21/11/2025 – La Iglesia se acerca al final de su año litúrgico. Este ciclo, que propone un recorrido a través de los misterios de Cristo y los textos bíblicos, culmina con la celebración de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Esta fiesta se sitúa en el último domingo del año, justo antes del Adviento, marcando un punto de conclusión y, a la vez, de inicio. «Estamos llegando al final del año litúrgico, esta recorrida que la Iglesia nos propone para ir celebrando a lo largo del año cada uno de los misterios de Cristo», comenta Pablo Casagrande, señalando la ubicación de esta solemnidad.
En 2025, esta festividad cumplirá 100 años desde su institución por el Papa Pío XI. Para comprender lo que se celebra, es necesario recordar que Cristo Rey no es una imagen de poder terrenal. Casagrande evoca palabras del Papa Francisco para ofrecer una perspectiva: «Cristo no es la imagen de rey, de emperador que tenemos a lo largo de la historia… sino que al contrario, nuestro rey es Cristo que es nacido pobre, vivió pobre, trabajando, viviendo con la gente, comiendo en sus casas, sirviendo a todos».
El reinado de Cristo se define por el servicio, la cercanía, la misericordia y la ternura. Citando la carta Quas Primas de Pío XI, Casagrande recuerda el fundamento de este señorío: el derecho de conquista adquirido por la redención. «No somos pues ya nuestros, puesto que Cristo nos ha comprado por precio grande. Hasta nuestros mismos cuerpos son miembros de Jesucristo», dice la misiva pontificia. Es la sangre de Cristo, y no el oro, la que otorga Su realeza, situando Su trono en la Cruz.
En este contexto, las comunidades son invitadas a reflexionar sobre el estilo de Dios en la liturgia. Casagrande propone rescatar y acentuar el sentido de los cantos ya conocidos. Por ejemplo, en el canto del Gloria, se puede poner énfasis en la estrofa que da «Gloria a Jesucristo Rey, nuestro Redentor, que para salvarnos en la cruz murió». La intención es «ayudar a verlo con ojos nuevos y con oído nuevo y hacerlo oración renovada».
Junto a la música, se sugieren gestos concretos. Para la celebración, se puede proponer a la comunidad coronar una imagen de Jesús en el templo. «Pensamos que puede ser muy propicio si hay niños en la misa. Si no también, ¿no? Pero bueno, es un gesto algo visual, que puede ayudar», explica Casagrande. Esta coronación, idealmente hecha con elementos sencillos como laureles o ramas, debe ir acompañada de la comprensión de que se trata de «un reinado sencillo, el del Señor, sencillo, cercano».
Finalmente, la música y la liturgia invitan a llevar este reinado a la vida cotidiana. Como canto de despedida, se propone «Felices los que anuncian con su vida», con un sentido misionero. La conclusión es que, más allá de los títulos, «lo importante es que tomemos al Señor como rey de nuestra propia vida, ¿no? Y lo hagamos en también en nuestras acciones, en nuestro día a día. Entonces, estamos invitados a tener este estilo de Jesús».
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