Una espiritualidad en la diversidad y pluralidad

jueves, 25 de septiembre de 2008
image_pdfimage_print
Más valen dos que uno solo porque su esfuerzo será más productivo.  Si se caen uno levantará al otro, pero hay del solo que cae y no tiene quien lo levante.  Si dos se acuestan tienen calor pero el que está solo ¿cómo se calentará?.  Si atacan a uno los dos le harán frente y la cuerda de varios silos es difícil de romper.

Eclesiastés 9, 12

Si uno intenta sanar sus problemas de lo más profundo y busca de verdad construir un proyecto que sea de plenitud y felicidad es casi fundamental, yo diría indispensable, es como raíz, como cimiento. Todo tu ser está hecho para ser compartido con los demás, tus fibras más intimas están hechas para el encuentro con los otros. Mientras más te encerrás en el egoísmo y aislamiento menos feliz podés ser y experimentar algo que no sea esto sería como enfermar tu vida .

Cuando nosotros no entramos en ésta dinámica de comunión, de familiaridad, de cercanía, de pertenencia mutua de unos con otros perdemos la razón de ser, no funcionamos. Así como dice el Padre Víctor Manuel Fernández en éste hermoso libro del cual tomo una idea para compartir con vos. En el libro Para liberarse del egoísmo y el aislamiento dice el como ejemplo: un automóvil hecho para funcionar con gasoil no puede funcionar a alcohol, ningún pez puede sobrevivir mucho tiempo fuera del agua igual que tu ser, tu ser más hondo, más profundo no puede funcionar con egoísmo, con aislamiento.

Solo funciona bien si logra encontrarse con los otros. El amor fraterno es un alimento clave, indispensable. Cuando Jesús quiere dejar el alimento que va a fortalecer nuestra condición de peregrinos en la búsqueda de la tierra prometida que es el Reino de los Cielos que el ha venido a construir y que está cerca de nosotros Jesús dice: tomen y coman este es mi Cuerpo que será entregado por ustedes. Tomen y beban ésta es mi sangre ofrecida por ustedes pero no porque si. A la ofrenda de su cuerpo y de su sangre Jesús ha incluido o ha puesto como telón de fondo de ésta misma entrega y ofrenda el don de la fraternidad.

La Gracia de vivir como hermanos amándonos profundamente al modo y al estilo como El nos amó es decir hasta el extremo de llegar a dar la vida. Dar la vida por amor fraterno es el lugar del alimento con el que Jesús quiere dejarnos para que en nuestro peregrinar no nos sintamos famélicos ni sin aliento. No se puede vivir el don de la comunión con el cuerpo eucarístico de Jesús sin la profunda comunión con el resto del cuerpo de Cristo que lo constituyen los miembros que forman parte de el que no solo los que van a misa los domingos o forman parte del reducido grupo que constituye tu familia, tu pequeña comunidad.

Es la humanidad toda que está aclamando por la vivencia de éste don. Por eso construir vínculos fraternos de hermandad rompiendo todo lo que viene como a encerrarnos a auto referenciarnos con una limitada mirada sobre el contexto reducido que compone nuestra vida es abrirnos de verdad a lo nuevo que nos trae el Evangelio. Experiencia de esto tienen los santos para los cuales no hay límites en la vivencia del misterio de lo hermano, de lo cercano, de lo fraterno.

Lo hemos dicho otras veces Francisco de Asís cuando reconoce hermano al sol, a la luna, a las estrellas, al agua, al pez, cuando la naturaleza toda y el cosmos le habla de la cercanía de Dios y en un leproso que en principio genera repugnancia se esconde un rostro de un Cristo que lo invita a ser abraza