17/10/2025 – En los últimos diez años, la finalización de la escuela secundaria en Argentina mostró un crecimiento sostenido. Según el informe “Terminalidad educativa: foco en la secundaria”, elaborado por Argentinos por la Educación, la proporción de jóvenes de entre 25 y 30 años que concluyeron este nivel educativo pasó del 67,6% en 2014 al 74,2% en 2024. La investigación, realizada a partir de datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, fue desarrollada por Viviana Postay, María Sol Alzú y Martín Nistal.
Aunque el aumento general es significativo, el dato más notorio se observa en el sector social más vulnerable. En ese grupo, la terminalidad secundaria creció de 41,5% a 60% en la última década. «No es algo menor», expresó Viviana Postay en diálogo con este medio, y agregó: «En estos diez años subió especialmente la cantidad de chicos de sectores sociales bajos que obtienen su título». La especialista también recordó que la obligatoriedad de la escuela secundaria es reciente: «Históricamente hace cinco minutos que es obligatoria», señaló, en referencia a su inclusión en la Ley de Educación Nacional de 2006.
El informe también revela disparidades por género. Mientras que el 92,2% de los jóvenes del nivel socioeconómico más alto finaliza la secundaria, en el sector más bajo ese porcentaje es del 60%. A su vez, la finalización es más alta entre mujeres, con una brecha de alrededor de siete puntos frente a los varones. “En general, las mujeres tienen más terminalidad, tanto en secundaria como en universidad”, explicó Postay.
Sin embargo, la especialista advierte sobre un aspecto clave: el crecimiento en la obtención del título no siempre va acompañado de mejores aprendizajes. “Lo que tenemos que contrastar sí o sí es este número con los aprendizajes”, advirtió. Según datos recientes, solo 10 de cada 100 estudiantes del último año llegan en tiempo y forma con los saberes esperados en lengua y matemática. Postay fue enfática: “No es solamente la terminalidad lo importante, sino la calidad de lo aprendido”.
Este contraste plantea desafíos urgentes. “Hay una trampa en mirar solo la terminalidad y pensar que estamos bien, y otra trampa en decir que antes era mejor, cuando la escuela no era obligatoria ni contenía a todos”, señaló Postay. Para ella, es necesario sostener la expansión de la escolaridad, pero también “mirar por qué no se están produciendo aprendizajes o por qué se producen en tan baja medida”. En su análisis, una de las dificultades actuales es garantizar las condiciones básicas para la enseñanza: “Están existiendo serias dificultades para dictar la clase en un ambiente de armonía”.
En síntesis, los datos del informe muestran una mejora sostenida en el acceso y finalización de la secundaria, especialmente en los sectores más postergados. Pero también evidencian que esa expansión no garantiza, por sí sola, aprendizajes significativos ni reduce completamente las desigualdades. Como concluye Postay: “Es necesario, pero no suficiente. Tenemos que trabajar a la vez sobre la calidad y sobre las brechas que todavía persisten”.
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