10/11/2025 – La llegada de los meses cálidos y el inicio de la temporada vacacional activan la afluencia hacia los destinos naturales, con ríos, lagos y embalses como protagonistas. Sin embargo, estos escenarios de descanso también exigen una atención especial a la seguridad. La prevención de accidentes en la naturaleza no es un tema menor; durante el último verano en Argentina, los incidentes relacionados con cuerpos de agua y fenómenos naturales se destacaron entre las causas de emergencia.
Estos entornos, si bien atractivos, pueden volverse peligrosos ante la falta de precaución. Factores como las crecidas repentinas, las variaciones climáticas abruptas o la ausencia de información sobre las características del lugar contribuyen a que ocurran accidentes que podrían haberse evitado. Los ríos de Córdoba, por ejemplo, presentan una alta pendiente desde sus nacimientos, como el Cerro Champaquí. Roberto Schreiner, vocero de la Secretaría de Riesgo Climático del Ministerio de Seguridad de Córdoba, y rescatista con experiencia, señala que esta geografía hace que “la velocidad del agua, las características de las costas” generen “otros accidentes geográficos, la misma correntada de agua”, moviendo incluso piedras. Por ello, abordar la prevención en ríos, lagos y embalses se centra en la idea de una responsabilidad compartida: aprender a disfrutar cuidando tanto la vida propia como la de terceros.
La sugerencia inicial para quienes eligen estos destinos es informarse antes de llegar. Schreiner hace hincapié en la importancia de conocer el lugar. El experto aconseja: “Además de llevar todos los accesorios que uno lleva generalmente de vacaciones, también tiene que tratar de averiguar cómo es el lugar”. Si se opta por acampar en zonas turísticas o balnearios, es prudente consultar a los lugareños o al personal de los campings sobre el comportamiento del río en días de lluvia. En los campings, el conocimiento local sobre el riesgo de crecidas o la ubicación adecuada para las carpas es un recurso de prevención. En este sentido, el rescatista subraya un punto crucial: “no acampar cerca de la costa del río”.
Una de las particularidades de la geografía cordobesa y de otras zonas de montaña es que las precipitaciones pueden ocurrir lejos de donde se encuentra el acampante. “Posiblemente llueva en el Champaquí y la creciente llega cinco horas después, por ejemplo, a Santa Rosa de Calamuchita”, explica Schreiner. Esta desconexión visual entre la lluvia y su efecto en el cauce bajo obliga a ser cautelosos con la ubicación de las carpas, incluso si el cielo parece despejado sobre la cabeza del turista. Por otra parte, para aquellos que buscan acampar en sitios más remotos e «inhóspitos», Schreiner indica: “Por lo menos tiene que haber un desnivel de 4 o 5 metros de donde está la carpa al nivel del agua”.
La naturaleza, según el vocero, ofrece señales de advertencia. El primer aviso es visual: “mirar el cielo… para el lado de las sierras”, en busca de formaciones de nubes que presagian tormentas. El segundo aviso se presenta en el cauce del agua. Schreiner describe que los arroyos “empiezan a traer hojas sueltas, tronquitos y espuma”. Posteriormente, el cambio de color del agua indica que la crecida será más importante. Lo primordial en todo momento es, según el experto, “nunca subestimar las alertas” emitidas por las autoridades. Los avisos se difunden con anticipación y deben ser atendidos, incluso si las condiciones en el punto exacto de recreación parecen tranquilas.
Finalmente, la prevención se apoya en el cuidado personal y en la comunicación. Schreiner recomienda: “Eliminemos la frase esa. Total, no pasa nada”, ya que la subestimación es la causa recurrente de accidentes. Otras precauciones importantes incluyen evitar el consumo de agua de arroyos o ríos, incluso si es cristalina, ya que su pureza no garantiza que sea potable. Además, si la elección es acampar en lugares apartados, es vital que alguien más sepa la ubicación y la hora estimada de regreso. El objetivo es que las vacaciones y la recreación sean sinónimo de seguridad, recordando que, como afirma Schreiner, “la naturaleza nos lleva puestos, así que no la tenemos que desafiar, tenemos que mirarla y escucharla”.
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