Trabajar… ¿nos enferma?

miércoles, 15 de septiembre de 2010
image_pdfimage_print

En la actualidad los médicos, los psicólogos han constatado que a fines del siglo XX  fue aumentando significativamente el número de consultas donde se presenta como malestar lo que está relacionado con la vida laboral. Es así que en los consultorios los pacientes expresan un estado de agotamiento físico y emocional, de desgano y de falta de motivación para ir a trabajar. También presentan algunos cuadros de inestabilidad emocional, como depresión, ansiedad y fobias. Si bien trabajar implica esfuerzo, abnegación no tendría que enfermarme, sin embargo en muchos casos sí. Entendiendo enfermedad a estas depresiones y ansiedades, pero también alteraciones graves que nos van debilitando y quitando firmeza a nuestra vida

¿Por qué hay tantas personas agotadas y enfermas por el trabajo?

Compartimos algunos testimonios


Desde este año cada semana me mandan a las distintas sucursales para supervisar el trabajo allí, la venta los proveedores los empleados, todo. Cuando hago el relevamiento debo llenar unas planillas y enviarlas por mail, el director las lee y en función del informe exige que baje línea. Todo está bien pero cuando vuelvo a mi lugar de trabajo tengo que enfrentarme con mi jefe que me dice que soy lento, que estoy de parte de los de afuera de la empresa, que tengo que ser productivo critican mi tarea y me hacen sentir inútil. Igual me siguen mandando, es un trabajo a full, saben que le pongo garra y hago las cosas con honestidad, pero ya no puedo dormir bien y estoy harto del maltrato’


Este ejemplo nos presenta algunos rasgos de aquellos que son más vulnerables a padecer enfermedades por stress, tienen una fuerte vocación social quieren colaborar y lo que el van realizando pueda tener un efecto positivo para los demás. Pero también tiene una actitud altamente exigente consigo mismo y con los demás, con una gran implicancia emocional en las tareas que realiza. Han puesto muchas expectativas en el trabajo donde el trabajo le da sentido a la vida, el trabajo es todo y absoluto. Veamos el siguiente testimonio de una mujer de 36 años.


Me cuesta dormir , estoy todo el día cansada agotada con dolor de cabeza. Tengo 25 chicos en mi sala de jardín por la mañana y más de 20 por la tarde y en el colegio dicen que no pueden poner otra docente auxiliar y yo necesito trabajar, mantengo a mi familia con mi marido, pero entre los dos apenas llegamos a fin de mes’


Son realidades que se viven. Aquí vemos características de quienes están sometidos a este estado de agotamiento físico y emocional. Para muchos, el trabajo sigue siendo un proyecto atractivo y enriquecedor. Pero aparecen las sensaciones de impotencia e indefensión que se expresan a través de expresiones negativas hacia los demás, la agresión el maltrato, problemas en el vínculo con quienes trabajamos y esto va declinando en la falta de realización personal, la cual se va instalando cuando nuestra actividad laboral pierde el valor que tenía antes para cada uno de nosotros, sobre todo para aquellos que esperan un mayor reconocimiento de parte de la institución para la cual trabajan.

Muchos han puesto las expectativas en el trabajo y en el reconocimiento. Y nos preguntamos ¿no es que el trabajo nos permite sentirnos dignificados? ¿no es que el trabajo nos permite realizarnos plenamente ?, y con algunas situaciones no podemos lograrlo debido a situaciones reales.


La consigna es: Cuando percibo que el trabajo me supera, me daña, me enferma, ¿que hago para salir victorioso de la situación?


Muchas veces venimos cansados del camino, sin ánimo para nada, la realidad laboral y el ambiente no son positivos y nos preguntamos ¿cómo seguir?, ¿tengo que seguir?. No sentimos mal y estos malestares tienen que ver con la sobrecarga laboral que es sostenida en el tiempo y también con la escasa participación en la toma de decisiones que afectan al propio desempeño laboral, no soy invitado a participar pero si soy al que le bajan línea. Los malestares tienen que ver con el incremento arbitrario de las responsabilidades que se me otorgan y en muchos casos, silenciosamente sigo adelante, pero a la vez voy sintiendo la mochila de la carga y de la incomprensión que van cargándome. Estos malestares tienen que ver con las exigencias que limitan los tiempos personales para poder alcanzar estos objetivos institucionales o empresariales. Veamos el siguiente testimonio de un empleado bancario.


Mi nueva jefa quiso que revisara los contratos de las cajas de seguridad uno por uno e hiciera un informe detallado de 1987 hasta hoy con la amenaza de bajar mis calificaciones a fin de año si no los realizaba bien. Cuando estaba por terminar me dijo que dejara de hacer eso que no tenía importancia y que me dedicara a enseñarle al nuevo empleado como se maneje el programa de mi sección’.


Muchas veces cargamos con los desatinos de los que están en la tarea de conducción y nosotros no terminamos de encontrar claridad en lo que tenemos que hacer y muchas veces nos sentimos como usados. Este testimonio es un tipo de estas instituciones especializadas en generar stress. Empresas que se manejan con una tediosa burocracia y con formalismos no trascendentes, con mucha competitividad por la lucha de ascensos y de poder, con la sobrecarga innecesaria de trabajo y con jornadas prolongadas de trabajo sin mayor remuneración.

Nos vemos expuestos a estas situaciones, pero desde hace una década se viene afirmando que existen en las personas una capacidad de enfrentar la adversidad en general y de resurgir fortalecidas y transformadas. Fortalecidas y transformadas de acontecimientos trágicos, esto se denomina resiliencia, término que proviene del campo de la física, que define como la capacidad de los materiales para recobrar su forma originaria después de ser sometido a una presión deformadora. Los cuerpos resilentes no se destruyen sino que sufren una deformación temporaria y luego recuperan su forma original.


La resiliencia consiste en este conjunto de capacidades de las personas, familias o sociedades que les permiten darle un sentido al dolor, sostener una red social de pertenencia, mantener lazos afectivos significativos recurriendo a la creatividad y al buen humor para poder adaptarnos y así poder superar esta realidad hostil que nos toca enfrentar. Esta capacidad puede presentarse muy estable en unas personas más que en otras. Tenemos elementos para poder transformar esta realidad tan opresiva.

En America latina y en Argentina es muy marcada esta influencia de la incertidumbre con respecto al fututo socioeconómico como así también la estabilidad laboral. Hay muchos condicionamientos latentes sumado al crecimiento de la corrupción que ganan en nuestras empresas, de aquellos que ganan mucho dinero sin esfuerzo. Nos encontramos inmersos allí, sin saber que hacer, sin saber para donde ir.

Veamos otro testimonio


Cuando pienso en los años 2001 y 2002 siento pánico. Me despidieron y la indemnización la atrapó el corralito, me quedé sin obra social, tuve que sacar a mis hijos de la escuela privada. Sentí que fracasaba’.


Es fuerte esta expresión ‘sentí que fracasaba’. Sentí que se me caía el mundo. La pérdida del trabajo es un sinónimo de frustración, de exclusión social. Esto implica una amenaza para la supervivencia digna de la persona y de la familia, dificultando la reinserción en medio laboral, dañando la propia identidad

¿Que hacer ante esta realidad? Cuando aparecen estos signos de agotamiento, pareciera que han fracasado todas las alternativas individuales para adaptarnos. Necesitamos ser orientados y ayudados. Hay algo dentro nuestro que se cierra y no queremos tocarlo. Desde lo individual, los sicólogos procurarán que la persona pueda reconocer y elaborar que aspectos son nocivos en la tarea laboral. Esos aspectos pueden ser la situación hostil que tenemos con el jefe o bien con un compañero que nos hostiga constantemente. Pueden ser también los tiempos que me exigen que sean llevado a cabo cada uno de los puntos de las tareas que debo realizar.

El primer paso es detectar y ponerle nombre a aquello que me es nocivo.


Otro punto es modificar hábitos insalubres y también equilibrar la organización del tiempo laboral con el tiempo que he destinado a otras actividades de mi vida cotidiana que realmente son necesarias. Esto es darle a cada ámbito de mi vida el espacio y la calidad que se merecen. Me brindo al máximo.


Desde el espacio grupal existen distintos grupos de abordaje:

El apoyo mutuo y la generación de un espacio donde poder expresar los sentimientos que suscita la actividad laboral. Nos hace bien compartir experiencias superadoras de los distintos conflictos, para superar los temores y las dudas. También compartir con personas que hacen la misma tarea que yo pero no son compañeros de trabajo. Estos espacios de compartir se convierten en espacios de luz, de comprensión y de escucha del otro, del sentir de su profesión, de compartir las dificultades y en donde cada experiencia compartida puede ser de ayuda para el otro.

De esta manera buscamos soluciones juntos, alternativas compartidas, salidas participativas que hagan bien a todos.


Otro punto es clarificar funciones y responsabilidades. Es importante aclarar que rol y que función tiene cada uno ya que a veces son confusos y se van desdibujando. Muchas veces terminamos haciendo tareas que en realidad le competen a otro, recargando nuestra jornada. Esto provoca agobio, injusticia y disconformidad. Podemos proponer clarificar las funciones en una actitud de colaboración institucional que bregue por el bien común y también el particular.


Dios es un Padre trabajador y sigue trabajando a través de nosotros. Con el esfuerzo que ponemos con nuestro trabajo también participamos de la cruz que transforma en nueva vida para otros. Participamos activamente con Jesús en el misterio Pascual. El Señor nos hace un llamado a que no hagamos de la vida laboral un absoluto. Lo importante es que podamos defender el señorío de Jesús, que busquemos aquello que se adecue a la dignidad humana, que cuidemos nuestra salud y administremos nuestro trabajo como vienes que no nos pertenecen que nos han sido dado para que lo administremos.

Estos bienes constituyen un medio excepcional para llevar adelante y desarrollar nuestro llamado a ser discípulos en el mundo.

No importa si somos jefes o empleados, uno es el mandamiento para la vida de todo trabajador : ser discípulo de Jesús en el mundo.

El Señor no nos deja sin herramientas para llevar adelante esta misión, tenemos las herramientas espirituales eficaces, la oración personal y comunitaria, la eucaristía.


Compartimos otro testimonio que hace referencia al momento de crisis del 2001


El Señor estuvo presente de una manera más vívida fortaleciéndonos, dotándonos de paciencia y esperanza. El año anterior había optado por el retiro voluntario porque quería dedicarme al cuidado de mi familia. Acababa de tener nuestro tercer hijo y con mi marido habíamos pensado que era el momento justo para hacerlo ya que el contaba con un buen puesto y un sueldo acorde. Pero al año siguiente todo cambió y Julio fue despedido. La verdad es que no nos desesperamos porque confiamos en que pronto saldría otra oportunidad. Mientras tanto vivíamos de la indemnización y del seguro de desempleo. Reducimos todo tipo de gasto extra. Los meses pasaban y Julio no se cansaba de mandar curriculums a los pocos avisos de solicitud de empleo y hasta tuvo que viajar a Brasil en busca de otras posibilidades. Pero no perdimos la fe, rezábamos juntos, participábamos de la eucaristía en familia, cuando vimos que la situación no mejoraba mi esposo comenzó a trabajar en otras tareas diferentes a su experiencia laboral. Vendía sistemas de alarmas, hacía de jardinero, limpieza de piletas y juntos ayudábamos a una amiga en el armado de unos muñequitos que ella vendía. Después de dos años consiguió un trabajo remunerado que estaba relacionado con sus preferencias. Nunca nos desesperamos ni nos sentimos abatidos y fracasados. Fueron una de las mejores épocas vividas porque estábamos muy juntos, compartíamos todo, hacíamos cosas que nunca antes habíamos podido hacer como colaborar y actuar en los actos de los chicos, ingresar en un grupo misionero familiar, misionar en familia, cooperar en las tareas cotidianas. Sentíamos la presencia del Señor en las manos de los amigos y familiares que se acercaron a ayudarnos justo en esos momentos en que los pensamientos quieren hacerte una mala pasada. Nunca nos faltó el pan y los pequeños sacrificios eran recompensados viendo a nuestros hijos crecer siendo sanos y alegres. Hace poco Julio me hizo notar otra señal de Dios durante ese tiempo difícil, nada se nos descompuso o se rompió. Cuando nuestra situación fue estable comenzaron a deteriorarse algunos electrodomésticos y necesitaron del services y empezaron a producir esos dolorosos gastos extras. Todo se lo debemos a El y también a nuestra Madre que nos protegió de todo mal y sabemos que lo continúan haciendo día a día’.

¿Qué sería de cada uno de nosotros sin la presencia viva del Señor ? Señor estás vivo ! Nuestra vida puesta en alguien que está Vivo y se renueva cada día.

Que sería de los discípulos en Genesaret esa tarde en la cual Jesús después de haber estado predicando la palabra a orillas del lago se sube a la barca de Pedro y le dice navega mar adentro y echen las redes. Simón que le responde: Maestro hemos trabajado la noche entera y no hemos pescado nada pero si Tú lo dices echaré las redes. Lo hicieron y sacaron tanta cantidad de peces que las redes estaban a punto de romperse. Tanto era lo que habían sacado que tuvieron que hacer señas a los compañeros de las otras barcas para que fueran a ayudarlos. Llenaron las dos barcas tanto que casi se hundían. Esto que nos refleja Lucas en el capítulo 5 del 1 al 11, nos muestra que sería de nosotros sin la presencia de este Señor que restaura rápida y eficazmente, en este caso una situación laboral , la situación laboral de Simón y de quienes están con ellos.

Ellos se decidieron a abrirse y cambiar de dirección motivados por la apertura de corazón y la confianza en este Señor que les decía ‘echen las redes’.

Tenían la certeza que el Señor estaba vivo con ellos y que quería obrar con abundancia en sus vidas, porque El es fiel a su promesa y aun proyecto que nos saca adelante.

El Señor me dice navega mar adentro y echa las redes., que tal si le decimos: ‘si Tu lo dices echaré las redes. Oremos y confiemos, así de este modo la vida laboral se transforma en un verdadero medio de santidad.

Jesús intercede ante el Padre por nosotros para que no seamos devorados por las situaciones opresoras de trabajo. Él nos invita a hacer vívida al fe y la vivamos, allí va a estar la capacidad de vencer, no vencemos nosotros es El que vence en nosotros. Este es el valor del trabajo unido en la Cruz viviendo la resurrección.

Pidamos al Señor mejores condiciones de trabajo para que podamos expresarnos y plenificarnos. El Señor nos invita a dar frutos y en abundancia.


Los elementos que hemos trabajado en este programa pertenecen al Dr. Luis Salinas, médico psiquiatra de la UBA equipo alianza, servicio de asistencia y prevención para la salud mental, un texto que salió publicado en la revista del movimientote la palabra Cristo Vive. Trabajar nos enferma