Seguir a Jesús con radicalidad

viernes, 25 de octubre de 2013
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25/10/2013 – Desde la localidad de Tartagal, en Salta, se transmitió la última Catequesis Misionera del 2013. En esta oportunidad, en medio de mucho público en la iglesia desde donse se transmitía, el P. Javier Soteras invitó a sabiéndose profundamente amados por Dios, responderle con mucho amor configurándonos con su misión.

Jesús y un orden nuevo


Las cosas para que vayan sobre el lugar donde Jesús viene a traer un nuevo orden, supone que lo que estaba “supuestamente ordenado” se desacomode. Supone un camino donde el Señor nos trae nuevos vínculos. El fuego que comienza a arder en el corazón de Jesús, es el del Espíritu Santo, y éste es el que crea los nuevos vínculos. Es el Espíritu el que regala un orden nuevo o una nueva creación,a la luz de la llegada del Redentor para que todo comience a ser nuevo. Hoy compartimos el texto de Lc 12,49-5

Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.  De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

 


                                          
Una opción de raíz por Jesús

Se trata de una opción que no es media tinta, por la cual se está dispuesto a entregar la vida si fuera necesario. Para entrar a este lugar nuevo, a transformarnos en un hombre nuevo, nos damos que es mucho lo que hay que hacer, y para ordenar es importante sacar y volver a poner. Lo mismo pasa con nuestros valores, vínculos, con nuestro estilo de vida y nuestras elecciones. Para el nuevo modo de vida que nos propone Jesús es necesario esforarzarce por poner las cosas en su lugar.


El orden del que habla el Señor es un orden que va desde adentro hacia afuera, desde el corazón hacia las acciones. No es un orden compulsivo ni maniático. Es un orden que va desde adentro, desde los sentimientos y los afectos, al compromiso por una sociedad nueva y distinta. Lo primero que hay que poner en orden es el vínculo con la persona del Señor. Para entrar al nuevo horizonte de convivencia donde Él invita, lo primero es la profunda experiencia del amor y la misericordia de Dios. “Yo he venido a mostrar mi amor grande, he venido por los enfermos”. Si vos sentís que sos de lo peor, y que estás deteriorado, creenos que Dios te ama profundamente y ojalá puedas sentir en lo más hondo de tu corazón esto que estamos proclamando. Dios es amor, y el amor de Dios es para todos, también para vos.


Esta mañana me levantaba pensando en los desafíos que se nos presente, con qué fuerzas y con quiénes, y pensaba en esta condición mía como pecador, y me sentí abrazado con la misericordia y el amor de Dios. Y el Señor me regaló esta misma palabra “He venido por los enfermos y no por los sanos”.


En nuestro horizonte tienen que estar las personas que están más lejos, los que todavía ni se enteraron de quién es Jesús, o quizás lo conocieron sólo como doctrina o como un sacramento. Los que no tuvieron esa experiencia de amor grande que entrega su vida por nosotros. Si nosotros lo tenemos dentro y enciende nuestro corazón, estamos llamados a animarnos a ir a las periferias existenciales, a los lugares donde el anuncio es urgente porque es mucho lo que Él tiene preparado para los que todavía se sienten lejos. Como Buen Pastor, el Señor sale a buscar a los más olvidados, heridos y perdidos.

La opción por este fuego del amor de Dios es la que nos lleva a hacer esta opción de raíz. Nadie puede comprometerse de raíz con Jesús, si entiende que Jesús es el cumplimiento de una determinada doctrina, o que la relación con Jesús pasa únicamente por los sacramentos. Si la relación del itinerario de la vida únicamente pasa por ahí no hemos entendido nada de Jesús, y si pasa sólo por portarse bien tampoco entendimos nada. El Señor es una persona, y Él es amor, y sólo cuando nos encontramos con el amor fuerte de Jesús, que transforma nuestra vida desde lo más hondo podemos entender este “He venido a traer fuego sobre la tierra” que es un amor que quema. Uno se da cuenta que está presente este calor cuando los vínculos están construídos en el amor, aún en las diferencias, siempre viendo lo mejor que hay en el otro. Le pedimos al Señor que el fuego de su amor nos encienda la vida.


El amor pide amor. La experiencia del amor de Dios no es auténtica si no provoca la respuesta de amor. La radicalidad de su amor exige otra radicalidad… Dios quiere ser amado con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas. Creo que en el corazón de cada uno tiene que madurar este deseo de integridad, de totalidad en el amor, sin compromisos y sin medios términos…

 

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Revestirse de un hombre nuevo

Ayer Nélida nos explicaba como los pueblos originarios nos invitan a vivir con autenticidad el carnaval, luego la sociedad del consumo la perdió de horizonte. Ella nos compartía como al rededor de la cosecha del maíz, los pueblos se llenan de música y de vestimentas coloridas, con la que festejan. En un momento determinado, luego de que ha pasado la parte más importante de la fiesta, se van a un lugar lejano y dejan la vestimenta, por si algo malo a quedado, y se revisten de lo nuevo que trae el tiempo. Así también nosotros recibimos en la Palabra la invitación a hacer desde dentro un vínculo nuevo con el señor, dejando lo viejo y trayendo lo nuevo.


Nosotros debemos despojarnos del vestido nuevo, de ese ropaje de conceptos, de perspectiva que nos envejecen, aún siendo jóvenes, y revestirnos del vestido nuevo de Jesús que trae un compromiso y una mirada. Nosotros también tenemos que ir a algun lugar a dejar nuestros vestidos viejos. Si algo se nos ha pegado en el camino que no sea bueno ni de Jesús, tenemos que tirarlo. Es el proceso de purificación que el fuego que Jesús trae nos pone en el corazón. Y el Señor, a veces nos hace sentir, dice San Ignacio “la mordedura”, que no es el peso de la culpa sino un deseo positivo interior que te dice “así no va más, tenés que cambiar, por qué seguir así”. El Señor con esa mordedura no apunta a que te hundas, sino que te inquieta y te alienta a salir del barro y a correrte de los lugares que te hacen mal. Es una invitación a dejar tu vestido viejo y revestirte de un hombre nuevo.


Muchas veces nosotros con nuestra piedad y fe, no terminamos de ponernos de pie y realmente saber que “Todo lo puedo en aquel que me conforta”. Este Dios que te despierta cada mañana y que pone en tu corazón el amor y la esperanza, te quiere como testigo. Sabe que vos podés, no por vos mismo sino por Él.


Todos sabemos de las grandes necesidades que tenemos en nuestros pueblos. Y no es que se van a resolver el domingo en las elecciones… Es mentira. No es que tiene que venir alguien de afuera para transformar la realidad. Hace falta una nueva presencia, que empieza en casa, y si no me sale es importante reunirnos con otros y hacer fuerza entre todos. Nuestra gran fortaleza está en asociarnos en manera orante, “Si Dios está con nosotros quién estará contra nosotros”. Para que Él esté de verdad le hagamos un lugar en nuestras agendas y tiempos. Lo dejemos actuar con el poder propio de quien nos ama, de quien quiere lo mejor para nosotros, de quien vence las fuerzas del mal.


Es la fuerza del amor la que marca un rumbo distinto, y eso que te parece que no alcanza, y hasta que fue inútil, es mentira. Lo tuyo alcanza y tenés que insistir cada día. Puede mucho más de lo que nosotros nos imaginamos lo que hacemos cuando lo hacemos con amor. Teresita del Niño de Jesús enseña esto de hacer pequeñas cosas con gran amor. La misma espiritualidad de Teresa de Calcuta, no importa cuánto hagamos lo que importa es que lo hagamos con la certeza de que lo hacemos con amor. Donde nos sentimos pecadores, débiles, frágiles, ahí Dios se manifiesta con poder. “Te basta mi gracia, y mi poder se manifiesta en tu debilidad”. Dios obra en tu pobreza y en tu ignorancia, como en la mía. Creele que es capaz de hacer milagros a partir de que vos te pongas en sus manos.

 

Padre Javier Soteras