Acá estoy Señor, te pertenezco.
Te pido con humildad
que lleves a término la obra que iniciaste en mí
el día que me llamaste a la vida.
Soy barro blando entre tus manos amorosas.
Enseñame a aceptarme cómo soy,
mientras voy caminando a ser
lo que vos soñaste para mí.
Que en el camino
no me olvide de los que pusiste a mi lado
para compartir la vida,
para crecer y aprender juntos,
para saliendo de mí misma
encontrarte y encontrarme.
También te pido por ellos,
por mis amigos y mis familiares,
por mis compañeros y conocidos.
Cuidá de sus vidas y de sus corazones,
y seguí teniéndolos en la palma de tu mano
De nuestra redacción
Milagros Rodón