24/03/2018 – El monje benedictino Mamerto Menapace participó este sábado del espacio “Un salmo actualizado” y al final nos dejó una oración misionera que resume su vida y su entrega pastoral. El Padre Mamerto comenzó diciendo que “la celebración fundamental de nuestra fe cristiana es la de la Pascua, que la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús”.
En diálogo con Nestor Rocchiccioli, cuando le consultó sobre su vida de niño, el monje benedictino que vive desde hace años en un monasterio en Los Toldos (Buenos Aires) respondió: “Yo soy el noveno de trece hermanos, no todos vivos, eh, los demás trabajan (aquí hay risas por la humor de Mamerto). Mi familia tiene una raigambre cristiana. Un hermano de mi abuela fue el Padre Ventura Giuliani, un personaje muy unido a los mocovíes en el Litoral y las misiones franciscanas. Cuando yo era niño en mi familia nos reuníamos todas las noches a rezar el Rosario: No todos podíamos ir a misa los domingos porque vivíamos en el campo (cerca de la localidad santafesina de Malabrigo), pero los que no iban a la Eucaristía se quedaban con papá o con mamá. Ahí leíamos las lecturas de la Biblia y las oraciones de la misa. Y había una cosa graciosa: cuando era con papá teníamos que leer un libro y eso duraba como media hora; en cambio cuando estábamos con mamá leíamos el libro “El tesoro del cristiano” y eso era cortito, de solo 5 minutos (nuevamente risas)”.
En el final, el Padre Mamerto Menapace dejó esta oración:
Señor Dios, que no quisiste comprometerte solo con enviarnos tu palabra para escucharla, sino que la hiciste carne en Jesús, nuestro hermano; en esta Pascua en que Él ofreció su vida por la nuestra queremos escuchar tu voz que nos dice: “Este es mi hijo amado”. Regalanos la capacidad de escucharlo y de seguirlo en su camino pascual, para así llegar con Él hasta Ti con todos nuestros hermanos que llevan su cruz, y para quienes te pedimos la alegría de la Vida. Por nuestro Señor Jesucristo tu hijo que ya vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y en tu Iglesia. Amén
Señor Dios, que no quisiste comprometerte solo con enviarnos tu palabra para escucharla, sino que la hiciste carne en Jesús, nuestro hermano; en esta Pascua en que Él ofreció su vida por la nuestra queremos escuchar tu voz que nos dice: “Este es mi hijo amado”.
Regalanos la capacidad de escucharlo y de seguirlo en su camino pascual, para así llegar con Él hasta Ti con todos nuestros hermanos que llevan su cruz, y para quienes te pedimos la alegría de la Vida.
Por nuestro Señor Jesucristo tu hijo que ya vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y en tu Iglesia. Amén
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