Si yo no tengo amor…nada soy

martes, 9 de febrero de 2021
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09/02/2021 – Esta semana, en el ciclo sobre las Virtudes Teologales, el padre Héctor Espósito finalizó con las características de la esperanza y nos introdujo en el tema de la Virtud de la Caridad.

El padre Héctor recordó que hay 3 momentos: la conversión (que le pertenece a la Fe), la ascética (que le corresponde a la Esperanza) y la mística (que le corresponde a la Caridad)

La Conversión significa ver, desde el horizonte de Dios mi propio ser, mi persona. La Ascesis significa lucha batalla, empeño, ejercicio espiritual. La Mística es la acción de Dios en mi alma.

En la edición anterior, el padre Espósito nos decía que  la esperanza es la virtud de la Gracia, la virtud de la Gloria, la virtud de la Ascética y  la virtud del Desprendimiento.

La Virtud de la ascética

La ascética es  la lucha para santificarme  y colaborar con la gracia que Dios me da. Es una batalla continua, de todos los días. Para ser asceta debemos repasar nuestros actos cotidianos.

La Virtud del desapego

El desapego y el desprendimiento no son propiamente una virtud, sino un ángulo de la esperanza y que nos recuerda que sólo valen las cosas que voy a encontrar en el Cielo.

“Nada nos llevamos cuando muramos. La actitud de desapego nos ayuda a desprendernos, paso a paso, a decir que ‘sólo Dios basta‘ y abre el horizonte de la esperanza”.

Dios es lo primero y último de mi vida. La grandeza de la esperanza tiene esta virtud.

La virtud teologal de la caridad

“La señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a él. En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. Nosotros amamos porque Dios nos amó primero. El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe..¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 juan 4, 17-21 y 5,1-5)

“¿Es Dios lo primero de mi vida? Con la virtud de la Caridad amamos a Dios sobre todas las cosas. Lo amamos por el mismo Dios. Él  es lo primero de mi vida y yo amo todas las cosas hechas por Él, por amor a Él. Y amo a mi prójimo como a mi mismo, por amor a Dios. Dios es lo primero de mi vida”.

“Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.” (1 Juan, 4, 7-11)

Te invitamos a escuchar el programa completo con el padre Héctor Espósito en el audio al inicio de esta nota