07/07/2025 – En el Evangelio del vemos a dos mujeres unidas por la fe. Un encuentro entrañable con el corazón del Maestro que no deja nada igual.
Evangelio del día: San Mateo 9, 18-26
«Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado.» En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante Él y le dijo: «Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá». Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: «Con sólo tocar su manto, quedaré sana». Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: «Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado». Y desde ese instante la mujer quedó sana. Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: «Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme». Y se reían de Él. Cuando hicieron salir a la gente, Él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por aquella región.
En medio del ruido, del correr de todos los días, del apuro, ¿podemos reconocer lo esencial que ocurre en nuestro interior?
El Padre Javier nos invita hoy a detenernos en dos mujeres con historias distintas, pero unidas por algo clave: el número 12 y una fe que rompe moldes.
La mujer que toca el manto de Jesús padece desde hace doce años, y en el Evangelio paralelo se dice que la niña tenía doce años.
Ambas representan lo impuro en su tiempo: una por su enfermedad, otra por estar muerta.
Pero Jesús no se deja llevar por los prejuicios ni por el tumulto: se deja tocar, mira, toma de la mano, sana.
“Con sólo tocar su manto quedaré sana” — no es pensamiento mágico, ni superficial. Es una certeza entrañable, una decisión que nace del dolor y la fe profunda. Y Jesús lo percibe.
Un toque, un gesto, una fe: ¿cómo son nuestros encuentros con Él?Hay encuentros casuales, de paso, de rutina. Pero también hay encuentros entrañables, que nos cambian. La mujer del Evangelio no sólo toca a Jesús: entra en sintonía profunda con su corazón.
En medio del ruido, Jesús percibe ese toque distinto. En medio de la multitud, alguien realmente lo encontró.
¿Y vos? ¿Cuántas veces te acercás al Señor en medio del barullo? ¿Lo tocás desde la entraña?
Este Evangelio nos invita a buscar ese plano profundo, ese lugar interior, donde en silencio, algo esencial ocurre. A no quedarnos en la superficie de la fe. A no vivir de manera automática.
Hoy, podés detenerte. Podés tocar el manto de Jesús con tu oración, con tu entrega, con tu fe…Y podés dejarte tomar de la mano, como esa niña, y levantarte.
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