador para poder dedicarse a una contemplación de Dios. En su vida había leído a San Agustín y a los padres clásicos en especial a los padres de oriente

C.R.: No resistía esta tensión entre la acción y la contemplación

P.A.: En su corazón hay un anhelo de estar frente a Dios permanentemente. Es muy nítido su deseo de pasar su tiempo leyendo y contemplando las escrituras. No va a ser un gran teólogo en cuanto a novedad de ideas pero sí es un hombre dedicado a la lectura, a la meditación y a la contemplación. Por eso dice: el espacio propio para hacer esto es el monasterio. El había recibido muchas noticias sobre un abad famoso en ese momento cuando era pequeño, estamos hablando de San Benito. De hecho él escribe sobre la vida Benito. Él se retira al monasterio de San Andrés y allí se dedica a la vida de oración y contemplación de las escrituras.

C.R.: ¿Él se queda en el monasterio?

P.A.: Su fama sigue creciendo. El papa del momento Pelagio II decide llamarlo para encomendarle una misión especial. Este hombre laico dedicado a la contemplación y a la oración es ordenado diácono y el papa lo envía a Constantinopla para que lo represente a él en la capital del imperio romano de oriente. Hoy serían los nuncios. Allí en la capital había una gran actividad cultural, política y religiosa. Gregorio va estar en Constantinopla durante seis años, hasta que dice yo no quiero más este tipo de actividades que suponía charlas con el emperador, con la corte y los peritos, yo anhelo mi vida en el monasterio. Le pide al papa y vuelve a su monasterio en Roma. Estando en el monasterio el papa le pide que sea su secretario personal. En ese momento se produce una gran peste y el papa muere. En forma unánime el pueblo y el clero piden que el papa sea Gregorio.

Gregorio se escapa diciendo que no es digno y se esconde en una cueva de una montaña en las afueras de Roma.

Lo buscan, lo encuentran y lo obligan a que acepte. Él dice: “yo no voy a aceptar hasta la aceptación del emperador”, por lo que manda una carta al emperador diciéndole que no lo designe como papa porque no se consideraba digno. Como contestación a su carta, recibe del emperador la aprobación para que Gregorio fuera papa. No se pudo escapar y no le que quedó otra alternativa que aceptar.

C.R.:San Gregorio al principio de su pontificado publica “Regla Pastoral” que dedicó al obispo Juan de Rabean, en la cual trata sobre los obispos, sacerdotes pastores y su comportamiento con las ovejas.

P.A.: El obispo Juan de Rávena le escribe a Gregorio ni bien asume como papa diciéndole: “menos mal que aceptaste”, a lo que Gregorio Magno le escribe este libro. “La “Regla Pastoral” no es una dignidad, este cargo y esta función que me han encomendado es la actitud y la manera que tiene que vivir el pastor”. Allí comienza a decir lo que es ser pastor.

C.R.: Trataremos de descubrir la actualidad evidente de esta regla pastoral para todos los que tienen personas a su cargo y funciones de gobierno. No sólo podemos aplicarla a los pastores como sacerdotes y obispos sino también a todos aquellos que tienen la función de acompañar y guiar a otros.

P.A.: Está dejado de lado con aquello que tiene que ver con conducción de gobierno, pero es ineludible que todos llevamos adelante esta tarea. Vamos a lo central, conducir es gobernar. Siempre hay alguien que va marcando ciertas pautas en el camino que nos ayuda a sacar lo mejor que hay en cada uno de nosotros para ser puesto al servicio de los demás. Si alguien me ayuda a descubrirlo, a verlo, lo sacamos afuera, lo ponemos en conjunto con los demás entonces estamos prestando un servicio a la comunidad. Está gobernando porque el gobierno es precisamente eso, articular todos los medios, los dones y las capacidades para buscar el bien común de una sociedad, de una institución o de una familia.

C.R.: Por eso vamos a ir compartiendo todos estos elementos desde la mirada y la experiencia de San Gregorio

P.A.: Gregorio dice: “Cuando se nos pide que llevemos adelante ciertas tareas y funciones, el corazón se te agita, el corazón se pone nervioso, la mente se nos confunde”. ¿Cómo lo voy a hacer? Yo no soy capaz y no tengo fuerzas, no sé si voy a responder a las expectativas. No vemos como incapacitados para atender a cada una de las exigencias, por eso dice: “primero hay que serenarse”. Cuántas veces nos pasa que nos van a pedir una tarea o un servicio, una misión y enseguida se nos arma un lío en la cabeza. Nos quedamos como nublados, nos quedamos como confundidos. Primero hay que serenarse. Primero hay que ver cómo viene ese llamado y si me lo piden por algo debe ser.

Gregorio va a decir: “Está claro que nunca vamos a poder concentrarnos plenamente si la mente está dispersa. Pero siempre que la mente es atraída hacia al exterior por la curiosidad se vacía de la solidez de su temor interior”. Tengamos cuidado, nos podemos desconcentrar, dispersar pero no hay que perder el centro interior. Hay un montón de pedidos extras y demandas exteriores pero Gregorio dice: “A todas estas demandas que nos dispersan que nos desconcentran hay que saber volver al punto interior donde se concentran”.

C.R.: ¿Qué sería eso padre?

P.A.: Donde uno no se desconoce a si mismo, sino donde uno empieza a encontrar la unidad más profunda. En el fondo esa presencia es Dios mismo, pero para poder llegar a eso hace falta un gran trabajo. Era el anhelo y el deseo que él sentía por eso deja de ser gobernador porque él quería conectarse con ese Dios que estaba dentro suyo. Muchas veces decimos necesito más paz, armonía, necesito un poco de tranquilidad, porque, para encontrarme conmigo mismo y encontrándome conmigo mismo me encuentro con Dios y encontrándome con Dios puedo ver más claro qué tengo que hacer y puedo actuar más atinadamente.

C.R.: Pensaba en los momentos de oración, dónde podemos hacer una reflexión a la mitad del día o bien en un descanso que podamos tener, son los momentos en los cuales es como si nos rearmáramos y nos permite unificar todas las fuerzas. Aquí estoy y voy hacia ese lugar.

P.A.: Son los momentos que nos permiten integrar la vida. Hasta ese momento había un género literario que eran las reglas de los monjes o sea un conjunto de normas para vivir en los monasterios como de leyes y organización. Gregorio dice: “la regla para los pastores o sea un conjunto de normas que nos ayuden a ser pastores”. Él no va a dar las reglas sino que va a describir de alguna manera cómo es la actividad, cómo es el mundo, cómo son las personas con las cuales se encuentra un pastor, cuáles son las característica de este pastor. Recordemos que cuando decimos pastor lo hacemos en sentido análogo y amplio.

Pastor es el padre de familia, el docente, el sacerdote, el jefe, un coordinador de un grupo, el que tiene a su cargo otras personas.

C.R.: Porque todos comparten esta actividad en común de gobernar.

P.A.: No es el gobierno solamente del presidente de la república sino el que tiene que ver el todo para señalar el bien común y que todos puedan aportar lo suyo en vistas a eso. Por eso Gregorio va a decir tomando el texto del Levítico: “Cuando tengan que elegir a alguien que sea el sacerdote, elijan alguien que tenga la nariz grande”. No se trata de una cuestión anatómica sino que detrás de esto hay un signo, porque el que tiene la nariz grande sabe percibir el buen y el mal olor. Para ser un buen pastor o llevar esta tarea de gobierno necesito oler bien, necesito distinguir qué es lo bueno de lo malo, en definitiva, discernir. Una de las características del pastor es que sabe discernir en medio de todo, que está para percibir lo bueno, captarlo y quedarse con él.

La nariz puede ser grande pero puede estar torcida, no es cuestión de tamaño sino también de rectitud.

C.R.: El que dirige también se comunica, dice cosas y San Gregorio Magno hace referencia al hablar.

P.A.: ¿Cómo tiene que ser el hablar en el que conduce? San Gregorio dice: el pastor debe ser discreto en el silencio y útil al hablar a fin de que no diga lo que debe callar ni calle lo que debe decir, pues así como hablar incautamente conduce al error así también un silencio indiscreto deja en el error a quienes podías ser instruido. No hay que dejar de decir lo que tengo que decir pero tampoco tener cuidado de decir muchas cosas sino aquellas palabras que son verdaderamente útiles. Una combinación entre la utilidad y el silencio de las palabras. ¿Por que? Yo tengo que ayudar al otro a descubrir donde se está equivocando, pero lo que yo le diga tiene que ser de tal manera que le sea útil, para que la persona no sienta el peso del que se lo dice desde arriba y le señale el error de una manera de un gobierno aplastante. Tiene que ser un gobierno que levante, que despierte, que saque de adentro lo mejor de si mismo.

C.R.: Anselm Grün , dice que cuando uno comparte la verdad tiene que decir la verdad sin matar la esperanza del otro

P.A.: No se trata de callarse, hay veces que callamos por miedo, por vergüenza o por no comprometernos. Siempre hablar y decir supone un compromiso. Gregorio dice: tengan cuidado a veces uno no dice las cosas para que no lo dejen de aplaudir, a veces hay cosas que molestan y que no siempre van a recibir aplausos. Hay que saber dejar de lado los aplausos para que esa verdad realmente dignifique y libere, como dice el evangelio la verdad los hará libres

Es muy importante en esta caracterización del pastor, del que conduce lograr el equilibrio entre palabra y silencio, también en el modo de decirlo. Gregorio va a decir: tenemos que conocer a quien se lo estamos diciendo, esto supone ponernos en la piel y en el corazón del que me está escuchando. Gregorio agrega: ¿a quién le estamos hablando? A un rico, a un pobre, a un menesteroso o alguien que ha sido instruido, a alguien que es vago o alguien que trabaja, a todos les tengo que decir una palabra pero no siempre a todos de la misma forma tiene que ser transmitida la misma.

C.R.: Cuantas veces desconocemos al que tenemos en frente y muchas veces nos paramos desde el prejuicio. No nos preocupamos por lo que está pasando en el corazón del otro.

P.A.: Es mucho más difícil, complejo y complicado porque tratamos con personas, pero justamente esa es la tarea del que conduce, darnos cuenta del que tenemos en frente no es un ciervo, no es un número , no es una máquina es una persona, sea mi hijo un fiel, un obrero , alguien que comparte la oficina, son personas. Esta es la mayor concepción de este mensaje. Cuando uno está pensando en lo que tiene que decir y como decirlo es porque se lo estoy diciendo a alguien que también tiene mente, sentimientos, tiene corazón. Entonces no puedo decir las palabras porque si y de cualquier modo.

C.R.: ¿Qué pasa si el pastor, el que dirige, el que gobierna no cumple con estos elementos? Puedo decir: yo puedo llevar adelante mi empresa sin cumplir con estos elementos, solo quiero tener una mayor productividad o bien en mi casa quiero lograr que mis hijos me obedezcan. ¿Por qué meterme en tantas cosas, en conocer al otro, en discernir, si puedo lograr mis objetivos?

P.A.: Gregorio responde a eso: nadie hace más daño que quien teniendo nombre y puesto actúa perversamente. Porque este cuando actúa mal nadie se atreve a reprenderlo. Cuando yo tengo una autoridad es difícil que alguien venga a decirme, te equivocaste, entonces puedo manipular a mi gusto dejando de lado el bien común, para hacer lo que a mi me parece. De esta manera no hablo, no digo, mando y no descubro que el gobierno es una manera de estar sirviendo al otro. La palabra tiene que ser útil al otro no tiene que ser una incomodidad. Dañar al otro es una de las mayores vergüenzas y lo aplica a los sacerdotes, es escandalizar al otro por esta forma de actuar. Yo mando yo digo y no soy coherente. Esta es otra forma de dañar al otro.

C.R.: Es tan alta la autoridad que nadie le dice que está en el error, porque nadie se atreve a decírselo

P.A.: Cuanto nos falta de madurez porque nadie tendría que tener miedo de acercarle una corrección fraterna a aquel que está en el puesto de gobierno. San Agustín dice: para ustedes soy el obispo con ustedes soy cristiano, para ustedes soy el pastor con ustedes soy oveja.

También el que conduce necesita recibir de aquellos que están a su cargo una palabra, un acercamiento de cómo están viviendo su pastoreo y su conducción.

Otras de las características según Gregorio es que el oído no debe fallar, tiene que estar presente. Tengamos en cuenta estas virtudes que van haciendo a la integralidad del que va acompañando.

C.R.: Compartimos el siguiente escrito de San Gregorio Magno:

Cuando estaba instalado en el monasterio podía fácilmente guardarme de conversaciones ociosas y tener casi de continuo la mente orientada a la oración, pero desde que me he echado a las espaldas la carga pastoral mi ánimo ya no puede concentrarse en sí mismo asiduamente porque está repartido entre muchas cosas. En efecto, me veo obligado a dirimir unas veces los litigios de las iglesias y otras lo de los monasterios. Tengo que juzgar a menudo las vidas y los asuntos de los particulares. Otras veces he de encargarme de los intereses de los ciudadanos o bien lamentarme de las incursiones armadas de los bárbaros y temer a los lobos que hachean a la grey que tengo confiada. A veces tengo que cuidar de los suministros para que no falten los recursos a los que viven bajo la disciplina de una regla. Unas veces tengo que soportar con ecuanimidad a los sustractores y otras enfrentarlo con cuidado de guardar la caridad. Con la mente quebrada y dispersa llegaba a pensar en tantas y tan diferentes cosas ¿Cómo puede volver sobre sí misma y concentrarse por entero en la predicación para no abandonar el ministerio de la palabra?

C.R.: ¿Cómo poder llegar a esta conjunción entre contemplación y acción , entre interioridad y exterioridad? ¿Cómo no quedarnos en un extremo o caer en el otro?

P.A.: Ha sido una de las grandes preguntas que a lo largo de la historia de la espiritualidad han quedado planteadas y ya en el texto de la escritura fue esbozado en aquel pasaje que muchas veces hemos contemplado de Jesús visitando a sus amigos, en la casa de Lázaro , Marta y María , la vida contemplativa y la vida activa. ¿Como hacer para encontrar una síntesis adecuada? Gregorio dice: Muchas veces nos va a tocar subir y bajar, hay que subir al monasterio para encontrarse con Dios y bajar a la ciudad para compartir lo que uno ha descubierto junto a El. No se trata de una actitud meramente pasiva, la contemplación no es pasividad porque la contemplación verdadera me lleva al encuentro de lo contemplado en las personas que me rodean. La contemplación es activa. El activismo es una deformación de la actividad. De hecho lo demuestran los grandes santos como por ejemplo Ignacio de Loyola. Se trata de ser contemplativos en la acción, que nuestras acciones en nuestra actividad podamos ir contemplando eso que le da unidad. Es ineludible la cantidad de actividades que este hombre hacía diariamente pero sin embargo en todos irradiaba a Dios porque el sabía encontrar esa unidad, no se quedaba desbordado cansado sino que su cansancio o desborde lo llevaba a la oración y de la oración bajaba a sus actividades. En un momento era atender a los pobres, en otro atender a los que le pedían que opinara, otras veces era organizar la caridad, los terrenos, los bienes, eran múltiples las actividades pero su corazón había puesto la mirada en lo esencial, en Jesucristo, en el amor y el amor es lo que permite la conjunción de la contemplación y la actividad

C.R.: Que desafío para la vida cotidiana, en doña Rosa o don Ernesto, en aquel que sale tempranito de su casa a trabajar para poder conseguir el pan para su familia. ¿Cómo hacer para poder encontrar esta unidad?. Marcaste la oración al comienzo del día, es como que nos pone en sintonía, poder encontrar algún otro espacio en el día, quizás cuando vas de regreso a tu casa en el colectivo, tren o subte.

P.A.: Hay una dimensión que muchas veces no solemos rescatar que es la acción. Gregorio lo dice: no hay que tenerle miedo a lo exterior a la actividad porque en la actividad también puede descansar el corazón. Parece paradójico porque en la medida que yo pueda contemplar en el hermano el amor y saber que ahí estoy, mi corazón también se esta encontrando con su unidad más íntima, porque Dios es amor. Ahí Jesús está amando. Muchas veces creemos, lo enseñamos y lo mostramos en nuestras parroquias y movimientos, en los distintos niveles de hacer cristiano, católicos, diciendo: ahora vamos a rezar y ahora vamos a hacer, es como que hay una división. Cuando yo estoy haciendo estoy rezando y también cuando estoy rezando estoy haciendo. Esta es la clave y aquí Gregorio es maestro como lo han sido todos los padres de la iglesia. El brilló en su actividad pastoral y el apelativo de Magno es por la magnitud del despliegue de su actividad. Organizó la caridad, la liturgia, lo bienes que iba recibiendo la iglesia en ese momento, donaciones terrenos, edificios que fueron destinados para la caridad, este también es un elemento que da unidad que permite la síntesis entre la atención de lo interior y lo exterior.

C.R.: Estos dos extremos, ¿como poder establecer la conjunción entre la acción y la oración?

P.A.:: Parecen dos puntas opuestas pero hay un puente que permite que estos dos puntos se encuentren y que en esto fue maestro, magno , fue grande en su acercamiento a la escritura. No leyó la palabra como quien lee un libro más, ni tampoco como alguien que tiene una veneración por algo externo sagrado que le han dicho sino que se animó a ir a la letra , de la letra pasó al espíritu y del espíritu pasó al sentido de la vida. Fue alguien que pensó en lo que estaba escrito, usó su razón e hizo la conexión, este Dios que estaba vivo, escondido se podía manifestar en las acciones concretas, pero para eso hizo una lectura meditativa de la palabra de Dios .No fue simplemente uno que repetía de memoria sino que se detuvo a masticar, a pensar. Entonces oración, lectura meditativa usando la razón llevan a la acción y de la acción volvía a través de la palabra a encontrar su cause. La exégesis, la interpretación que el va haciendo de la escritura siempre en estos tres niveles, la letra que dice, después de eso que me dice la meditación y tercero a que me lleva. La leccio en esta época tiene una fuerza vital dentro de la historia de las comunidades eclesiales, es el tesoro y la tradición viva y el Papa las hace, de hecho el inventó una manera, una práctica junto a sus feligreses que se llaman las estaciones, organizó como distintos lugares dentro de Roma donde el iba para hablarle a su pueblo. No era una misa ni celebración sino un momento para encontrarse y leer la palabra y juntos descubrir que estaba diciendo la palabra y que acción concreta esa palabra los llevaba a hacer. Fue un hombre que ayudó, no fue una oración devocional, abstracta, recluida en un rincón, rezaba con su gente, con la gente que estaba en la calle, el mendigo, con la viuda, con los jóvenes, con el clérigo, con el monje, en ese lugar todos juntos. La palabra rezada, meditada y llevada a la práctica en una acción concreta

C.R.: Son elementos que nosotros tenemos a mano

P.A.: Claro, no hay nada nuevo como dice el libro Eclesiastés, sino que nos hace falta la capacidad, la creatividad para descubrir aquello que está guardado en lo profundo de nuestra vida, de nuestra historia.

C.R.: Hace poco el Papa Bendicto XVI cerraba el año sacerdotal. Gregorio Magno tiene algunas cositas para los sacerdotes.

P.A.: Fundamentalmente la regla pastoral fue pensada para acompañar a aquellos que tienen la tarea de pastorear almas y si bien lo hemos dicho análogamente para un padre de familia, un docente, un empresario, un jefe, está destinada a los sacerdotes. Claramente infunde confianza y un deseo de poder encarnar en gestos, en virtudes, en actitudes bien concretas lo que el buen pastor tiene que ser en medio de su pueblo. Comparto una impresión personal, este libro lo leí estando en mi cuarto año del seminario, mi primer año de teología y desde allí fui descubriendo como un ardor especial, un deseo de ir adquiriendo estas virtudes, esta manera de ser, reconociendo muchas veces los errores: Gregorio dice: es propio del buen pastor reconocer sus errores, reconocer que tiene que enmendarse y lo pone en una dinámica hacía el crecimiento y la maduración. Leo un pedacito: ahora bien los pastores deben presentarse ante los fieles de tal forma que estos no se avergüencen de mostrarles sus secretos.

Que lindo es poder decir que el pastor está cercano, el pastor ha logrado no mostrar distancia. Que lindo es como sacerdote poder ir logrando esa cercanía que no se trata de igualarse, no se trata de hacer una cosa liviana y descolorida sino de bajar el corazón para recibir a aquel que viene cargado y oprimido , con el fin de que los pequeñuelos cuando sufran las sacudidas de las tentaciones puedan recurrir a la mente del pastor como al seno de su madre y el pastor pueda además lavar con el consuelo de sus palabras y con la lágrimas de su oración aquello que les haya manchado por los sucios impulsos del pecado. La actitud de la oración y la palabra es una de las maneras concretas donde el pastor puede acompañar aquel que le ha sido confiado.

C.R.: ¿Qué pasa con los defectos de aquel que el pastor va conduciendo?

P.A.: En la tarea del hablar no hay que callarse, pero también a veces hay que tolerar los vicios o el defecto de los otros cuando el otro no lo puede cambiar enseguida. Una actitud de la caridad es tolerar el defecto, el vicio de aquel a quien uno está conduciendo. No consiste en concederle ni apoyarlo pero si prepararle el momento oportuno hasta que el pueda dar el paso para cambiar y que yo se lo pueda señalar y que mis palabras no lo hieran.

C.R.: La humildad debe estar presente en el pastor.

P.A.: Gregorio al terminar su libro sobre las actitudes del pastor termina hablando de la humildad y le dedica un capitulo. El pastor puede engreírse al tener lindas palabras, muchos aplausos, al ser escuchado por muchas personas, al saber que mucha gente acude a el. Para eso Gregorio dice: ‘es necesario que cuando nos lisonjeen el alma vuelva su mirada a la propia debilidad rebajándose saludablemente a lo más bajo. Muchas veces volver a considerar la propia imperfección porque el único que perfecciona el alma de los pastores en gran medida es Dios y si esa perfección brilla, si esas palabra salen, si esas actitudes se comunican es porque en el fondo el pastor le ha dejado lugar a Dios’.