Testigo fiel

lunes, 5 de noviembre de 2012
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Seguimos guiándonos por el libro del Cardenal Bergoglio Mente abierta, corazón creyente y hoy vemos Apocalipsis 2, 12-17: “Escribe al ángel de la iglesia de Pérgamo. El que tiene la espada de doble filo, afirma: Sé que tú habitas donde está el trono de Satanás. A pesar de todo permanece fiel a mi nombre y no has renegado de tu fe en mí, ni siquiera en la época de Antipas, mi testigo fiel a quien mataron en el lugar donde habita Satanás. Sin embargo debo reprocharte algo, y es que tienes adictos a la doctrina de Balaán, el que enseñó a Balac cómo debía seducir a los israelitas para que se prostituyeran comiendo los alimentos sacrificados a los ídolos. Tienes además partidarios de la doctrina de los nicolaítas. Arrepiéntete o iré enseguida para combatir contra ellos con la espada de mi boca”. El que pueda entender que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al vencedor le daré de comer el maná escondido y también le daré una piedra blanca en la que está escrito un nombre nuevo que nadie conoce fuera de aquel que lo recibe”

¿Cuál es la situación de esta Iglesia de Pérgamo? Tiene una situación de desolación. Que proviene de una especie de gula y de lujuria espiritual, que los lleva a comer y saborear doctrinas extrañas.

A veces nos puede pasar por ahí, a veces me encuentro en algún lugar que voy de visita y me dicen “Padre yo soy cristiano pero yo también voy al Pai” Si sos cristiano no tienes nada que hacer en el Pai. Una especie de sincretismo espiritual. Nos alimentamos de Jesús, pero también estamos como haciendo zapping espiritual. Esto que el Cardenal llama de gula y lujuria espiritual. Es una Iglesia que tiene mártires que han sido totalmente fieles, pero es una Iglesia donde hay otras personas que andan así, coqueteando con otras doctrinas. Y por eso el Señor le advierte que deben asumir la verdad, que deben aceptar la “Verdad “. La Verdad que es presentada como palabra que es una espada que sale de su boca. Invita a la Iglesia de Pérgamo que debe alimentarse con el pan de la verdad, a saborear su relación de intimidad y exclusividad con el Señor. La carta de Pérgamo se dirige también a quienes la conducen y demuestra que el escándalo que provoca, que haya fieles en su Iglesia, que tengan esta especie de sincretismo espiritual, de falta de profundidad con el Señor.

Nos dice el texto del evangelio, “partidarios de la doctrina de Balaán” ¿Quiénes son? ¿Cuales son esos falsos profetas, falsos dioses, falsas seguridades. A veces uno dice: “No, porque a mí me hicieron un mal entonces yo tengo que ir a que me curen, que me saquen ese mal. Pero hermano, vos no rezas el salmo 22, no dices “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Aunque cruce por oscuras quebradas no temeré ningún mal” ¿Dónde está tu corazón? ¿Anda mendigando en otros que te den seguridad? Por eso dice: “Arrepiéntete o iré enseguida para combatirte con la espada de mi boca”, esa espada de dos filos, nos hace referencia a la palabra. En Apocalipsis 19 también hay una expresión semejante. El Señor quiere consagrarnos en la verdad y una de las características de la verdad es la fidelidad. Y en torno a la fidelidad se juega la suerte de la Iglesia de Pérgamo. Ella es fiel al nombre del Señor, tiene mártires y tiene un mártir, Antipas, el testigo fiel. Como modelo salido de la comunidad. Pero su tentación es seguir a los adictos a la doctrina de Balaán y de los nicolaítas.

El Señor quiere una fidelidad total. Y algunos miembros de la Iglesia andan negociando con algunas doctrinas de moda. Como hicieron los israelitas, y fueron inducidos a la idolatría por medio de la cita de Mahab. El demonio ataca derecho por tu parte más débil. Pero lo que está en juego no es el inmolar a los ídolos la carne, sino lo que está en juego es la integridad de la fe. La verdad plena que te da identidad y pertenencia.

Dice el Cardenal Bergoglio, a veces el demonio nos hace como desviarnos con ciertas tentaciones, ciertas seguridades, cierto coqueteo con cosas que están de moda, pero en el fondo lo que quiere es apartarnos del Señor. Perder nuestra identidad y nuestra pertenencia. Por eso la doctrina no se negocia, nosotros pertenecemos a Cristo, somos de Cristo. Cristo es el testigo fiel, es la palabra, y el Señor es fiel y es veraz, y a pesar de que a veces parece que su palabra carece de poder, Él es fiel. Por eso no tenemos que dejarnos endulzar los oídos con otras doctrinas. No nos van a hacer felices y nos van a separar de Aquel que es “El Camino, la Verdad y la Vida.

Romano Guardini dice que la verdad constituye el fundamento de la existencia y el pan del Espíritu, pero en el paso de la historia humana está separado del poder. La verdad carece de potencia inmediata y tiene menos poder cuanto más noble es. Por eso el Señor nos dice, “Nada les va a faltar”, no nada les va a pasar. Muchas de estas seudas doctrinas que nos quieren sacar del Señor, nos prometen el éxito fácil. “Pare de sufrir”. El Señor te promete la fidelidad, la fecundidad. Amar plenamente como el Señor.

Es interesante lo que dice al terminar, a la Iglesia de Pérgamo. El que pueda entender que entienda lo que el Espíritu dice a la Iglesia. “Al vencedor le daré de comer el maná escondido y también le daré una piedra blanca en la que está escrito un nombre nuevo que nadie conoce fuera de aquel que lo recibe.

El Cardenal Bergoglio nos hace descubrir, dice: “Nombre nuevo es también la señal de una relación personal”. Si bien una de las características del Apocalipsis son las multitudes, sin embargo estas multitudes no hacen que se pierda de vista al individuo. Las cartas van dirigidas personalmente a cada Iglesia y el Señor habla en singular. “Al que venciere”, “Mantente fiel”, “Arrepiéntete”, “Conviértete”. La conversión siempre es primera una conversión personal. Y el pasaje de una piedra blanca, con el nombre nuevo que sólo conoce Dios y el alma que la recibe, nos habla de una gran intimidad. La fidelidad siempre es personal y tiene nombre propio y gestos y códigos únicos.

La piedrita blanca inscripta es el nombre con la cual Dios creador expresa la vinculación personal con el ser amado. Lo único que cura la infidelidad, la idolatría, es la relación personal con el Señor. De ahí que la Iglesia encuentre en la adoración uno de los medios que a lo largo de la historia, permite permanecer en la fidelidad en medio de las pruebas.

Consigna de hoy: ¿Cómo la adoración al Santísimo te ayuda a pasar los momentos de prueba o desolación.

“Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo le rendirás culto“, nos recuerda Mateo 4.

Dice el Cardenal Bergoglio en una carta a los catequistas en el año 2002. “Creo no exagerar afirmar que estamos en un tiempo de miopía espiritual y quiatura moral que hace que se nos quiera imponer como normal una cultura de lo bajo en el que pareciera no haber lugar para la trascendencia y la esperanza. Sin embargo quien trata con personas, quien cuida semanalmente el corazón de niño, jóvenes, adultos como catequistas o agente pastoral, sabe y descubre el deseo y necesidad de Dios que hay en nuestro pueblo fiel. Y ante la soberbia e invasiva prepotencia de los nuevos Goliat, que desde algunos medios de comunicación y no menos despachos oficiales reactualizan prejuicios e ideologismos autistas, se hace necesario más que nunca la serena confianza de la vid para desde el llano defender la herencia. Ahí, vos y yo desde el llano defender la herencia ante los nuevos Goliat que nos quieren llevar por otros caminos.

Hoy más que nunca se puede descubrir detrás de tanta demanda de nuestra gente una forma de grito dolorosa, de una humanidad ultrajada. Queremos ver a Jesús. Para poder demostrar nosotros a Jesús, para poder nosotros permanecer fiel ante las pruebas. Debemos más que nunca ahondar en la adoración al Santísimo. Hoy más que nunca se hace necesario adorar en Espíritu y verdad. Es una tarea indispensable de todo cristiano que quiera echar raíces en Dios, que no quiere desfallecer en medio de tanta conmoción. Necesidad de Adorar para hacer posible la proximidad que reclama estos tiempos de crisis. Sólo en la contemplación del misterio de amor que vence distancias y se hace cercanía, encontraremos las fuerzas para no caer en la tentación de seguir de largo sin detenernos en el camino. Hoy más que nunca se hace necesario enseñar a adorar a nuestros catequizandos, para que nuestra catequesis sea verdadera iniciación y no sólo enseñanza. Hoy más que nunca se hace necesario adorar para no apabullarnos con palabras que a veces ocultan el misterio. Si no regalarnos el silencio, el lleno de admiración que estalla ante la palabra que se hace presencia y cercanía.

Tengamos un corazón de niño para adorar en Espíritu y en Verdad.

Dice el Cardenal Bergoglio Adorar es postrarse. Es reconocer desde la humildad la grandeza infinita de Dios. Solo la verdadera humildad puede reconocer la verdadera grandeza, y reconoce también lo pequeño que pretende presentarse como grande. Quizás una de las mayores perversiones de nuestro tiempo es que se nos propone adorar lo humano dejando de lado lo divino.

 Sólo al Señor adorarás. Es el gran desafío ante tantas propuestas de nada y vacío. No adorar a lo no adorable. Aunque aparezca en la televisión y en los medios es el gran signo de los tiempos. Porque los ídolos causan muerte y no merecen adoración alguna. Sólo el Dios de la vida merece adoración y gloria.

Adorar es mirar con confianza a aquel que aparece como confiable porque es dador de vida e instrumento de paz. Generador de encuentro y solidaridad. Adorar es estar de pie ante lo no adorable porque la adoración nos vuelve libre y nos vuelve persona llenas de vida. Adorar no es vaciarse sino llenarse, es reconocer y entrar en comunión con el amor. Nadie adora a quien no ama, a quien no considera como su amor. Somos amados, somos queridos. Dios es amor. Esta certeza es lo que nos lleva adorar con todo nuestro corazón a aquel que nos amó primero. Adorar es descubrir su ternura, es hallar consuelo y descanso en su presencia. Es poder experimentar lo del salmo 22, “Aunque cruce por oscuras quebradas no temeré ningún mal porque tú estás conmigo. Tu bondad y tú gracia me acompaña a lo largo de mi vida.

Permanece en el amor, en la verdad. Que tu corazón no haga zapping religioso. Que tu corazón sea un corazón que guste de la adoración.

                                                                                                            Padre Alejandro Puíggari