Señor que difíciles son tus caminos,
sin embargo. ¡Cuanto deseo yo seguirlos!
Me llamaste por mi nombre y
las únicas palabras que usaste fueron:
“Te amo, sos mi hija amada”.
Y, desde ese momento, mi corazón te pertenece,
mi vida está en tus manos.
Quisiera ser un poco mas digna
de Vos pero si lo fuera… ¿Igual me llamarías?
Con pasos pequeños pero decididos
me lanzo a la aventura de conocerte,
Mi barca está un poco estropeada y
la tormenta parece cada vez mas fuerte
pero al timón lo llevás vos y eso
me da valor para no bajarme.
A tus pies dejo mis proyectos,
mis pensamientos y mis sueños
para abrazarme a los tuyos que,
estoy segura, son mejores.
Acepta, también, mis errores y
mis momentos de encierro.
Mis miedos, mis dudas existenciales,
mis caprichos.
Tomá este corazón endurecido y hacelo mas suave.
Tomá todo lo que hay en mí y hacelo nuevo.
Que mi entrega sea siempre sincera y sencilla,
Que abunde la alegria en mis dias y que nunca deje de sonreir.
Que siempre busque amar y hacer tu voluntad primero.
Señor, enseñame como debo servir
y que es lo que tengo que hacer para merecerte.
Yani Moyano