06/05/2016 – En el espacio de “Palabras de vida” el P. Ángel Rossi se refirió a los viajes de vuelta o la segunda conversión.
El sacerdote jesuita comenzó diciendo que “el camino siempre es imagen del itinerario de la vida, y está muy arraigado en nuestra vida cotidiana”. Por ejemplo en la literatura los grandes clásicos son viajes: “El Quijote” es un viaje, “La Ilíada” y “La Odisea” son sobre el viaje y la guerra, y en la vida espiritual lo mismo: el camino de damasco, el camino del Monte Carmelo de San Juan de la Cruz, El camino hacia la 7º morada de Santa Teresa, el caminito de Santa Teresita, incluso San Ignacio un caminante geográfico y espiritual.
Dentro de esos viajes, dice el P. Ángel, se dicen que hay dos viajes: el viaje de ida más unido a la primera conversión y al idea de la vida; y los viajes de vuelta que es lo que se llama la segunda conversión. Los segundos suelen ser una vuelta a la vida a partir de alguna experiencia vivida inedita que supone un punto de inflexión en la vida, un corte o un cambio que puede estar ligado a un hecho muy gozoso o a una pérdida grande. A veces estos cambios son drásticos y rápidos, a veces lentos y tortuosos. Son experiencias diversas y en eso se aprende que la búsqueda de Dios y el seguimiento son diferentes en cada uno.
En espiritualidad se habla más de “segunda conversión” en donde a partir de esta experiencia de un antes y un después todo comienza a verse desde un ángulo diferente. Ya no se identifica el itinerario de la vida como hacer cosas sino con estar en Dios y hacer su voluntad. En momentos dolorosos y de oscuridad se permanece en la entrega. Puede haber experiencias profundas de oscuridad, de sufrimiento, de falta de sentido y a veces incluso parece que la crisis se hace permanente pero la certeza de que Dios está permite poder permanecer.
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