30/03/2021 – En este último programa del ciclo de espiritualidad, junto al padre Héctor Espósito, concluimos con el tema de la oración.
Como siempre partimos de la Palabra de Dios, en el texto de San Juan 21,15-19:
“Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: «Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas”.
En el programa anterior compartimos las distintas formas de oración . Hoy conocimos cuáles son las expresiones de la oración.
“Vivir orando y orar viviendo es la definición por excelencia de la oración. Orar no es sólo decir con los labios. Orar es el deseo. Desear a Dios ya es orar”, comenzó diciendo el padre Héctor.
“En el número 27 del Catecismo de la Iglesia Católica leemos: ‘El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios‘. Ese deseo es lo profundo de la oración. El pensamiento en Dios es orar”.
“La oración debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un «recuerdo de Dios», un frecuente despertar la «memoria del corazón»: «Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar» (San Gregorio Nacianceno).
La oración vocal
“El padrenuestro es la oración vocal por excelencia. Los discípulos, atraídos por la oración silenciosa de su Maestro, éste les enseña una oración vocal: el “Padre Nuestro”. Es la necesidad de asociar los sentidos a la oración interior: mi voz, mis oídos, mis manos… son manifestaciones de mi cuerpo frente al gran llamado de Dios a unirnos con Él en la oración”.
“La oración vocal no es sólo repetir, debe ser sentida en el corazón y expresada con la voz. La oración vocal hace vivir lo que uno siente y tiene su fundamento en la interioridad. No es lo que decimos, sino de dónde brota lo que decimos: del corazón”.
La oración de meditación
La oración de meditación es una atención amorosa y necesita de una actitud de discernimiento. Es una oración para una persona reflexiva y madura. Exige una reflexión de lo que estamos viviendo. La meditación tiene un sentido de “estudio”, de discernimiento, pensar, reflexionar. El estudio me ayuda a conocer y a saber donde uno está parado”.
“La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo”.
La oración de contemplación
“La oración de contemplación exige una actitud de humildad. No es esfuerzo de uno mismo, sino un regalo, un don del Espíritu Santo. Contemplar significa dejar que el Espíritu me enseñe a orar y ore en nosotros lo que Él quiere que oremos”
“No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, 8). La contemplación busca al “amado de mi alma” (Ct 1, 7; cf Ct 3, 1-4). Esto es, a Jesús y en Él, al Padre”.
“Es necesario tener disponibilidad, humildad y perseverancia. El silencio es la base fundamental para ser receptáculos de la contemplación. La contemplación es silencio, es “símbolo del mundo venidero. Las palabras en la oración contemplativa no son discursos sino ramillas que alimentan el fuego del amor”.
Podés escuchar el programa completo junto al padre Héctor en el audio al inicio de esta nota
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