26/11/2025 – El flujo migratorio hacia Argentina es una constante histórica que, si bien ha cambiado en sus orígenes y volúmenes, mantiene intacta la necesidad de acogida y apoyo. Esta realidad es el motor de la Colecta Nacional de Ayuda al Migrante, una iniciativa de la Iglesia que busca sensibilizar y brindar asistencia a quienes llegan al país en búsqueda de un bienestar que, por diversas razones, no encontraron en su tierra de origen. La recolección de fondos y la promoción del compromiso se realizan anualmente coincidiendo con el Primer Domingo de Adviento, marcando un tiempo de preparación y esperanza.
Para la Iglesia, esta labor se centra en una visión de humanidad compartida. El padre Juan Antonio Ramírez Moreno, misionero scalabriniano y secretario de la Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes (CEMI), enfatiza la perspectiva necesaria ante esta realidad. «Al final de cuentas se trata de ayudar al migrante y el migrante tiene tantas necesidades que es necesario verlo con unos ojos de propiamente de esperanza, como hemos celebrado en este año, en este año de esperanza», afirmó el sacerdote, quien es mexicano y lleva 16 años de misión en Argentina tras pasar también por Brasil, viviendo así en carne propia la experiencia migratoria.
El padre Ramírez Moreno explica que las necesidades de los migrantes actuales—provenientes principalmente de países limítrofes, como Paraguay, Bolivia o Venezuela—son las mismas que enfrentaron los inmigrantes europeos de antaño. Se trata de necesidades básicas como el alimento, el vestido y, fundamentalmente, el trabajo, pero también la búsqueda de una realización personal. El misionero scalabriniano recordó una frase clave de San Juan Bautista Scalabrini, su fundador: «El migrante, para el migrante la patria es la tierra que debe al pan». Esta idea resalta el amor profundo que el migrante desarrolla por el país que le ofrece una oportunidad para desarrollarse y le permite encontrar una mejor expectativa de vida.
La Colecta Nacional de Ayuda al Migrante tiene como objetivo principal apoyar diversos proyectos de ayuda directa. Estos proyectos no solo cubren las necesidades básicas, sino que también promueven el desarrollo y la integración en la sociedad. Entre las iniciativas se encuentran las que facilitan oportunidades de trabajo, especialmente para mujeres migrantes, y el apoyo a proyectos de emprendedurismo a través de capital semilla y acompañamiento, buscando ofrecer herramientas para la autonomía económica.
Giacomo Monachesi, laico consagrado del Movimiento de los Focolares y colaborador en la CEMI, dio a conocer las áreas de trabajo concretas que se benefician de esta colecta. Monachesi, italiano que reside en Argentina hace nueve años, señaló que la fundación está enfocada en el área social, con un equipo de trabajadoras sociales que asisten a migrantes de todas las nacionalidades y credos, buscando que «se sientan en casa desde el primer momento». Además, la labor se extiende a la asistencia legal gratuita para trámites de legalización y convalidación de títulos, y la inserción laboral a través de capacitaciones y mentorías.
El colaborador de la CEMI también destacó el trabajo en la prevención contra la trata, tráfico y explotación de personas, un aspecto fundamental en las zonas de mayor vulnerabilidad. Monachesi subrayó que el aporte de la colecta es vital para sostener estas áreas de servicio, especialmente ante la complejidad de conseguir financiación externa. La labor de la comisión se sostiene en la personalización del servicio y en el principio de ver en cada persona migrante, a quien se ofrece ayuda, a Jesús mismo.
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