22/06/2020 – En Madre del Pueblo, el padre Marcelo Amaya, desde Catamarca continuó mostrando el rostro de la Virgen María presente en las realidades de nuestro país, especialmente, en tiempos de Covid19. El padre Marcelo dialogó en primer lugar con Sully Díaz, coordinadora del Hogar de Cristo, “Jesús de la nueva esperanza”, también conocido como “Padre Raúl Contreras”, quien nos habló del legado inmenso que dejó el padre Raúl, iniciador de estar gran obra en Catamarca.
Sully nos contó, además, sobre su devoción a la Morenita, diciendo que “El ejemplo lo ha dejado mi padre, que siempre estaba presente en las procesiones. Desde chiquita entendí, gracias a mi familia, que en las manitos abiertas de la Virgen del Valle cabemos todos, que ella nos recibe, nos cubre con su manto y poco a poco, fui conociendo la historia tan hermosa de los cuatrocientos años de su aparición”.
“En mi casa está presente todos los días. Y acá, en el Hogar la tenemos presente en una imagen en original, le hemos hecho el vestido, el manto y la corona, como Reina y Señora, que fue bendecida por el padre Raúl”.
“Los chicos entran y se persignan, la tienen como mamá, y nos acompaña permanentemente”, describió Sully Díaz.
Al respecto, Sully Díaz, coodinadora del Hogar de Cristo, que está en el barrio Santa Marta y comprende la parroquia San Jorge, resaltó que “El hogar es una obra de Jesús donde él y la Virgen reinan”.
En este sentido, destacó y agradeció el legado de quien fuera su fundador, el padre Raúl Contreras, diciendo que “Agradezco al padre Raúl quien comenzó con la obra, saliendo a las calles a buscar a los jóvenes con adicciones, un sacerdote ya fallecido, querido por todos en Catamarca por su gran compromiso social y por su gran corazón”.
Compartió también que “Desde ese momento, el padre Raúl fue congregando de manera informal, a buscar voluntarios, a dar una comida una vez por semana. Y de a poquito, se fueron congregando como un oratorio, siempre en torno a Jesús”.
“En Buenos Aires, el padre Raúl conoció los hogares de Cristo y él dijo que lo que se estaba haciendo en Catamarca era lo mismo que se hacía en estos lugares, por lo cual, fundó el Hogar de Cristo en Catamarca”, contó Sully.
“El padre Raúl tuvo la impronta de trabajar con los chicos con adicciones. Ha dejado sembrado muchas semillas de fe y a nosotros también nos ha formado de una manera que no podemos volver atrás, el compromiso que asumimos es tal, que estamos abocados a eso. Él nos decía: <Es Jesús quien los llama>”. Y completó diciendo que “Nos llevó a La Rioja, a capacitarnos en la Universidad de La Rioja con Sedronar, éramos quince voluntarios que fuimos, que nos capacitamos el año completo, de abril a noviembre de 2017, recibimos el certificado, junto con él, de operadores comunitarios en adicciones”. Resaltó también que “A él le preocupaba mucho que supiéramos cada día un poco más, que estuviéramos preparados para afrontar esta modalidad de vida que era nueva, que nadie la quería abordar”, indicó la coordinadora del Hogar “Padre Raúl Contreras”.
“Y eso nos ha dejado, por eso la preparación constante, la preparación constante de los operadores, los voluntarios, y que ahora continúa”. “Y, eso nos ha dejado -recalcó Sully- la fortaleza que tuvimos cuando él ya no estuvo, es lo que hizo que este hogar continúe hoy en día”.
Finalmente, Sully contó emocionada sobre la partida del padre Raúl Contreras, fundador del Hogar de Cristo, para ella misma y para todos los jóvenes que fueron salvados por el padre Raúl.
“Los jóvenes no se separaron del féretro, lo acompañaron, lo lloraron, estuvieron ahí, porque él era su papá en la tierra, era su pastor, el que los cubría, los contenía, los escuchaba sobre todo”.
“Siempre nos decía que nos calláramos, que no hablemos, que los dejemos hablar a ellos, digan lo que digan, ellos se tienen que sentir que son escuchados”. “Y eso hacía él –agregó- se reía con ellos, y los recriminaba en alguna cosita, pero siempre los escuchaba”, contó emocionada Sully.
En este sentido, el padre Marcelo Amaya, recordó también al padre Raúl Contreras, diciendo que “Él me decía que lo hacían renegar, pero que los quería, le hacían una atrás de otra, pero decía: <Los quiero>”, recordó con cariño el padre Marcelo.
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