Ubicación en tiempo real: «frenemos a pensar qué conviene que sea privado y qué público»

martes, 12 de agosto de 2025

12/08/2025 – En un mundo hiperconectado, donde la tecnología nos permite compartir cada instante de nuestras vidas, es crucial detenerse a reflexionar sobre la información que estamos revelando. Tomás Leonangeli, programador de software, nos invita a pensar sobre el uso de la ubicación en tiempo real. Aunque es una herramienta útil y, en muchos casos, necesaria para navegar o pedir un servicio, su uso despreocupado puede exponernos si olvidamos desactivarla. La facilidad con la que compartimos nuestra ubicación en redes sociales o a través de aplicaciones, por ejemplo, puede dejar un rastro de información personal que podría ser utilizado por personas con malas intenciones, una preocupación que se ha vuelto cada vez más relevante en nuestra vida cotidiana.

Leonangeli subraya que la ubicación en tiempo real no es la única forma de revelar dónde estamos. Al subir una foto a redes sociales o compartir una historia de nuestro día a día en plataformas como WhatsApp, a menudo proporcionamos pistas involuntarias sobre nuestras rutinas. Una imagen con la ubicación de una cafetería o un gimnasio específico, o el itinerario de nuestra salida a correr, puede ser interpretada por terceros para conocer nuestros hábitos y horarios. El experto nos alerta sobre esta «siembra de información» que, sin darnos cuenta, construye una biografía digital completa, accesible para un público inmenso y desconocido.

Una de las advertencias más importantes de Leonangeli se centra en la exposición de menores de edad. Con la inocencia de compartir la alegría de un momento familiar, muchas veces publicamos fotos de hijos, sobrinos o nietos que incluyen logotipos de colegios o clubes, o etiquetas de ubicación. Esta práctica, según el programador, aumenta innecesariamente el riesgo para los niños. En lugar de generar una histeria colectiva, la propuesta es fomentar la prudencia: si compartimos fotos de los más jóvenes, es mejor que no contengan elementos distintivos que revelen su rutina o la ubicación de sus actividades.

La conversación con Tomás Leonangeli nos lleva a una conclusión fundamental: la clave no es dejar de usar la tecnología, sino hacerlo con conciencia. El miedo debe transformarse en prudencia. Es esencial preguntarnos qué información necesitamos que sea pública y cuál debe permanecer privada. El uso de herramientas digitales para, por ejemplo, mandar una ubicación estática en lugar de una en tiempo real, o simplemente desactivar la función cuando ya no la necesitamos, son pequeños actos que, sumados, construyen una cultura digital más segura y responsable para todos.

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