12/04/2018 – El lenguaje de lo alto es el de la caridad, un lenguaje encarnado en las cosas de todos los días: La eternidad en medio nuestro, pedazos de cielo que Dios nos regala a cada paso de la vida.
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él. San Juan 3,31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
San Juan 3,31-36
Jesús que da testimonio de lo que ha visto y oído se ha encarnado en las coordenadas del tiempo y del espacio, para hablar con un lenguaje humano, y acercarnos el gran secreto de su revelación: “el Padre ama al Hijo, y ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna”.
Ese mismo Jesús es el que ha prometido su presencia, entre nosotros, hasta el fin de los tiempos, y ha elegido este pedazo de la historia. Ahí donde se desarrolla la vida de cada uno de nosotros, para continuar anunciando lo que comenzó a proclamar hace dos mil años: que Dios nos ama y nos salva amando. Es decir, dando la vida. Invitándonos a amar hasta dar no algo sino darlo todo. El que viene de lo alto anda entre las ollas, diría Santa Teresa.
Es el lenguaje del amor, donde todo se comprende. Donde la vida se hace sabia. Donde la ciencia y la comprensión de lo que acontece se nos ofrece a mano abierta.
A veces la rutina, el devenir de los acontecimientos hacen que muchas veces perdamos perspectiva de cielo, eternidad. El Señor quiere que en lo cotidiano podamos levantar la mirada, respirar hondamente y tomar el espíritu con el que Jesús quiere que en nuestra Galilea lo encontremos resucitado. Galilea es el territorio y el espacio al que pertenecemos: la familia, el trabajo, nuestro lugar, los amigos, nuestra historia y geografía.
Hoy es un día para reconciliarte con vos mismo, con tu historia, con tu pecado, con tu fracaso, con tu sinsentido, con tu no saber, con tu no comprender, con tus dolores, con tus penas, con tus kilos, o con tus flaquezas, con tus sueños… también con los que no llegaron, con los que se fueron sin que nos fuera tan bien. Reconcíliate con tu historia. A partir de abrirte a Dios, así como sos a Su presencia, para que sea Él realmente el protagonista.