Volver a nacer por el espiritu santo

lunes, 6 de junio de 2011
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Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor. Dios, que con la luz del Espíritu Santo iluminas los corazones de tus fieles, concédenos que guiados por el mismo Espíritu, disfrutemos de lo que es recto y nos gocemos con su consuelo celestial.

Ven, Espíritu Santo, por tu don Sabiduría, concédenos la gracia de apreciar y estimar los bienes del cielo y muéstranos los medios para alcanzarlos.

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Entendimiento, ilumina nuestras mentes respecto a los misterios de la salvación, para que podamos comprenderlos perfectamente y abrazarlos con fervor.

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Consejo, inclina nuestros corazones a actuar con rectitud y justicia para beneficio de nosotros mismos y de nuestros semejantes.

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Fortaleza, fortalécenos con tu gracia contra los enemigos de nuestra alma, para que podamos obtener la corona de la victoria

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Ciencia, enséñanos a vivir entre las cosas terrenos para así no perder las eternas.

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Piedad, inspíranos a vivir sobria, justa, y piadosamente en esta vida, para alcanzar el cielo en la otra vida.

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Temor de Dios, hiere nuestros cuerpos con tu temor para así trabajar por la salvación de nuestras almas.

 

Dios, que has unido las naciones en la confesión de tu nombre, concédenos que los que han renacido por el agua del bautismo, tengan la misma fe en sus corazones y la misma piedad en sus acciones.

 

Dios, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles, oye las oraciones de tus fieles para que gocen de la verdadera paz, quienes por tu gracia, han recibido el don de la verdadera fe. Te suplicamos, Dios, que tu Santo Espíritu encienda en nuestros corazones esa llama que Cristo trajo a la tierra y deseó ardientemente fuera encendida.

 

Inflama, Señor, nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, para que te sirvamos castos de cuerpo y limpios de corazón. Enriquece, Señor, nuestros corazones derramando con plenitud tu Santo Espíritu por cuya sabiduría fuimos creados y por cuya providencia somos gobernados.

 

Te suplicamos, Dios Todopoderoso y Eterno, que tu Santo Espíritu nos defienda y habite en nuestras almas, para que al fin, seamos los templos de su gloria.

 

Te pedimos, Señor, que según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos lleve al conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

 

Nosotros queremos nacer en cada lugar donde estamos presentes con la señal de la Radio en la vida del Espíritu en este tiempo en que nos disponemos a celebrar Pentecostés, queremos renacer como cada mañana – aunque sea invierno – las flores de este tiempo renacen cuando sale el sol. Que Jesús haga renacer en lo mas profundo de nuestro corazón la vida del Espíritu.

 

Entre los fariseos había un personaje llamado Nicodemo. Este fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú haces, a no ser que Dios esté con él.”

 

Jesús le contestó: “En verdad te digo que nadie puede   ver el Reino de Dios si no nace de nuevo desde arriba.”

 

Nicodemo le dijo: “¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre? Jesús le contestó: “En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu.

 

No te extrañes de que te haya dicho: “Necesitan nacer de nuevo desde arriba”. El viento sopla donde quiere, y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo le sucede al que ha nacido del Espíritu. Palabra del Señor – Juan 1, 1 – 8

 

 

Volver a nacer, esto es lo que nos regala el Espíritu Santo cuando se derrama en abundancia para nosotros.

 

Nicodemo es un maestro de la ley que se acerca a Jesús de noche porque se ha sentido profundamente atraído por el mensaje del Maestro de Galilea, pero al mismo tiempo, le da vergüenza exponerse frente a esta enseñanza nueva que ha seducido su corazón, desea encontrarse con Jesús y va al encuentro con Él de noche.

 

En la noche, en la oscuridad, Jesús pone luz en el corazón de Nicodemo invitándolo a comenzar a recorrer un camino nuevo que supone un nuevo nacimiento, que no es volver al seno materno sino nacer del agua y del Espíritu Santo, sin duda Jesús está hablando del don, de la gracia bautismal, el nuevo nacimiento en nosotros, el renacer, el comenzar de nuevo no depende tanto de un propósito, de un esquema de vida, de una pauta de conducta con la que comenzamos a rehacer nuestra vida sino un cambio, una transformación desde lo hondo. Jesús propone una metanohia, una transformación desde la raíz, un cambio desde el origen de donde hemos sido concebidos.

 

En el seno materno fuimos concebidos pero Dios tenía un proyecto desde antes. Antes de haberte concebido tu madre Yo te había pensado, nos dice Dios y es bueno volver a ese lugar y descubrir ese nacimiento primero, en el corazón de Dios, en el pensamiento y en el querer de la voluntad y el amor de Dios. Nacer del agua y el Espíritu es ir mas allá del seno materno, es ir al seno divino, al seno trinitario, al lugar donde fuimos concebidos eternamente por Dios bajo el signo del Amor.

 

Ven y vamos a compartir este Reino de Dios que es un lugar nuevo y distinto donde Dios nos convoca, un lugar de vida, donde Dios nos llama, es el reino de los cielos que Jesús ha venido a sembrar en el mundo.

 

Y empieza a transcurrir ese cambio en nuestro corazón, esta transformación nos viene dado por la obra del Espíritu Santo que actúa en nosotros a través de la gracia bautismal.

El bautismo tiene una serie de ritos que se suceden unos a otros, que guardan un sentido claro en toda su significación ritual. Como todo sacramento ha sufrido modificaciones en el tiempo, pero lo esencial ha quedado, que es esto que Jesús dice en la Palabra, el agua donde nos viene dada la gracia del Espíritu, el agua que es común, pero con la presencia de Dios que bendice aquella agua y en la cual aquella agua bendita comunica un don, el don del Espíritu Santo.

 

Nosotros no queremos interrumpir lo que el Señor está obrando en tu corazón, sencillamente queremos acompañarte en lo que está aconteciendo.

Está aconteciendo en nuestras vidas un cambio de radicalidad cuando en la preparación que estamos haciendo con la venida del Espíritu Santo, en lo mas hondo de nuestro ser todo comienza a ser nuevo, como en el otoño que estamos viviendo empiezan a aparecer un montón de flores y nos hablan de aquella sorpresa como el mismo Juan Diego fue asistido en la montaña y encontró entre la nieve un montón de flores que las puso sobre su manto y al abrirlo quedó impresa la imagina de María de Guadalupe en su corazón

 

Así también nosotros recogiendo signos de vida alrededor nuestro en este otoño frío, descubrimos posibilidades de celebrar la primavera en tiempo otoñal que no es otra cosa que celebrarla a María que con tantas flores también ella graba en el corazón de nuestros ponchos argentinos su misma señal, su misma presencia, su misma imagen.

Cuando nosotros juntamos todo este ramillete de vida con el que Dios nos quiere apostando por el cambio, lo que hacemos es poner todo en nuestra identidad mas profunda y desde las raíces mismas permitirle a la madre de Dios que como dejó grabado en el ponchito de Juan Diego su imagen, también deje grabadas todas estas flores de vida que recogemos queden grabadas en lo profundo del ser de nuestra nación. Su imagen que habla de la presencia de su hijo.

 

Nacer de la cruz en el tiempo justo, es propio de la gracia bautismal. Así somos bienvenidos cuando Dios nos bautiza y nos incorpora a su familia.

El primer gesto en la celebración del bautismo es la señal de la cruz sobre la frente del que va a ser bautizado el sacerdote dice bienvenido a la casa de Dios, va a ser incorporado a la familia de Dios por la gracia del Espíritu, la señal de la cruz la hace el ministro consagrado, los padres y los padrinos.

La cruz es el símbolo de la vida, la cruz no es lugar de muerte, es el árbol donde brota la vida. Bienvenido a este rebrotar de vida, dice la señal de la cruz puesta sobre nuestra frente. La llave que abre la puerta a la riqueza con la cual Dios se va a vincular con nosotros por la gracia bautismal, es la cruz.

 

Jesús va a decir en el Evangelio de San Juan “Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo no cae en la tierra, no muere, queda solo, pero si muere da mucho fruto”. Y ¿qué es el grano que cae en tierra? Es el que muere por nosotros, el que murió en la cruz viene a traer vida y vida en abundancia.

Si uno se quiere comprometer por la vida tiene que animarse a pasar junto a Jesús por la Pascua y por eso al bautizado, apenas incorporado a la familia de Dios se le dice bienvenido a dar vida venciendo a la muerte pasando por la Pascua, por la fuerza del amor que te va a capacitar para entregarte y darás vida y tendrás vida en abundancia.

 

María es la mujer que muestra el tiempo nuevo que viene, está embarazada de un mundo nuevo.

 

Nacemos y renacemos junto a María desde la fe en la palabra.

 

Este es el lugar donde la virgen nos enseña a nacer a una vida nueva.

En la fe en medio de la oscuridad a la palabra que quiere hacerse carne en nosotros y en el encuentro con Jesús palabra, nuestro creer hace que, aún cuando no entendamos, recibamos este hálito de vida con que la palabra creadora y recreadora viene a pronunciar lo nuevo para nosotros.

Así como decíamos eternamente fue pronunciado tu nombre, cuando nosotros fuimos anunciados en el seno de la eternidad por nuestros nombres fuimos creados, pero nacimos con la herida profunda del pecado, y el Dios que nos creó también permitiendo que esta falla apareciera en nosotros tenía pronunciado otro nombre para que eso mismo se fuera curando. Entonces fuimos también por él recreados y pronunció otros nombres. Te quiero gozoso, si tenés un segundo nombre tu nombre tiene que ser alegría, esperanza, fuerza, tu seudónimo puede ser  tiempo nuevo que vendrá… en tu corazón está resonando un nombre en la palabra – ahí donde tu vida necesita ser reconstituida – es como si Dios hubiera pensado desde siempre que nosotros vamos a renacer, cuando nos creó pensó en recrearnos.

 

Es como si el tiempo en el que Dios nos creó supiera de otro tiempo donde la obra se completa. Hemos nacido para ser completados en la vida y ese completarnos es proceso que Dios libera de lo más profundo de su corazón para que esa palabra primera que pronunció cuando nos creó se siga pronunciando para ser recreados. ¿Identificas cuál es esa palabra? si sabes que dice Dios en lo mas profundo de tu ser, ahí está tu ofrenda y esa es la flor que le ofrecemos a María.

 

Que bueno que las rosas que ofrecemos vengan a mediar distancias entre todos los argentinos. Este país es tan grande y si la Radio María fuera una gran rosa, seguramente haría de este lugar un lugar tan cercano a pesar de las distancias… Que sea así. Que podamos ver en esta mañana grabado en nuestra tierra el rostro de la virgen.

 

Nos vamos despidiendo con un millón de rosas, que todas las rosas impregnen con su aroma y nos lleve a su hijo Jesús