¿Ser santos en el trabajo?

miércoles, 8 de septiembre de 2010
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Isidoro Zorzano nació en 1902 en Buenos aires, era el tercero de cinco hermanos y a los tres años se va a Logroño, España, donde muere en 1943 a los 40 años. Fue bautizado a los tres años y cursó sus estudios en el colegio de los maristas adquiriendo una sólida piedad infantil. A los trece años conoce a José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. En agosto de 1930 entra a esta obra. Su profesión era Ingeniero de la red de ferrocarriles y profesor en la escuela industrial de Málaga. Isidoro era un hombre que hablaba con todo el mundo de Dios, a todos trataba de acercarle a Dios y hacerle ver la presencia de Dios en cosas de cada día.

José María Escrivá de Balaguer le comentaba a Isidoro que había un camino nuevo para entregarse al Señor sin abandonar los quehaceres diarios. Estaba convencido que su camino de santificación, consistía en santificar el trabajo de cada día, ordenado y perseverante en hacer con perfección y amor las cosas mas pequeñas de cada momento, trabajaba sin descanso, silenciosa y humildemente.

Se dice que Isidoro no tenía una buena relación con su jefe ya que este argumentaba diciendo que clase de ingeniero es que va todos los domingos a misa por eso incluso se oponía a un ascenso de Isidoro. Aun así Isidoro rezaba por el y decía ‘muchas gracias Dios mío por este tesoro divino porque cuando encontraré otro que a cada amabilidad me corresponda con un par de cosas’.

Su austeridad de vida hacía que sus obreros subordinados lo fueran admirando cada día más.

Isidoro decía: ‘tanto trabajo me produce satisfacción aunque uno llega a agotarse’. En sus actividades el procedía con una naturalidad tan extraordinaria que todo parecía resultarle fácil, cuando en realidad era fruto de su intensa vida sobrenatural.

El decía: ‘cumpliendo el deber de cada momento y con espíritu sobrenatural es como hemos de sacar la obra adelante’.

Isidoro sabía sobrenaturalizar el trabajo, por más material e insignificante que fuese y también sabía realizarlo con esmero, consecuencia de esta intensa presencia de Dios que el vivía. Todo lo hacía con sencillez, sin buscar una satisfacción personal para su amor propio ni la alabanza de los demás.

Luego de un impás, Isidoro vuelve al trabajo del ferrocarril pero con un puesto inferior al que le correspondía, volvía a trabajar con el mismo jefe que había tenido antes en Málaga. Dios va a purificar a Isidoro con el mismo instrumento que utilizó al principio, es decir, Isidoro se ganará el respeto entre sus subordinados colegas y superiores en este nuevo puesto. Su día comenzaba a las cinco de la mañana y terminaba muy avanzada la noche, el se esforzaba por convertir toda la jornada en una mesa, en una ofrenda grata a Dios, además de su trabajo como ingeniero, es nombrado gerente del Opus Dei español y administrador.

Vivió ejemplarmente la diligencia en el trabajo, la lealtad y el espíritu de servicio con sus colaboradores, el amor a la justicia en la promoción de iniciativas a favor de los más necesitados, la fe y la caridad a través de labores de catequesis y de formación para los sectores más abandonados de la sociedad.

En diciembre de 1942 Isidoro enferma de cáncer y ve en su enfermedad un tesoro para ofrecer a Dios por tantas necesidades de toda la iglesia y por todas las almas. Su testimonio fue tan fuerte que durante su enfermedad sus compañeros le rendirán un homenaje y tras su muerte firmarán una declaración expresando el convencimiento que había vivido como un santo.

Isidoro decía: ‘mi único deber es sufrir, no he de preocuparme por nada más, sufriendo con espíritu sobrenatural es como vamos a ir sacando la obra adelante.

Isidoro fallece en 15 de julio de 1943. Su vida manifiesta la búsqueda de la santidad en la vida cristiana ordinaria, en la entrañas del mundo a través del trabajo profesional ejercido con competencia para iluminar todas las realidades humanas con la luz de la fe y del amor. Su fama de santidad se extendió pronto en todos los sectores de la sociedad

Entre 1948 y 1954 se instruyó en Madrid el proceso informativo sobre la fama de santidad la vida y las virtudes del ciervo de Dios.

Actualmente Isidoro Zorzano está en proceso de beatificación.

Que lindo es poder descubrir esta vida que nos dice y que nos va dando una pauta para descubrir que a pesar de todo, de las malas condiciones de trabajo, la mala retribución, de que no me gusta lo que hago, la invitación a ser santos está y la posibilidad también.

Si hablamos de santificación no hablamos de la imagen que tenemos de santo inmaculado que no hace nada sino de aquel que se mete en la realidad y desde ese lugar vive la experiencia de la fe coherente, la esperanza y del amor.

La consigna es ¿qué gestos concretos contribuyen a vivir la fe en mi trabajo? ¿Cuáles quiero aportar y comprometer?

Cristian Romano: Nos acompaña Marta Salto, profesora de filosofía y de ciencias de la educación, vice directora del nivel medio de una escuela de gestión pública, coordinadora responsable de la sede en Córdoba del Centro de estudios de la Doctrina social de la iglesia Juan Pablo II, donde se dicta la diplomatura en doctrina social de la iglesia con orientación en liderazgo público y acompañamiento de procesos comunitarios de aprendizaje, también pertenece al Movimiento de la Palabra. Bienvenida y buenas noches.

A lo largo de la historia del hombre y del trabajo ¿Cuáles fueron la concepciones que prevalecieron en la historia universal? , a modo de contexto para ir ubicándonos en esto que vivimos cotidianamente como trabajo

Marta Salto: marcar las etapas a lo largo de la historia es a modo de poder esquematizarnos de cómo fue evolucionando todo este proceso, la historia es un proceso. La historia del hombre y de la humanidad ha sido marcado por hechos que han venido describiéndose y desarrollando a lo largo de todo el proceso de la vida de la humanidad

Etimológicamente la palabra trabajo proviene de la palabra tripalis que significa sostenido por tres palos o tres estacas , lo que da origen al tripaliun que es un instrumento de tortura que se aplicaba en la época antigua

También previene del latín trabajoliun y esta palabra significa el castigo que se le aplica a los esclavos de sobrecarga para el trabajo.

También podemos entender el trabajo como labor y su etimología proviene del griego, labeo, vacilar bajo un gran peso.

Desde lo etimológico el trabajo va mostrando un peso, una carga, un esfuerzo por lo tanto una fatiga física, intelectual y moral, que describe lo que muchas veces vamos sintiendo.

Desde la antigüedad el trabajo se entendía de una manera diferente al nuestro, en la comunidades primitivas no existe el término trabajo, en realidad allí se engloban actividades propias del tiempo como la agricultura, la pesca. Toda esta labor se caracterizaba por elementos de subsistencia aquellos que le proveían al hombre, a su persona y a su familia todos los elementos que necesitaba para vivir.

El hombre no está solo y se encuentra con tribus que hacen una labor en particular, las que recolectaban frutos, con tribus de pesca y caza.

En forma paralela a esta expresión del trabajo se va dando como resultado de guerras continuas del poder de un pueblo sobre el otro, se fue generando la esclavitud, lo que garantizaba el reinado de un pueblo sobre otro. En la Biblia vemos como el pueblo de Israel es esclavo en Egipto.

La esclavitud llega a ser visto como un acto humanitario tanto que el derecho romano lo reglamenta, porque en realidad lo que merece es la pena muerte, de esta manera le conmutan la muerte por la esclavitud.

Desde esta mirada los esclavos eran un hecho habitual, natural y lógico. Recordemos que estamos en la época antigua donde la no esclavitud era algo artificial, inaplicable. No se podía entender un mundo sin esclavitud.

Esta estructura va cambiando y quien quiebra esta estructura es el cristianismo, cuando establece la igualdad sustancial de las personas, esto se da mucho más adelante.

Seguimos con la época antigua. Para los griegos la filosofía es un lugar importante donde se genera el pensamiento que hasta hoy nos llegan y allí ellos dividen las actividades en dos tipos, las actividades libres y las actividades serviles. Aristóteles utiliza una expresión muy fuerte refiriéndose a las actividades serviles diciendo: ‘inutiliza el cuerpo y el alma y la inteligencia para el uso y la práctica de la virtud’. Era propio que estas actividades fueran de los esclavos y no de los hombres libres.

Otro punto para destacar en esta época es el ocio que era mucho más valorado que en nuestra época. Hablamos de un ocio productivo y apreciado sobre todo para los pensadores e intelectuales. Era propio de los hombres libres. Aristóteles dice que es lo mejor que le puede pasar al hombre y que el lugar donde se puede hacer fructífera la virtud es a través del ocio.

En la edad media comprendida entre la caída del imperio romano aproximadamente en el año 473 hasta la caída de Constantinopla 1450 aproximadamente, la esclavitud es sustituida por la servidumbre. Esto se da porque los hombres se agrupan alrededor de alguien poderoso, el señor feudal, haciendo un contrato de alianza que consiste en que el señor feudal es quien es su tierra tiene la obligación de garantizar que todas las personas con sus familias que viven allí, van a ser defendidas, pero contractualmente en devolución, el hombre con su familia, cultiva la tierra, trabaja dándole todos los frutos y productos de su labor.

Tal es así que si el señor feudal tiene que ceder sus tierras a otro señor feudal debe ceder la tierra con todas las personas y familias.

En la edad media también va transcurriendo un pensamiento cristiano, ya que hay una inclinación desde el cristianismo a justificar el trabajo. En este momento el trabajo es visto como un castigo, el hombre como consecuencia del pecado original es castigado a ganar el pan con el sudor de su frente

Hay una corriente desde el mandato paulino cuando san Pablo dice el que no trabaja no come.

Santo Tomás de Aquino exalta desde una exhortación que hace san Pablo en una carta a los Tesalonicenses cuando dice trabajen en paz para ganar su pan. Vemos aquí una espiritualidad diferente al trabajo.

Santo Tomás de Aquino argumentaba que el trabajo es el camino doloroso y glorioso que nos conduce al bien supremo y a la felicidad más íntima, pudiendo concretarse toda su doctrina en esta admirable síntesis: ‘la vida es servicio de Dios y este servicio es trabajo’.

Esta concepción trascendente del trabajo incorpora una función moral que no la tenía hasta ahora. Una espiritualidad del trabajo que le permite al hombre por el ejercicio de su esfuerzo, real físico e intelectual cuando está ordenado hacia un fin honesto, supremo, es la forma del mayor perfeccionamiento. De alguna manera el hombre se hace más hombre, más persona. Se perfecciona en el servicio al Altísimo.

Esta espiritualidad del trabajo está visto en san Pablo cuando escribe a los Colosenses: ‘cualquiera sea el trabajo de ustedes háganlo de todo corazón teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres, sepan que el Señor los recompensará haciéndolos sus herederos’.

Cuando nos incorporamos en el pensamiento moderno la concepción del trabajo es muy diferente, aparece como una actividad más abstracta, es indiferenciada, todo es trabajo y como tal se hace acreedor de una valoración y sobrevaloración.

Marx habla de que esta mudanza tiene lugar cuando se produce predominantemente para el mercado, el trabajo se convierte en un valor de cambio. Marx propone un socialismo y pretende sustituir la estructura capitalista, donde no exista la propiedad privada ni desigualdad fundada en razones económicas fundamentalmente.

El objeto del socialismo es una emancipación de los proletarios.

La visón de la actividad es homogénea ya que no diferencia las consecuencias prácticas que tiene el trabajo, enmascara de alguna manera el trabajo fatigoso del satisfactorio, el trabajo manual del intelectual, todo es lo mismo, todo es trabajo, la vida es trabajo. La humanidad justifica la desigualdad como una necesidad técnica y encubren el trabajo discriminatorio por excelencia capitalista y económica, proporcionándoles a los individuos un lugar altísimo en la producción, es decir, el trabajo de alguna manera es importante en tanto y en cuanto produzca.

El hombre produce, el hombre es importante. Aquí aparece el hombre productivo, se enaltece el trabajo productivo y se desprecia todo trabajo que sea domestico, todo trabajo que no deja huella o monumento, también se desprecia todo trabajo que no se punto para ser recordado

CR: Pasamos a algo opuesto a lo que se daba en la antigüedad. Pasamos al otro extremo.

MS: De alguna manera vamos reproduciendo modelos anteriores porque esta mitificación de la idea del trabajo sobrecarga a un grupo, y los efectos de esta revolución industrial, el hombre queda supeditado a lo económico.

Seguimos poniendo la carga al trabajo fatigoso y doloroso. Las empresas aumentan de tamaño y se desplazan hacia el mercado y el salario se reduce en función a la mercancía.

Aquí aparece el estado como garante y equilibrador de estas empresas, comportándose como el gerente del bien común. También aparece el factor tiempo. Benjamín Franklin dice: el tiempo es oro y más adelante en otros países dicen el tiempo es dinero. Aquí el ocio queda de lado, es mala palabra, es mal concepto, ser ocioso es denigrador. Vivo para producir.

El hombre siempre siente si sabe escucharlo, el llamado interior, que los sabios antiguos hacían referencia , cuando uno se detiene en el camino y empiezo a procesar, no intelectualizar, comienzo a conocerme a mi mismo para poner un stop a esos modelos que nos arrasan y avasallan.

CR:. Recién recordábamos que el trabajo significa toda actividad humana.

MS: Hay muchas definiciones de trabajo.

Actividad esencialmente humana compleja y variable porque estamos haciendo referencia al trabajo remunerado

Actividad instrumental que orienta a la obtención del medio para subsistir

Actividad que contribuye a conservar la vida, es bastante amplia ya que hace referencia a la actividad cultural y espiritual.

Vía de desarrollo de la persona en todos los planos, hace referencia a la acción del hombre sobre la naturaleza

CR: El trabajo es un bien arduo útil y digno de nuestra condición de persona, demanda esmero y esfuerzo. El esfuerzo le da un valor formativo y disciplinario. Nos permite perseguir un fin útil por ejemplo adquirir bienes materiales, espirituales, que nos perfeccionan a nosotros mismos ya que nos prolongamos en nuestra obras y de esa forma crecemos con nuestros frutos. Por ejemplo el carpintero que va armando algo, por un lado es arte pero también traslada algo de si en esa pieza, ya que participa todo su ser.

MS: Santo Tomás dice. El trabajo hace al despliegue de los dones que Dios nos ha regalado. La huella que dejo en mis alumnos, en mis hijos, en mis compañeros de trabajo de alguna manera hace al despliegue de la personalidad.

CR: Mi trabajo también contribuye a la sociedad, el aspecto solidario que se complementa con el personal, nos llena de gozo el saber que mi tarea le hace bien a otro. El trabajo perfecciona la naturaleza desarrollándola y perfeccionándola para nuestro servicio. El trabajo es digno porque corresponde a nuestra dignidad personal, aquí nos expresamos, y en cuanto a la actividad humana participa de la dignidad del hombre. Nosotros con todo nuestro ser nos prolongamos en la actividad que desarrollamos. El trabajo no es una cosa ni una mercancía

El desafío es descubrir el trabajo como santificador, desde la fe. ¿Cómo es el camino que nos propone la iglesia?

MS: Hay muchos aportes doctrinales de la iglesia, fundamentos fuertes desde los padres de la iglesia y las encíclicas que nos dejan el camino marcado. Las señales que nos van dejando son como las señales en las rutas, es decir donde el camino se termina, donde hay que doblar.

CR: Estas señales las colocó alguien que ya pasó por allí y que lo ha vivido

MS: Ellos trabajaron laboriosamente su vida y por eso son santos. Se puede ser santo en la vida, en el hecho de poder unir al fe a la vida concretamente. Se puede ser santo bailando, dando clases, juntando la basura, haciendo una escultura, limpiando mi casa, haciendo un gran descubrimiento para la humanidad. Tengo todas las posibilidades para que yo pueda desplegarme. El hombre es creado a imagen y semejanza de Dios por lo tanto le vale la dignidad de la vida dada por Dios y desde esa dignidad da fundamentos al trabajo.

Muchos autores dicen el trabajo me dignifica y en realidad yo dignifico al trabajo. La doctrina social de la iglesia nos muestra distintos pilares en los cuales nosotros podemos fundamentar nuestra fe y hacerla Vida a la fe, uno de esos principios es esto que decíamos de la dignidad de la persona. En el mismo Génesis Dios crea al hombre y le da un mandato, vayan sean fecundos henchid la tierra, sométanla, de alguna manera les está diciendo , trabájenla. Aquí les está dando el segundo principio doctrinal que es el de la participación en la co creación con Dios

CR: el trabajo sería por participación , una obra creadora.

MS: Exactamente co creamos con Dios Padre Creador. Aquí queda la impronta de la fuerte vocación del hombre, a desplegar los dones que Dios ha puesto en cada uno. Acá participa de otro misterio que es el del cuerpo místico, cada uno tiene un llamado en particular, estas profesiones, estas vocaciones, estos llamados profundos que Dios despliega en la humanidad , metafóricamente hablando, al son de una orquesta, no todos tocamos el violín, ni toda la orquesta es el piano, sino que la sinfonía creadora de Dios se hace a partir del toque del instrumento de cada uno.

CR: Lo mismo sucede en una empresa y en las tareas concretas que realiza cada uno.

MS: Concientizar la idea de que somos un cuerpo. Santo Tomas hablaba de concientizar la idea de comunidad. Dice además: Cuando más vivo es el sentimiento de comunidad tanto más se desarrolla el carácter social del trabajo y del bien común.

Es importante el hecho de conocernos y de creernos comunidad. El hombre no vive solo, no trabaja solo, el hombre trabaja para si, para su familia y para la sociedad, para el bien común.

El bien común es otro principio doctrinal, el bien que Dios quiere para todos.

No todo es alegría en el trabajo. Hay momentos dolorosos. Hay hechos que se vuelven opresores

CR: ¿Qué hacemos cuando nos encontramos ante esta realidad dolorosa, de cansancio, de hastío?

MS: Acá tenemos un desafío que es de alguna manera participar de un misterio, el Señor nos llama a participar del misterio Pascual, desde el dolor de la cruz. El trabajo no enseña que también es dolor, pero este dolor no queda allí muerto, en la tumba, sino que el desafío es creer de que la tumba está vacía y que hay vida más allá de esa muerte y de ese dolor. Este es el misterio en el que uno se introduce desde el cristianismo en el trabajo. Mi vida queda inmersa en ese misterio. Mi vida es dolor pero también es resurrección. Descubrir un bien nuevo en la resurrección de Cristo es re descubrir el trabajo. Descubrir que lo fatigoso y lo tedioso, lo feo que tiene el trabajo también puede ser redentor para mi vida, para los que están a mi alrededor y hasta para la misma sociedad, esta realidad que quiero transformar y esta forma de ofrecérselo al Señor en alabanza, como dice Santo Tomás de Aquino ofrecer este dolor en alabanza y se convierte en redentor, corredentor con el mismo Señor.

CR: No es cuestión de quedarse en el sufrir. Buscar trasformar la realidad y que sea redimida soportando ese dolor

MS: No debemos sufrir sin un sentido redentor, sin un sentido de resurrección, nuestra fe en el trabajo no está puesta en el trabajo sino en la fe de la resurrección del Señor, en la vida eterna, aquí está el sentido trascendente y espiritual del trabajo, esta fe que puedo hacer Reino de Dios hoy.

El evangelio nos da las pautas cuando nos dice ‘vivan alegremente , trabajen en paz’. No debemos hacer de los conflictos la comida de cada día, trabajar solidariamente con los otros, buscar el bien común entre mis compañeros de trabajo, es decir, permitirnos hacer comunidades de trabajo, ahí está la santidad buscando con paz ese lugar. Enraizándonos en la oración profunda, entregada alabada alegre meditada pasando la vida por la oración, este es otro elemento de santidad.

Impregnar las estructuras temporales del espíritu evangélico es trabajar la santidad en el trabajo o el trabajo en la santidad. Jesús nos deja un mandato y creo firmemente que es posible: ‘sed perfecto como es perfecto vuestro Padre’. Es un mandato y una invitación a la santidad. Trabajar en torno a la perfección humana, es aplicar los talentos que Dios nos ha regalado haciéndolos fructificar tanto en Dios como en nuestros hermanos.