Yo, fuí frágil, débil, ciega…
Volví fuerte, renovada y con un corazón dispuesto.
¿Dispuesto ? Digamos que fuí acomodando un poco mis ideas, mis malos pensamientos, mis rencores.
Como si fuera el 1er día, fue lindo, un día de reencuentros, de decir: hey, vos sos fulano de tal? ¡Si, soy yo! Ah! Antes tenías rulos y todas esas cosas lindas, esos momentos de abrazos con nuestros hermanos, ya sean los de la acampada anterior y los nuevos. Eso es lo bueno de los encuentros, que te vas renovando, que cada vez que ves a un hermano, lo ves a Cristo en sus ojos.
Porque me pasó a mí, yo no lo quería ver, Jesús me llamaba a través del Padre, que cada tanto nos cruzabamos y que miraba con ojos de un Padre a un Hijo. No lo vi. Y así me paso, el 2do día, seguía igual, un poco no sabía que estaba haciendo ahí, no me entraba nada en la cabeza, no sabía donde meterme, pero Dios, siempre nos manda un ángel. Hasta que ese día, me dijo el Padre: “Cuándo quieras nomas.”
Así pasaron unas horas y le dije: Padre, ya estoy preparada y fue ahí que me sentí viva en el Señor, que volví a creer, que lo sentí ahí, que lo vi en el rostro del Padre. Él, tan solo me escuchaba y me miraba con admiración, yo solo me quitaba lo malo que tenía dentro, esos malos ratos, esos malos pensamientos lo fui sacando afuera y dejenme contarles que : ¡Me sentí liberada, me sentí perdonaba y amada! Eso me llenó el alma y el corazón.
En un principio, pensé que sería juzgada, ¡pero no! Dios es tan tierno que quiere lo mejor para nosotros, Dios es perdón, Dios es amor y quiere que seamos Felices en Él y con Él.
Yo, estuve ahí, me sentía vacía, yo volví y me siento desafiante, me siento libre, en paz conmigo mismo, con ganas de hacer cosas nuevas y buenas, todo para obrar por y con Dios.
Dios, me lleno de vida, de gozo y esperanza.
Dios, me dio una 2da oportunidad para hacer lo que antes no me animaba. Dios me invitó a estar en Comunión con él.
Lo que me traje es un gran tesoro, lo quiero retener siempre.
Fue un cambio grande, un giro de muchos grados, esto no hubiera sido por María que me acobijo en sus brazos, por Jesús, que fue el quien me llamo y por mis hermanos.
¡Tenemos tanto, pero tanto para agradecidos!
¡Gracias a todos! Abrazo en Cristo y María!
Un placer Servirte Dios.