24/08/2021 – Muchas veces hemos cantado aquella canción que dice: “Tu fidelidad es grande, grande es tu fidelidad”. Y en ese canto hemos puesto nuestro amor, nuestra ternura, nuestra gratitud. Esa fidelidad del Señor no es algo matemático, como si uno estuviera calculando todo y diciente: “Te pedí esto y me lo diste, entonces fuiste fiel. Pero otra vez te pedí aquello y no me lo diste, y esa vez no fuiste fiel”. No, eso es una locura, pretender que nosotros lo comprendemos todo y lo podemos calcular todo. La fidelidad del Señor va por otros caminos, tiene otra lógica. Es importante que pienses que es el Señor el que creó tu ser, él formó tus fibras más íntimas, él hizo tu forma de ser, con tus deseos, tus impulsos, tus necesidades más profundas. Él te creó con unas características únicas. Entonces no puedes creer que conoces a fondo tu propio ser. Sólo él lo conoce. Por eso, es él quien puede ir guiándote secretamente para que llegues a cumplir el proyecto de tu vida.
A veces piensas que sabes dónde tienes que ir, y haces cosas para comprar tal cosa, para lograr aquello, y creer que eso será la salvación de tu vida. Pero no lo sabes, es posible que te equivoques. Además, te pueden ocurrir muchas cosas que te obliguen a cambiar tus planes. Nosotros estamos como a la intemperie, caminamos a oscuras, porque no lo vemos todo. El señor sí te conoce bien, sabe cómo estás hecho, y para qué estás hecho. Entonces algunas veces permitirá cosas que te pasen porque sabe bien que serán útiles para enseñarte, para educarte, para pulirte, para despertarte, para ayudarte a alcanzar lo que debes alcanzar. Otras veces el Señor se encargará de darte fuerzas para empezar de nuevo, para que no te desvíes, para que no te dejes vencer y sigas adelante hacia tu verdadero destino.
Esa es su fidelidad: que él está siempre y siempre estará para reorientar tu vida, para sacar bien de los males, para iluminarte en medio de los imprevistos, de los desafíos que se presenten. Por eso es el fiel, y tienes que tener la certeza de que él estará siempre, no se irá nunca, siempre te ayudará, aunque no sucedan las cosas que tú desearías. Pero te repito que sólo puede confiar el que ama y el que sabe amado. Por eso, para poder confiar en la fidelidad del Señor, tienes que alimentar tu amor con el fuego del Espíritu Santo.