16/06/2021 – En el ciclo “La devoción al Sagrado Corazón en la Biblia”, el especialista en sagradas escrituras Gerardo García Helder, hizo referencia a la segunda promesa: “Seré la paz de tu familia”. “En el evangelio de san Marcos, en el capítulo 3, cuando instituye y a los doce apóstoles, Jesús le pide que estén con él. El Sagrado Corazón nos seduce, nos pide que lo prefiramos a Él por sobre otros amores. Y esto vale para cualquier persona, en el estado de vida en el que se encuentre. Santa Margarita Marí de Alacoque recibe la Palabra de Dios a través de los términos “gracia” y “paz” pese a que poco conocía de la Biblia. Todos tenemos ideas distintas sobre qué es la paz. A veces pensamos que es sinónimo de armonía o calma, pero otros relacionan a la paz con la guerra, las divisiones o con la venganza”, expresó.
“La paz del Sagrado Corazón de Jesús hay que interpretarla a la luz de las sagradas escrituras. No es la paz de los muertos del cementerio, sino la de la fraternidad, la comprensión, el respeto y la valoración del otro. El testimonio de nuestros oyentes es muy positivo porque no son teoría sino es vida que se encuentra con el Señor., son experiencias vivenciales, desde la carne, desde el cuerpo, desde los sentimientos. El pueblo de Dios reza en cada misa y en voz alta la oración de la paz que expresa el sacerdote que preside. Esto es porque este valor y gracias venida de Dios está metida en nuestro anhelo, queremos que no haya brechas o diferencias entre nosotros. Que no haya ninguneos o descartes de los que no piensan como nosotros, o tienen otra forma de vida”, reflexionó García Helder.
“Seamos bien intencionados en nuestras comunidades, no busquemos ser apologéticos entre nosotros porque ridiculizamos lo que hacen otros. Ante esta promesa que nos hace el Sagrado Corazón, en Juan 14 Él nos dice que es nuestra paz. Y nos pide que no nos cerremos a la presencia del Espíritu Santo. A veces nuestros hijos han dejado la práctica religiosa y tal vez si les regalamos una imagen del Sagrado Corazón la rechacen o no la reciban. Por eso, les propongo que directamente les regalemos un corazón que simbolice la presencia y los sentimientos de Cristo. Para conservar la paz, muchas veces tenemos que pasar por tontos o mordernos la lengua”, resaltó Gerardo.
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